domingo, 8 de febrero de 2009

Sobre la fiabilidad de hechos conocidos.




La interpretación de los datos conocidos y su fiabilidad.

Éste es uno de los principales problemas a los que nos enfrentamos a la hora de hacer predicciones, sean sobre sucesos predecibles, impredecibles o no predecibles.

He oido referir, por una cuestión de cercanía, el caso de una persona cuyo nombre desconozco, un hombre de una aldea gallega cuya esposa se llamaba Aurora.

Éste tío se pasaba la vida haciendo planes para su vejez, que imaginaba placentera. Daba por hecho además que enviudaría en plena madurez, lo que le daría una solitaria ancianidad en la que ya no tendría que ocuparse más que de sí mismo y de su placidez. Así, pasaba por el pueblo, se acercaba a la taberna, y contaba sus planes a quien le interesaran:

- Cuando muera Aurora, venderé las vacas.
- Cuando muera Aurora, reformaré la casa.
- Cuando muera Aurora, viajaré Madrid.

Suponemos que el hombre tendría motivos para pensar que así serían las cosas. Quizás Aurora era varios años mayor que él, o mostraba cierta fragilidad física. Quizás habría sufrido ya alguna enfermedad, o acaso ella misma había compartido con su marido su temor a una muerte próxima. Quizás algún médico les había pronosticado que Aurora no viviría muchos años. El análisis de los datos llevavan al buen hombre a una predicción infalible, e inteligentemente se adelantaba al hecho proyectando todo aquello que haría tras el fatal desenlace.

Pocos años después, aún joven, el hombre murió.

Su viuda, Aurora, sin embargo, vivió durante décadas, siendo ella quien disfrutó aquella plácida vejez planeada para el difunto.

Este caso refuerza nuestra tesis de que el conocimiento no es útil para la predicción. Como vemos, tal vez si el hombre ignorara los datos conocidos, como la diferencia de edad, la fragilidad de Aurora y otros, hubiera viajado a Madrid antes de morir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario