lunes, 9 de enero de 2012

Crónica de un escritor congelado VII


Por fin, después de casi tres semanas, nos han regalado un día festivo. Todo el día. La propuesta, de libre aceptación, es la de visitar la ciudad. Dicen que lo han hecho porque estamos trabajando bien y todo va mejor de lo deseado. Además de eso, yo creo que saben que si no nos dan un día libre empezará una cadena de suicidios que no dejará un ser vivo en la casa. Esta gente ante todo es muy práctica y sabe evaluar situaciones.

Aceptamos agradecidos. Es el síndrome de Estocolmo. Dos horas antes de que nos vengan a buscar estamos todos levantados, esperando como niños que van a hacer su primera excursión; nerviosos, emocionados y asustados. Cada uno comprueba que el móvil tiene batería para las fotos, sube a buscar algo a sus habitación y baja volando, temeroso de que mientras lo hace los demás se vayan sin él. Hay quien apura una copa de un infame bourbon canadiense que hemos conseguido introducir en la casa. Viene en una garrafa de plástico y cuesta veinticinco dólares. Cinco litros. Alguno parece que quiere llorar. Lástima que no tengamos a nuestras madres aquí para darnos un besito de despedida.

Yo nunca he ido a la ciudad de Chicago. Entre las muchas lagunas de mi formación, comprendo demasiado tarde, destaca la de cómo debe comportarse uno cuando viaja a Chicago, y mi experiencia vital sobre el asunto era nula hasta el momento. Hago lo que imagino que debe hacer cualquier persona con dos dedos de frente para visitar Chicago: en primer lugar, coger la bufanda del Pontevedra CF, que cumple la doble función de combatir el frío y señalar la veneración que todo humano con un mínimo de dignidad debe sentir por nuestro equipo; y en segundo lugar, subirse al coche.

Ningún edificio de Pontevedra tiene nada que envidiar a los famosos rascacielos de Chicago, salvo la prestancia, espectacularidad, diseño, altura y todo lo demás. Nos llevan a comer al restaurante de Ralph Lauren. Comprendo que lo hacen en mi honor. Me explico: tengo unas camisas de Ralph Lauren que me regaló un amigo, pues a él le venían grandes, y las visto aquí a menudo. Alguien creyó, pues tenemos gente para fijarse en esas cosas, que yo era un admirador de los diseños de Ralph Lauren y decidió llevarnos a su restaurane. Lo cierto es que admiro tanto los diseños de Ralph Lauren como admiraría los de Filemón Pi si existieran. Entro en el restaurante temblando, temiendo que todos me tengan por un experto y alguien me pida mi opinión sobre Ralph Lauren. Desvío de antemano la conversación y juro, sin mentir, que Ralph Lauren es un restaurador grandioso, pues en su local se come divinamente. Lo cierto es que consiguen que uno hasta se sienta bien y todo. La gente que nos lleva se preocupa de que lo pasemos bien y de satisfacer los caprichos de cada uno. Después de comer, a las mujeres las sueltan durante dos horas en un centro comercial y a nosotros, por primera vez sin compañía ni vigilancia, en un bar a dos manzanas de allí, donde bebemos todo lo que podemos para almacenar, como los dromedarios.

La jornada se completa con un espectáculo musical de esos que gustan a todo el mundo. Hay muchos turistas, pero incomprensiblemente nadie más que yo en todo Chicago lleva la bufanda del Pontevedra CF. Se han perdido los valores. Nuestra especie ha mandado a la mierda el recuerdo de siete gloriosas temporadas entre los grandes, épocas en las que Di Stéfano y los suyos meaban el chándal en el autobús de camino a Pasarón. ¿Qué nos está pasando, Dios mío?

Hoy otra vez a producir todo el día. Visita del chef, que ha venido a prepararnos una cena regalada. A una semana vista, el alicatado está por hacer. Algunos ya casi hemos terminado de escribir escenas, lo que nos permite esperar a los últimos rezagados son calma y una sonrisa.

Sin más novedades, salvo que el otro día me compraron los derechos de uno de mis libros.

10 comentarios:

  1. Isto de rir un pouco nun anaco que ten un no tempo de lecer está moi ben. Falando de dereitos de autor: non topo o teu libro da loca historia da nosa vila por ningures. Espero que sexa ese do que falas e o reediten xa!. Unha aperta,Rodrigo.

    ResponderEliminar
  2. A mí esa foto no me dice nada, esta claro que borraron el periódico que mantienes entre las manos con fecha del día. Tienes cara de susto.

    Aquí en Pontevedra estamos buscando euros en las fuentes para pagar unas botellas de buen whisky y mandarlas disfrazas dentro de unos ovillos de lana para una mejor bufanda.

    ¡Aguanta!

    ResponderEliminar
  3. Manuel, 'La Loca Historia...' se agotó, pero tengo un ejemplar para ti. Como también le debo un libro a Teresa, un día quedamos y tomamos unas cañas. Podemos volver a intentar quedar con M, que yo sé que sigue conservando a sus amigos mortales.

    Terasa, gracias. Puedes mandar la botella a nombre de Rodrigo Cota, en Illinois. Aquí me conocen.

    ResponderEliminar
  4. Asi se fai Cota sentindo as cores polo mundo adiante, unha agarimosa aperta granate.

    BM

    ResponderEliminar
  5. Siempre me haces reír.
    ¡TÓ....MÁ!: Te han comprado los derechos de uno de tus libros. Que tiemble el Pérez Reverte ése.
    Lo de la bufanda del Pontevedra CF te honra. Y yo que llegué a pensar si serías del RM: Perdón.
    By the way, vaya bufanda molona; veo que es en blanco y negro y no como esas horteradas a colorines.
    Esta vez sí. Hombre, no tenéis a Francisco, pero bueno...
    Bicos from Spain!

    ResponderEliminar
  6. Gracias, gatiña. Me has dejado aquí, llorando sobre mi bufanda. Bicos.

    ResponderEliminar
  7. Ya era hora de que os sacaran a pasear.
    Grande la bufanda granate en Chicago, que tiembleslos bears aunque jueguen otro deporte.
    Cuantanos del menú, que ya quedamos intrigados.

    ResponderEliminar
  8. My dear, querido Glub:
    Espero superes el síndrome de Estocolmo y exijas que te lleven a cenar a sitios como Dios manda.
    Ralph Laurent, igual que Adolfo Domínguez, Vitorio y Lucino y otros se dedican a la costura y para comer tiene que haber sitios mejores en Chicago. Impón un criterio mas alto.
    Explicales lo del ´´Hai que roelo´´ para que empiecen a temer al Ponte.

    ResponderEliminar
  9. No tema dos libros estás collendo dianteira, pero eu tamén teño algo para ti, je, je. Por suposto que quedamos con Tareixa e a ver se se apunta Jabois. O da bufanda do Pontevedriña xa o anotaron os de "Amigos de Pontevedra" : ). Saúdos e coidadiño co bourbon.

    ResponderEliminar
  10. Santa, te juro que mientras Pepe Solla no abre un restaurante en Chicago, la opción de Ralph Lauren es más que viable. Creo que ha sido lo mejor que hemos comido fuera de casa desde que llegamos. En casa comemos como Dios. Y lo de explicar lo del "Hai que roelo", lo intento cada día, pero no resulta fácil cuando tus interlocutores o son de Manchester o no saben lo que es el fútbol. Ahora tengo la bufanda presidiendo mi despacho.

    Manuel, este bourbon ou me mata ou me cura. Gran aperta.

    ResponderEliminar