miércoles, 25 de enero de 2012

Crónica de un escritor congelado. Fin.


Hace una semana larga que aterricé. Llevaba un mes sin tener noticias de España ni de ningún otro sitio. Uno de mis primeros días en Chicago, nuestra asistente buscó en la televisión los canales de habla hispana y me dio una lista, pero no vimos la tele en todo ese tiempo. El contacto con mi tierra se limitó a esporádicas visitas fugaces a algunos de los blogs que tengo enlazados aquí, principalmente al de Adrián Rodríguez, al de Ramón Rozas, a 'Galpón das choivas', al de Jabois y a 'La política no es una ciencia exacta...', a éste más que nada por saber si el arqueólogo ya había asesinado a César Abal, tal como había prometido.

Poco a poco me fui enterando de las noticias más importantes:  Fraga acababa de morir. Hasta ese momento, en cuanto al tema, el mundo se dividía en dos: la mitad pensaba que Fraga nunca moriría, pues llevaba vivo toda la vida; y la otra mitad creía que en realidad Fraga estaba muerto desde hace años y era un zombi. Yo me encontraba entre estos últimos, y sigo pensando que alguien le atravesó la cabeza con un arpón para poder enterrarlo. Seguramente el director de un periódico que tenía la necrológica maquetada desde los años veinte del siglo XVIII.

Luego supe que Soraya Sáenz de Santamaría vive en pecado, amancebada, como si fuera una vulgar comunista. Si Fraga estuviera realmente vivo la hubiera mandado a la iglesia, como hizo con Rajoy y con Feijóo: "cásese usted". Los tiempos de Fraga eran tiempos en que la principal condición para prosperar en el PP era casarse por la iglesia, algo que estaba mal visto en el PSOE, que eran más de ir por lo civil. Los del BNG, por su parte, se distinguían de los demás no casándose, en plan "yo no necesito papeles". Después vinieron los tiempos en los que solamente los gays quieren casarse. Si va uno a un ayuntamiento a pedir fecha para una boda le preguntan si es sudamericano o gay.

Mi última conversación en los EEUU la tuve en el aeropuerto con uno que viajaba a París, que era mi escala. Me preguntó por la crisis europea, como si ellos no tuvieran la suya. Le dije la verdad: que en Europa la crisis afecta principalmente a los países productores de aceite de oliva, a saber: España. Italia, Grecia y Portugal, y que en realidad todo es culpa de la puta dieta mediterránea. Luego me subí al avión y me dormí. Llegué a Vigo pensando que Rajoy ya nos había traído pleno empleo y la felicidad. Pues no.

5 comentarios:

  1. Moi bo este final da túa etapla glacial. "Luego supe que Soraya Sáenz de Santamaría vive en pecado, amancebada, como si fuera una vulgar comunista" . O de Fraga que levaba vivo toda a vida. O de gay ou sudamericano... Güelcón, güelcón, dicía un dos Tonechos.

    ResponderEliminar
  2. Manuel se me ha adelantado al enunciar, leyendo mi mente, los mismos puntos de esta entrada que me impresionaron.
    Dale un poco mas de tiempo a Rajoy, los genios financieros de la etapa zapatista solo dejaron buratos y deudas, no es tan facil ni tan rápido.

    ResponderEliminar
  3. Y así acaba la historia? yo estaba preparado para mas capítulos que el culebrón de ´´Los pobres tambien ríen´´ , o algo así, y mira tú, hasta aquí llegamos.
    ¿Será mejor cocinar con margarina? Que asco.

    ResponderEliminar
  4. Sigo sin noticias de Dios. Muy valiente para enviar esos correos pero cero actitud de transparencia con sus vecinos y contribuyentes.

    Brillante artículo Glub. ¿Para cuándo redactas un monólogo? Esa frase de "ahora solo los gays quieren casarse" es digna de un guión de Paramont Comedy.

    ResponderEliminar
  5. Bueno, después de estos maravillosos capítulos a ¿dónde te mandamos? Estupendas tus crónicas "de un escritor congelado"

    Te queda Maine o a Ribeira Sacra.

    ResponderEliminar