Por Manuel Pérez Lourido
Yo fui
un machista inconsciente por culpa de haber crecido en uno de los
primeros capítulos de Cuéntame. Conseguí abandonar el machismo los
fines de semana, de forma consciente, con el objeto de intentar ligar
un poco. Luego fui a Lourdes para curarme totalmente pero no
funcionó. Finalmente me lo extirparon en una clínica carísima
aunque todavía tengo brotes. Lo que no se me curó fue lo de la
inconsciencia, al menos por lo que aseguran mis allegados. Lo de la
inconsciencia es que me sale sin pensarlo, inconscientemente. Cuando
quiero ser un inconsciente conscientemente me sale un churro. Y
cuando me sale un churro acabo pensando en Sigmund Supermercado.
Sigmund Supermercado le llamo a Froiz, digo a Freud, claro. Este
médico austríaco pasó a la historia por estudiar el subconsciente,
que ya son ganas de rizar el rizo. Espero que al menos, esos estudios
los haya hecho conscientemente, aunque por lo que leído tengo mis
dudas. El tal Sigmund ese, pues así se llamaba (que se puede esperar
de alguien llamado Segismundo) acababa relacionándolo todo con el
pene. Si jugabas mucho con el lápiez en la escuela es que tenías un
problema sexual sin resolver dentro del subconsciente (como lo ibas a
resolver si ni siquiera sabías que tenías subconsciente). No te
digo yo si se te rompía la mina del lápiz y tenías que ir a
afilarlo varias veces. Entonces debías estar para que te encerraran.
Para
las mujeres inventó una cosa a la que llamó “envidia de pene”
(no se me ocurre machismo mayor que este invento). Podía haber
inventado para nosotros la envidia de tetas, pero no, y no será por
falta de admiración hacia ellas. Este médico estuvo de moda durante
un tiempo, como el dr Rosado en la TVE pero a nivel europeo,
posteriormente tuvo una serie de seguidores todavía más pirados que
él que se portaron como cuervos: se dedicaron a tirar por tierra sus
teorías una por una. Hubo un tal Wilheim Reich que se la jugó el
hombre, porque si llega a ser el tercero de una saga, a ver adónde
iba llamándose III Reich. Este hombre mezcló la cosa de los penes
con el marxismo y le salió tal mejunje que acabó en un
psiquiátrico.
En
descargo de Sigmund Supermercado hay que decir que a cierta edad los
hombres pensamos todo el rato en el sexo. No sé en que piensan a
esas edades las mujeres pero me da que no es lo mismo, a juzgar por
las bofetadas que nos llevábamos. Si te habían dado una educación
católica, que era la que había más a mano en aquella época, te
reprimías un poco para no quedarte ciego. Cuando lo que querías era
ponerte ciego con lo del sexo, que contradición. Era un castigo bien
pensado, aunque fuese mentira: qué mayor pena para quien se
obsesionaba con la anatomía femenina que quedarse sin poder
contemplarla nunca más.
Sigmung Supermercado también inventó un par de complejos: el de
Edipo y el de Electra. Les puso nombres raros para jorobar,
seguramente. O por dárselas de que leía a los clásicos. Esos
complejos que inventó, descubrió o lo que fuese, tenían que ver
con el sexo, por supuesto. Pero, en el colmo del retorcimiento,
estaban relacionados con el deseo sexual HACIA TUS PADRES. Claro que
el ladino de Sigmund lo situó todo en el subconsciente, donde nadie
podía acceder para verificarlo. La verdad es que si piensas en sexo
con tus padres es que deberías ingresar en un manicomio por tu
propio pie. En el fondo, el subconsciente es como un contenedor para
las aberraciones y las idas de olla de todo tipo. Aunque para eso
también están hoy en día los blogs, ahora que lo pienso.
Si
viviese en esta época el bueno de Sigmund Supermercado tendría un
montón de material en la blogosfera para sus estudios de la mente
humana. Podría estudiar a gusto el subconsciente, el consciente, el
insconciente y la madre que los parió a todos, que algo tendría que
ver en el tema, según sus propios planteamientos. Para ciertos
casos, y ya doy yo un paso al frente, no hace falta que me señalen,
me temo que haría falta una generación entera de psicoanalistas.
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