El tabaco mata.
Hemos de empezar afirmándolo para evitar suspicacias sobre lo que vendrá a continuación y que puede que nos ocupe, acaso, un par de semanas.
Y ahora queda dicho.
Los coches matan, la grasa mata, el alcohol mata (en los mismos bares donde prohíben fumar), la comida basura mata, y las armas, claro. La falta de ejercicio mata, como el exceso del mismo.
La contaminación mata, algunos medicamentos matan. Los asesinos matan, los suicidios matan. Los accidentes laborales matan, y los accidentes domésticos. Los rayos matan, como los árboles que caen, los tsunamis y las inundaciones.
Los terremotos matan también. La electricidad mata. Los incendios matan. Las imprudencias matan, el azúcar mata, las motos matan. El frío mata, el calor mata.
En realidad, lo que mata es vivir. No se conoce un sólo caso de alguien que se haya muerto sin estar previamente vivo. En algunos de los ejemplos que hemos citado, la responsabilidad de la muerte se puede achacar al difunto, mientras que otras muertes pueden ser accidentales. Pero todos los que han muerto por alguna de estas causas hubieran muerto igualmente, no hay duda.
La vida mata.
Continuará...
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