Hay ciertos tipos de predicciones que, a priori, ofrecen algún grado de fiabilidad si las realizamos en base a la experiencia.
Si plantamos una huerta de pimientos, por ejemplo, tendremos ciertas probabilidades de comer pimientos en un futuro cercano. Éstas probabilidades aumentarán si aplicamos conocimientos previos, como la utilización de invernaderos o fertilizantes. Podremos entonces predecir que tendremos pimientos, pues eso nos dicen la experiencia y la práctica, es decir, el estudio del pasado.
Hasta que un tornado arrasa nuestra huerta. No valoramos la opción de que esto último suceda porque nunca antes un tornado ha arrasado nuestra huerta, por lo que excluimos esa posibilidad, por desconocimiento, en el momento de realizar nuestra predicción. Entramos en el terreno de los sucesos no predecibles.
El siguiente año (o la siguiente temporada del pimiento, si es que los pimientos se plantan por temporadas, circunstancia que ignoro) contemplaremos como remota la posibilidad de que un nuevo tornado pueda arrasar otra vez nuestra huerta, y rebajaremos levemente nuestra posibilidad de comer pimientos. Ya estamos considerado un tornado, porque el estudio del pasado nos indica que tal catástrofe puede suceder.
Pero asignaremos una probabilidad despreciable, pues sabemos que los tornados no suelen destrozar nuestra plantación. Sólo ha sucedido una vez en, pongamos, treinta años. Lo que ahora sabemos es que, cada cierto tiempo, quizás treinta años o quizás cada dos mil, un tornado nos joderá los pimientos.
Incluso puede que, si somos muy precavidos, tomemos medidas para luchar contra esa eventualidad, como construir un invernadero a prueba de tornados (ignoro también si tal edificación existe, pero podríamos inventarla). De esa manera nuestras probabilidades aumentan nuevamente.
Ya tenemos nuestra plantación en un invernadero a prueba de tornados, hemos sembrado nuestra simiente, contamos con los mejores fertilizantes y hemos leído la web de los granjeros que nos indica cómo debemos realizar todo el proceso para que, cuando llegue el tiempo de la cosecha, nuestros pimientos luzcan hermosos. Hemos utilizado todo el conocimiento pasado para obtener el máximo rendimiento a nuestro proyecto. Triunfaremos.
Pero nunca antes habíamos muerto de un infarto. La experiencia nos dice que nunca morimos de un infarto. Hasta el momento de expirar, cuando nos damos cuenta de que las probabilidades de morir de un infarto son realmente de un 100%. En ese momento, nuestra huerta es el menor de nuestros problemas.
No comeremos pimientos. Las probabilidades se rebajan hasta un ínfimo 0%.
¿Queremos los correctores de sabor decir con esto que no vale la pena intentarlo? No lo sabemos.
Lo que sí sabemos es que debemos tener muy en cuenta que los sucesos impredecibles también existen. Que no debemos basar nuestras predicciones en la observación del pasado. Que el pasado no sirve para hablar del futuro.
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