lunes, 19 de septiembre de 2011

Los obispos que no querían dinero


Alexandre François de Laurizières Thémines era obispo de Blois, en Francia. Era un tío potente, miembro del Consejo de su Majestad Cristianísima. Además era inmensamente rico, con propiedades en Blois, Querci, Rouen y en Languedoc y una fortuna estimada en 10 millones de reales. Era todo eso y más hasta que durante la Revolución Francesa lo perdió todo y tuvo que exiliarse. Después de una época dado tumbos, acabó en Pontevedra. Lo único que le quedaba de su antigua riqueza, aparte de unos pocos dineros, era una formidable biblioteca que había conseguido sacar de Francia y que le acompañaba a todas partes.

Thémines protagonizó una sonada disputa con Quevedo, el de la imagen, a la sazón obispo a su vez de Ourense, a propósito de 15.000 reales. Curiosamente, el encontronazo no era para decidir cuál de ellos se quedaba esa cifra, sino para decidir quién no se la quedaba, que no es exactamente los mismo. Quevedo había hecho llegar los 15.000 reales a Thémines. Thémines insistía en devolver hasta el último céntimo, y Quevedo se negaba a recibirlo. Finalmente hubo un cruce de cartas y acusaciones entre uno y otro.

Sin embargo, tras ese aparente desprendimiento, se encontraba una discusión sobre la posesión de la biblioteca de Thémines.

El caso es que Quevedo, enterado de la estrechez con la que vivía el de Blois, había ofrecido comprarle los libros. En principio, Thémines se negó, pues aún iba estirando el dinero que había conseguido sacar de Francia. Pero pasados dos años, Thémines aceptó la oferta. Así que Quevedo mandó un anticipo de 10.000, diciendo al francés que no tuviese prisa en entregar la mercancía hasta que se completara el pago con los 5.000 reales restantes.

Hasta ese momento, todo iba a satisfacción de los prelados, hasta que Thémines recibió una oferta mejor por sus libros, según cuenta él mismo en carta enviada a Quevedo, fechada a 30 de octubre de 1798 y publicada por Juan Manuel Bedoya en su obra: "Retrato histórico del Emmo. Excmo. é Ilmo. Señor D. Pedro de Quevedo y Quintano":
"Don Pedro Acuña me hizo proponer por el señor Irazábal de comprar estos libros; respondí que no eran más míos; pero discurriendo que V.I los había quizás comprado más por mi conveniencia que por la suya, que le consultaría."
Consultado Quevedo, dijo que si Thémines cambiaba de opinión y ya no quería deshacerse de los libros, que se los quedara, y el dinero también. Pero Thémines no podía aceptar esa proposición, pues aparecería como el hombre "que vendió los libros dos veces". Así, ambos se enrocaron. Ninguno quería el dinero y ambos decían tampoco querer ya los libros.

Thémines acusó a Quevedo de haber pagado con dinero desviado de fondos para limosnas. Quevedo contestaba que si lo que Thémines quería eran más limosnas, las ponía a su disposición, y advertía que tuviera mucho cuidado con vender los libros a otro, ya que muchos de esos libros estaban prohibidos y sólo podían permanecer en poder de la iglesia.

Los libros fueron finalmente vendidos a la Universidad de Santiago, donde todavía permanecen, a través del librero Antonio de Sacha. El precio, 16.000 reales, apenas mil más de lo que había pagado por ellos el obispo de Ourense, según nos cuentan Concha Varela Orol y otros en su obra "Heterodoxos e malditos: lecturas prohibidas na Universidade de Santiago."

Lamentablemente, tenemos que quedarnos sin saber lo más importante de esta historia: cuál de los dos obispos se quedó finalmente con el dinero.

3 comentarios:

  1. Sobre los Obispos, tengo mis dudas que no quisisen el dinero, y mas en esa época, otra cosa es que estuviesen manteniendo una campaña publicitaria, en base a ese dinero, que a buen seguro les sobraba a ambos.
    Seguro que el de Ourense pensó que era una oportunidad pintiparada para dejar en mal lugar al gabacho, tal como lo cuentas así parece. Luego que el dinero se extraviara o quedase en el bolsillo de alguno de ellos, estoy convencido que el Obispo ourensano, no dejaría perderse el capital que buenos réditos publicitarios le proporciono.
    Un saludo

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  2. "Después de una época dado tumbos, acabó en Pontevedra" huy, mira, lo que me va a pasar a mí.
    El dinero estaba en la misma caja (mágica, porque era más pequeña que el Códice que albergaba) que el códice Calixtino ése.

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  3. Se me ha olvidado ponerte que me gustan mucho estas historias que nos cuentas.

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