Una
sueca de Gotemburgo, que es un nombre real y no ficticio, igual que
esta historia, está siendo juzgada en su país por tener sexo con
esqueletos humanos. Supuestamente. Yo creo, en cambio, que habría
que darle un Premio Nobel, de las artes y las ciencias (por qué no
sé si hacer sexo con un esqueleto requiere arte o ciencia). Esta
pobre señora, necrófila desde la niñez según confesión propia,
no padece ningún transtorno mental grave, dictamina un examen
psiquiátrico suponemos que vinculante. Aquí uno empieza a
acojonarse un poco: o sea, que una persona sueca de Suecia se acuesta
con huesos y cráneos y consigue obtener de ello placer sexual y
resulta estar en sus cabales.
Del
mundo de las parafilias, por suerte o por desgracia, lo ignoro casi
todo (no digo todo porque alguna oveja todos tenemos en nuestro
haber, desde aquella película de Woody Allen, en forma real o
imaginada) pero diría que hay conductas que son propias de las
personas que no están cuerdas. Ni sé, ni quiero saber, qué hacen
en el desierto los beduinos con los animales a su alcance, o si la
cabra de la legión ha pasado alguna vez exámenes forenses, pero
esto de la coyunda con esqueletos supera a un Tim Barton meets John
Waters, gente poco normalita.
Uno
se imagina a una mujer sueca asaltando la tapia de un cementerio
sueco como si forzase la verja de un sex-shop y las neuronas empieza
a castañetear cosa fina. La buena señora está encausada por
“alterar la paz de los muertos”. Bien, esto ya es para nota. Si
aún fuese “alterar la paz de los huesos”, vale, pero este
enunciado es puro Mariló Montero por vía intravenosa, no me digan.
Ella,
la sueca, no Mariló, se defiende diciendo que lo hace todo por un
interés histórico y arqueológico. Claro. Sexo, mentiras y
restos de costilla, habría que titularlo.
Parece ser que la
flipada, la sueca, no Mariló, no lo ha tenido fácil en la vida, o
no sé si decir que lo ha tenido demasiado fácil: nunca ha ejercido
una actividad profesional y vive de los servicios sociales. Se le
hace a uno que como los del cheque y la tijera no arreglen esto
pronto, no van a llegar los huesos para todos, habrá que lanzarse
(iba a poner tirarse, mira tú) hasta a los restos del churrasco.
Vais muy deprisa y mi ordenador muy lento ya que que hay otra entrada. La noticia tiene muchas lecturas y sobre todo mucho amor mal entendido. Siempre dije que el amor era cuestion de piel y a veces hasta el hueso, que rillando la carne es lo mas rico
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