miércoles, 4 de enero de 2012

Crónica de un escritor congelado V



Escribió Julio Camba (Un año en el otro mundo) que en las tiendas de los Estados Unidos uno podía encontrar de todo. Quizás hablaba de lo que en aquellos tiempos eran modernos supermercados. Eso fue hace mucho tiempo. Hoy aquí, si uno tiene que comprar, por ejemplo, un kilo de azúcar, una bombilla y tabaco, es muy probable que tenga que recorrer cien kilómetros. El comercio ha llegado a un grado de especialización grotesco. Todo está siempre lejos de casa, además, porque prohíben que una tienda o un restaurante estén en una zona habitada. Casas con casas, tiendas con tiendas, restaurantes con restaurantes. Cada diez o quince kilómetros hay un pequeño polígono comercial en el que con suerte encontrarás una tienda que vende lo que buscas, o un lugar donde comer lo que quieres comer.

Ir al banco, comprar un par de cosas, parar a comer y hacer algún recado por el camino, puede suponer cuatro horas de una vida.  Todo el mundo se pasa el día en la carretera haciendo cosas que en cualquier otro lugar se hacen en cinco minutos. Por si fuera poco las carreteras están hechas un asco. Las obras y los cortes son interminables, lo que se entiende cuando te explican que la empresa que tiene el contrato del mantenimiento es española. La verdad, se reconoce al momento la hechura española de estas reformas y uno se hincha orgulloso viendo esos cambios de dirección inexplicables, las máquinas que van y vienen sin hacer nada... todo tan nuestro que a uno se le saltan las lágrimas mientras observa con nostalgia ese bache que lleva diez días señalizado, interrumpiendo la circulación sin que nadie aparezca a repararlo. Dan ganas de bajar del coche, plantar una bandera en el bache y cantar a pleno pulmón Paquito el chocolatero.

Además aquí a la carne le echan goma. Hacen una pasta a base de residuos cárnicos (vamos a describir de esta manera el producto, aunque todos sospechan que realmente la goma está hecha de caca de vaca, o así), y se lo añaden a la carne de verdad, lo pegan a la carne para aumentar su peso. A mucha gente le da igual, ya que el producto está autorizado, pero otros prefieren no comprar carne con goma, así que no pueden acudir a cualquier carnicería. Sólo a aquellas en las que saben, o creen saber, que no le echan goma a la carne. Aquí en esta casa no compran carne con goma y sólo entran productos orgánicos. Leche orgánica, té orgánico, pan orgánico, yogur orgánico, café orgánico. Un día alguien descubrió un cartón de leche que no era orgánico y lo tiró a la basura.

Sospecho que yo también me estoy volviendo orgánico. Ignoro si eso puede ser bueno o malo. Desconozco las consecuencias y, caso de ser éstas malas, sus soluciones, si las hay. Igual volverse orgánico es cojonudo, eso espero, y uno se hace fuerte y le llueven los contratos. O igual es todo lo contrario y nadie quiere relacionarse con un ser orgánico y los niños se burlan de uno por la calle. No conozco todavía a nadie orgánico, pero haberlos haylos.

Llega el frío. Ahora sí. Si uno asoma las narices por la puerta de la casa, lo que por otra parte no sucede a menudo, se convierte en estatua de hielo. Yo trato de hacer comprender a todo el mundo que "cuando el grajo vuela bajo  hace un frío del carajo". Es muy difícil para los que no hablan español pronunciar esa frase. Lo comprendo y se la hago repetir hasta que consigo que la resuelvan con la dicción perfecta de un locutor vallisoletano.

Se trabaja mucho y bien. Curiosamente, eso es lo mejor. Las escenas salen a buen ritmo, grandes escenas. Se escribe mucho y a todas horas. Ahora mismo no sabría decir qué día es hoy. Ya no hay horarios. Cada uno se encierra en un despacho y se pone a producir, espoleado por lo que hacen los otros. Todos leemos cada día lo que han escrito los demás. Eso nos permite tener una idea cabal de cómo va todo y discutir alguna escena antes de darla por buena. Solamente coincidimos para eso y para comer cosas orgánicas.

8 comentarios:

  1. Ven se ve que este americanos son ordenados e teñen cada cousa no seu sitiño. Moi bo o do soterrado traballo dos españois por escarallar esa orde, je, je,je. Bueno, que non decaiga o bo ambiente e o bo traballo. Unha aperta, Rodrigo.

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  2. Es fantástico, Glub.
    Qué gloria da leerte.
    Lo orgánico es muy bueno. Tú comer. Eso os lo dan para cuidaros, con lo cual significa que les iteresáis muchísimo. Cosa nada extraña sabiendo nosotros lo bien que escribes al menos tú, y lo regracioso que eres. Y ya está.
    Sigue contandonos cual sobrino Yoghurtu Nghé a su tio Oblongo, pero en plan gallego.
    Best regards.

    Me lo has puesto a huevo. No es idioma oficial del blog, pero es el original de la canción. Mira: Se me pone toda la piel de Kentucky fried Chicken.
    Por cierto, puesto que tú andas por tierras americanas, debería valer el inglés al menos temporalmente, para las selecciones musicales.
    Reclamo.

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  3. Glub, estoy consternado. No constipado, no.Consternado. ¿Que te están haciendo? Que necesitas que te mandemos para comer como Dios manda?Con lo bien que nos comiste tu siempre.

    Con respecto a lo de las tiendas, me temo mucho que están en un pueblacho en medio de la nada y no en una ciudad de verdad. Me cago en Chicago.
    Ya me estoy imaginando las imágenes de la peli, de gran producción, por supuesto, con indios y vaqueros persiguiendo a Ben Ur antes de subir éste al Titanic para atrapar a Osama Bin Laden ayudado por Arnold Swafernandez caracterizado como Acabeitor. O Termineitor, o algo así.

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  4. ¿Seguro que estás en Chicago y no en Wisconsin? No me suena a nada esa ciudad aséptica que describes.

    Que lo sepas, aquí estamos muy, pero muy preocupados. Mejor que os lleven a todos a Maine. Son unos estados más lejos, pero es el océano Atlántico y muchos misterios. Y los bares más cerca.

    Todas las catástrofes que suceden en California las inventan guionistas envueltos en nieve en el estado de Maine. A veces también escriben.

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  5. Sorprendido quedo con lo de la carne. Tengo otros recuerdos.

    Manuel, qué pasa con tu blog, lo borraste?

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  6. Teresa, aclaro: no estamos en el mismo Chicago, sino en un pueblo a las afueras. Las afueras de Chicago son más grandes en extensión que la propia ciudad de Chicago.Imagino que los que sí viven en Chicago tendrán que hacer desplazamietos igualmente tediosos, pero en metro.

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  7. Por cierto, un millón de gracias a todos, incluyendo al anónimo cuyo comentario censuré porque no estaba del todo de acuerdo con la parte en la que me llamaba gilipollas.

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  8. Femia Castradora5 de enero de 2012, 9:49

    Ghlub, non acudín o sábado por motivos de forsa maior. O que non pode ser, non pode ser e ademais é imposible. O meu trabalho non ten horarios e cando pensas que vas solusionar o tema nunha hora, vai o cliente e ponse a correr, patalear, ghritar e así non se poden faser as cousas ben.


    Saúdos e segue contando cousas.

    Lara, que é iso do neghativo?, vouche dar eu a ti.

    Bicos.

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