Nos visitó hace poco Carlos Aganzo. Para algunos, fue la visita más importante que hemos recibido desde que, allá por siglos desconocidos, se estableció aquí en Pontevedra el primer asentamiento humano. Y eso lo digo a sabiendas de que por Pontevedra también han pasado Castelao, Valle-Inclán, Manolete y Di Stéfano.
Borja Vence, del Hotel Avenida, en el que estaba cómodamente instalado Carlos Aganzo, tuvo la felicísima idea de auspiciar un encuentro entre escritores. Hay que ser algo más que un buen hostelero para hacer algo así, lo que nos demuestra que Borja es además un gran anfitrión.
Y así fuimos a cenar, croquetas de marisco y pescado, Borja Vence, Carlos Aganzo, Ramón Pedras, y yo. Hablamos de Pontevedra, Ramón nos leyó su cuento, "Benito Soto, el último pirata", pasamos luego a contar a Carlos Aganzo nuestra tesis sobre el Colón Gallego, nacido apenas a unos metros del lugar de la reunión. Brindamos por los cronopios (entre los que, me temo, nos podemos contar) y nos fuimos de copas. Seguimos hablando, de literatura gallega, en gallego y en castellano, de la que Carlos sabía mucho más que nosotros, de antiguos talleres literarios, de la dignidad del oficio de escribir, algo sobre lo que también nos enseñó unas cuantas cosas...
Comprendí rápidamente que, como buen viajero y como grandísimo poeta, Carlos Aganzo, en los pocos días que llevaba aquí, había adquirido una visión de nuestra ciudad que algunos tardan años en conseguir y otros no alcanzan jamás. Se llevó un ejemplar de "Benito Soto, el último pirata", y otro de "Colón, Pontevedra, Caminha". Sinceras y agradecidas dedicatorias.
Poco después, el autor de "La hora de los juncos" se fue. Queremos que vuelva siempre, pues nadie nos ha enseñado tanto sobre Pontevedra y sobre nosotros mismos como él. Pero nos dejó una perla:
"Digo, y quienes han estado allí saben bien lo que digo, que Pontevedra es la capital de provincia española con un casco histórico más sorprendente. Sus pazos, sus iglesias, sus calles..., pero sobre todo sus plazas son un prodigio de vida, de sosiego y de buen gusto. Casi como pequeñas salas de estar donde los pontevedreses, siempre al hilo de un clima sin duda más benéfico que el de la mayor parte de Galicia, se reúnen para charlar, para tomar un alvariño o una cerveza o, simplemente, para ver pasar las horas en la ciudad que hizo escritor aValle-Inclán. Descubrimiento de rincones llenos de magia, especialmente al caer la noche (esa noche gallega tan especial y tan cargada de misterio sobre todo para las gentes de Castilla), y charla encendida con amigos que aman esta ciudad casi como a sí mismos, y que la tienen, además, como un tesoro propio; un tesoro que sólo cobra sentido cuando se puede compartir con los demás."
Puedes leer su artículo completo en:
Así es en verdad nuestra ciudad, así es nuestra noche, así nuestras plazas, así nosotros, pero nunca, nadie, había sido capaz de describirlo así. Gran poeta, Carlos Aganzo.
Si buscas un gran, grandísimo poeta, Carlos Aganzo es tu hombre. Y Pontevedra se queda esperando, acaso durante un par de milenios más, una visita como la suya.
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