Mi noche heavy en Ribeira.

Fui a Ribeira a dar una charla invitado por Dani Eskarcha, organizador del festival Galle Rock. Y de paso, cumplí con un ritual que pronto será obligatorio. Dentro de poco, si quieres estar en el mundillo tendrás que pasar por allí a recibir la bendición de Antonio Lijó, Tucho, del Ateneo Cultural Valle-Inclán. Quien no haya dado ese paso, no existirá. Era algo que, como todos, yo tenía que hacer tarde o temprano, así que de una vez, y no será la última. Aunque ser bendecido por Tucho no parece un acto iniciático, lo es. La sede del Ateneo se encuentra encima del Bar Plaza. Allí, Tucho recibe a la intelectualidad, la presenta en sociedad y uno se va de allí más feliz que un cuco.

Compartimos cena, invitados por Galle Rock, con Sabela Olivares y Jesús Parada. Ella, profesora de gaita en el conservatorio. Él, entre otras cosas, presidente de una asociación micológica que se llama Refungando. Gente con la que, cuando te das cuenta, estás hablando de Albert Speer como quien habla de fútbol. Amigos para siempre. De fondo sonaba Auga de Beber, que hacen la música más hermosa que se puede escuchar bajo las estrellas.

Ellos fueron, Sabela y Jesús, los encargados de llevarnos de marcha heavy por Ribeira.

A partir de ahí, los recuerdos se vuelven brumosos. Sé que empezamos en un bar que tiene un cartel de la película Quadrophenia; sé que había un profesor que da clases en Austria; creo que había un vasco vacilón llamado Diego. Yo tuve que decirle la verdad. Que el Pontevedra CF siempre ha ganado a los equipos vascos, por arriba, por abajo, por delante, por detrás, de ida y de vuelta. Según fuentes fidedignas en realidad Diego es cántabro. Contaba chistes de discutible eficacia, que son los que más me gustan, del tipo:

- Cariño, dime algo con amor.
- Amorfa.


Recuerdo a otro que estuvo media hora despidiéndose para volver a los dos minutos de haberse marchado, como si tal cosa. Y una chica muy simpática que llevaba una palestina. Es un grupo divertido, heterogéneo y bien avenido. Sé que contra toda lógica empezamos a beber licor café  a una hora en la que uno está mejor durmiendo, de ahí la nebulosa que envuelve mi memoria.

O sea, que hay que volver a Ribeira, si puede ser en septiembre a presentarle a Tucho mi "Loca Historia de Pontevedra" para que la bendiga.



 
A Compañía do Ruido,  con quienes también compartí cartel, versionan a Os Diplomáticos de Monte Alto. Música de verdad.