viernes, 13 de febrero de 2009

El Cisne Negro.


Teníamos que llegar al Cisne Negro. Según Nassim Nicholas Thaleb un Cisne Negro es un suceso altamente improbable, altamente impredecible y que provoca consecuencias extraordinarias (para bien o para mal). Por ejemplo, el éxito de ventas de los libros de Harry Potter o los atentados del 11-S son Cisnes Negros.
No vamos a ser los correctores de sabor quienes llevemos la contraria a don Nassim, pero sí hemos de dar nuestra opinión. Mantenemos, ya lo hemos dicho, que lo improbable y lo impredecible son cosas bien diferentes.
La probabilidad es una entelequia teórica, aunque a veces se aproxime a la realidad, o incluso coincida con ella. Sabemos que antes de lanzar un dado 6.000 veces la probabilidad es de que salga 1.000 veces cada una de sus caras. La probabilidad es la ciencia que estudia aquello que puede que pase o puede que no.
Pero por mucho que repitamos la operación de lanzar el dado 6.000 veces, el resultado nunca será el que nos marcaba la probabilidad. Tristemente, entonces, la probabilidad es altamente improbable. Un Cisne Negro, por tanto, no es un suceso altamente improbable. Es un suceso altamente impredecible algunas veces y un suceso no predecible (también conocemos esta diferencia) la mayoría de las veces.
El propio nombre asignado al suceso es impropio.
Anteriormente se desconocía la existencia de los cisnes negros (ahora hablamos de pájaros). Todos los cisnes conocidos eran blancos. Nadie contemplaba la posibilidad de que existiesen cisnes de otro color. La gente hacía frases tontas del tipo: "Todo lo que no es blanco no puede ser un cisne". Eso era así desde el principio de los tiempos.
Un buen día, unos ingleses llegados a Australia, descubrieron con sorpresa que allí existía una variedad de cisne de color negro. No vemos motivo para tanta sorpresa en una tierra donde también había canguros, koalas y ornitorrincos, pero en fin. Alguien tomó la existencia de los cisnes negros como un suceso inaudito, y quizás lo era.
Pero resulta que el Cisne Negro (ahora hablamos de don Nassim) requiere, como hemos dicho, provocar consecuencias extraordinarias, y el hallazgo de cisnes negros (pájaros) en Australia no reunía esa condición, la principal del Cisne Negro (don Nassim). Que sepamos el descubrimiento del cisne negro (pájaro), no provocó más consecuencias que los quebraderos de cabeza propios de un ornitólogo cada vez que tiene que clasificar una nueva especie, trabajo que, suponemos, los ornitólogos hacen con gran placer.
Pero salvemos esa distancia y admitamos que la probabilidad asignada a la existencia del cisne negro (pájaro) no pasó del 0% al 100% en un instante. Siempre era de un 100%. Otra cosa es que nadie lo supiera, salvo los maoríes. No era por tanto un suceso altamente improbable. Era un suceso altamente impredecible.
Y creo que con esto terminamos con lo probable, lo predecible y el análisis del incierto futuro.

Volveremos con otro tema la próxima vez.

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