Por Manuel Pérez Lourido
Ultimamente
he oído acerca de unos supuestos desmanes finacieros cometidos por
personas llamadas Pepote. Hay apelativos que predisponen al delito,
no me digan. Si te llamas Urdangarin, que se puede esperar de ti,
tarde o temprano...
Los
nombres, que no la cara, son el espejo del alma. Por seguir con el
lado oscuro: qué puede hacer un Landrú o un Rasputín. El
protagonista de Crimen y castigo tenía que llamarse Raskolnikow, no
podía llamarse Peter Pan.
Hay
nombres amables que levantan el ánimo, como Enrique Jardiel Poncela
o Miguel Mihura (aunque este último incita también a la lidia).
Tenemos los nombres-trampa para conselleiros de la Xunta, como
Saramago o Carmina Burana. Nombres rotundos, preñados de sabiduría
como Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre, Gerardo Diego. Algunos son
tan contundentes que de sus poseedores nos creemos cuanto aseveren,
como Santiago Niño Becerra o Froilán de Todos los Santos (esperen y
verán). Luego está el nombre que más ha incitado al cachondeo en
este bendito país: Marichalar. Tanto invita a la risa como al
marujeo. También Pocholo, pero empalaga un poco tanta o. Con nombres
como Pocholo es mejor ya ni intentar una vida normal.
Uno
nombres son humildes y tímidos como Messi y se oponen a otros
rimbombantes y chulescos como Cristiano Ronaldo. Expeditivos como
Pepe o afines al lío como Piqué.
¿Qué
me dicen de esos que garantizan el éxito, de tanto tronío, como
Tchaikovski, Dostoieski o Shakespeare. El nombre de éxito, aunque
sea por la fuerza, con sonoro golpe, es Napoleón.
Luego están ciertas denominaciones que se abordan pretendiendo el
éxito y que terminan en la autoparodia. Tal en el negocio
discográfico patrio: en imitación a la flauta de Bartolo o la
carabina de Ambrosio han salido La Oreja de Van Goh, El sueño de
Morfeo y El canto del Loco.
Si
eres un tipo atormentado, americano y te dedicas al cine, solo puedes
llamarte Lynch (como el reguló el método para disuadir a los
cuatreros del oeste). Un nombre que denota cierta determinación con
tendencia a las soluciones drásticas es Yukio Mishima.
En
caso de ser mujer y llamarte Thatcher, más le valdría a tus
compatriotas no ponerse en tus manos. Por no hablar de apellidos
estúpidos que nadie aprendió jamás a pronunciar como Reagan u
otros bobalicones como Bush.
Hay
nombres para personajes de ficción que por sí solos justifican una
película entera, como hizo Travis Clay Henderson con París, Tejas.
Hay nombres combativos como Víctor Jara o Atahualpa Yupanki. Nombres
que recuerdan los placeres carnales como Sabina, otros que aquí en
Galicia no se comerían una rosca, como Dalí. Los hay que dan miedo
como el sinuoso Bela Lugosi o Vadimir. Si luego viene Putin, ya está
todo dicho. Nombres-sopapo como Urtain.
Me
gustaría terminar diciendo que uno tiene el nombre que se merece,
como Zapatero, pero no siempre es así. En todo caso, les dejo a
ustedes ya para que reflexionen. Tan solo un último apunte: ¿Qué
harían, sino ponerse a abrirse paso por tierra y mar, de llamarse
Vasco Núñez de Balboa?
Rodrigo: eres el rápido de Bouzas!!
ResponderEliminarDesde luego un tipo con el nombre Tito Nogales debe ser un secuestrador y borracho, mas bien, borracho y secuestrador.
ResponderEliminar¿No tendrá nada que ver con Tito Maciste verdad?
Yukio Mishima (三島由紀夫, Mishima Yukio), cuyo verdadero nombre era Kimitake Hiraoka (平岡公威, Kimitake Hiraoka)
ResponderEliminarAún así no cambia nada. Era carne de katana desde pequeño
Uy.... yo creo, Rodri, que con esto deberias hacer una serie, con en la Tv. y Tu personaje Tito Novales meterse en el Ponte y hacer así una nueva novela. seguro que en el Ponte haces hacer muy buenas aventuras. Lo escribes? Besitos
ResponderEliminar"Kimitake"... es que no podía estar más claro.
ResponderEliminar