Cuando compramos ciertos productos potencialmente nocivos, no se nos advierte sobre su peligro. Hace poco comí cocido. Un sabroso cocido gallego. La grasa del lacón, la parte más deliciosa del mismo, fue quedando sobre la fuente. Los otros tres comensales iban comiendo, comiendo, y dejaban esa tira de grasa en la fuente, de tal manera que no me quedó más remedio que comérmela yo, encantado de la vida, además.
Media hora después supe, por primera vez, dónde llevo el hígado y cómo duele un hígado. Por suerte era domingo, lo que me permitió dormir una siesta de varias horas. Luego oriné una sustancia blanquecina y viscosa, hecho preocupante. Y entonces me pregunté: "¿por qué el Estado no obliga a los productores y/o suministradores de lacón a advertir al consumidor de los peligros del producto?" Por ejemplo, sirviéndolo en una bolsa con mensajes de tipo "el lacón puede matar" o "el uso de este producto puede provocar dolor en el hígado y orina viscosa". El mensaje debería ir enmarcado, como en los paquetes de tabaco, en una orla negra que recuerde a una esquela.
Lo mismo deberían hacer con los vehículos, por ejemplo. ¿Por qué los coches, que también matan, no llevan dos esquelas, cada una del tamaño de una puerta, en las que podamos leer que los coches matan, a usted y a los que están a su alrededor?
Sería estúpido que nos advirtieran sobre los peligros del lacón, o de los coches, entre otras cosas porque cualquier persona los conoce. Y mucho menos que restringieran el consumo de éstos productos. ¿Por qué nos parece lógico en el caso del tabaco?
Yo vivo en una ciudad en la que hay una planta productora de celulosa, producto que se utiliza para la fabricación de papel. La planta genera un humo apestoso y nocivo, y vierte al mar todos los días residuos químicos igualmente apestosos y nocivos. Los más de cien mil habitantes de la comarca estamos obligados (no lo hacemos voluntariamente) a respirar ese humo, como estamos obligados a respirar el humo de los coches, motos y tractores. No podemos hacer nada al respecto, salvo bromear sobre ello. Pero eso sí, no fumemos.
Veremos en próximas entradas de dónde viene el cáncer del antitabaquismo y analizaremos los números que nos hablan de las muertes causadas por el "peligrosísimo" tabaco. Aunque antes hemos de hacer una advertencia:
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