miércoles, 27 de mayo de 2009
Cómo elegir al corrector de textos adecuado.
En primer lugar debes contactar con varios correctores. Lo ideal es que indiques el tipo de texto, género literario, extensión y formato. Si tu texto es un ensayo técnico o un trabajo histórico, por ejemplo, indica el tema del que se trata.
Lo ideal es tener tu trabajo en soporte informático, aunque si lo tienes en papel, es recomendable que lo hagas saber desde el primer momento.
Pregunta a los candidatos cuál es su forma de trabajar. Es importante que la conozcas con detalle porque de ello dependerá en buena medida el resultado final, y cada corrector sigue su propio método. Lo habitual es que el corrector entregue la corrección terminada y que a lo largo de todo el proceso no haya contacto alguno entre corrector y autor. Ese es un mal sistema que habitualmente produce resultados catastróficos. ¿Qué pasa si no estás satisfecho con el resultado? Generalmente los correctores que trabajan así dan por cerrado el texto en el momento de la entrega. La opinión que tenga el cliente carece de importancia, toda vez que el corrector ya ha cobrado su trabajo, sea éste bueno o malo.
El sistema que yo utilizo y que siempre da excelentes resultados es el siguiente:
Una vez recibido el texto, se divide en varias entregas. Esta división no tiene nada que ver con el desarrollo de la obra. Se trata de carga de trabajo. Una obra de 300 páginas, por ejemplo, se puede dividir en seis entregas de 50 páginas. Se acuerdan plazos de entrega periódicos. Pongamos una entrega semanal, aunque eso variará en función de las necesidades del cliente. En todo caso, es conveniente esta división por entregas. Tú puedes, de esa manera, tener conocimiento de lo que el corrector está haciendo con tu obra (y con tu dinero).
Una discusión recurrente que tengo con otros escritores y correctores es si la corrección forma parte del proceso creativo. Yo sostengo que sí. Rotundamente. El proceso creativo termina en el momento en que se aprueban las galeradas de la imprenta. Y sostengo también que el autor no puede ser ajeno a esa parte del proceso. El autor debe participar en el proceso de corrección, y eso no significa que el corrector no pueda hacer su trabajo con comodidad.
La partición del trabajo en entregas facilita la integración del escritor en el proceso de corrección. Yo hago la entrega comprometida y el autor la lee, hace las observaciones pertinentes y me las envía. Cuando hay diferencias de criterios deben discutirse y argumentarse, y finalmente, debe prevalecer en todo caso la opinión del autor.
No debes entregar tu obra a ningún corrector que no te pueda aclarar cuál será su forma de trabajar, o que no te permita intervenir en el proceso.
El corrector, ya lo hemos dicho, debe ser ante todo lector y escritor. Eso le permitirá situarse en el lugar del autor. ¿Ha publicado artículos, libros? Es importante que se lo preguntes. No te reprimas a la hora de pedirle referencias sobre eso. Nunca contrates a aquel que no pueda o no quiera demostrar que es un escritor. Puede tener una magnífica página web, pero ¿es eso lo que tú buscas?
El corrector debe permanecer en un segundo plano. Siempre. Debes tener en él una confianza absoluta, y, en caso de dudas, exígele que firme un contrato de confidencialidad. Y, sobre todo, nunca olvides registrar tu obra antes de enviársela a nadie.
Otra cosa que debes tener muy clara antes de comenzar la corrección es qué esperas exactamente del corrector. Si consideras que tu texto es lo suficientemente redondo, probablemente bastará con una corrección ortotipográfica. Yo recomiendo siempre añadir la corrección de estilo. Es un poco más cara, pero siempre mejorará el resultado final si trabajas con un buen corrector. ¿Deseas una corrección ortotipográfica, una corrección de estilo o una reescritura de tu obra? Eso nos lleva al siguiente punto.
Otra de las discusiones entre correctores es cuál debe ser el alcance de la intervención. Ese es otro extremo sobre el que debes hablar con tus candidatos. Hay correctores que piensan que su función es rehacer o adaptar tu obra. Lo más sensato es pedir al candidato una evaluación del texto. Enviarle parte de tu obra, o toda ella, y preguntarle qué puede hacer para mejorarla.
Yo soy partidario de que la intervención tenga el menor impacto posible. Entiendo que la labor de un escritor-corrector es muy similar a la del pintor-restaurador. El restaurador de arte tiene un papel muy claro. Devolver al cuadro su aspecto original, reavivar los colores apagados por el tiempo, eliminar las partes cuarteadas, limpiar la suciedad. En definitiva, dejar el cuadro tal como el pintor lo concibió. Arreglarlo, sin que se note que otra mano ha estado pintando el cuadro.
Y esa es una función muy parecida a la del corrector. Debe dejar la obra arreglada, recuperando la idea original del escritor, ayudándole a plasmarla de una mejor manera. Cuando algún pasaje concreto requiera una intervención más radical, el corrector debe consultarla siempre contigo y explicarte los motivos. Se trata de que tu obra sea una obra magnífica, no de que sea "otra" obra magnífica. La corrección de estilo no consiste en cambiar tu estilo, consiste en depurarlo respetando su esencia. Con frecuencia habrás leído algún texto en que una frase o un pasaje te chirría, te parece que rompe la línea estilística marcada por el autor, como si fuera escrita por otra persona. En realidad, está escrita por otra persona. Es el resultado de una mala corrección estilística, hecha por un corrector que no ha comprendido nada, ni cuál es su función, ni el estilo del autor, ni la esencia de la obra. Pretendiéndola arreglar la ha estropeado del todo. Ha cogido un cuadro de Goya y le ha pegado un brochazo. No ha pensado en cómo lo hubiera hecho Goya, sino en cómo lo hubiera hecho él mismo. Puede que ese restaurador sea mejor pintor que Goya (aunque habremos de dudarlo, claro). Si eso cree, que deje su talento para pintar sus propios cuadros, y no para falsear los de otros. Lo mismo sucede con las correcciones de estilo. El corrector debe respetar al autor, ayudarle a ser mejor escritor y conseguir que la obra tenga un acabado inmejorable. Y ello pasa por recrear el estilo original, mejorándolo, pero jamás cambiándolo.
Si optas por una empresa de correctores (no es una buena opción), debes exigir contactar con la persona que ha de hacer el trabajo. Por lo general, lo subcontratan, y ello no sólo lo encarece, sino que pierde toda garantía de calidad. Tras una magnífica fachada suele esconderse un estudiante de 1º de Filología que no ha publicado una línea en su vida y que trabaja a destajo para la empresa de corrección mientras prepara su examen de alemán y repasa sus apuntes sobre literatura burlesca del siglo XVI. Tu obra es la menor de sus prioridades.
Si has encontrado dos o tres candidatos óptimos, dejaremos para otra entrada otro asunto vital: la negociación entre autor y corrector. Ello te ayudará a tomar la decisión definitiva.
www.escritorescorrectores.com
Etiquetas:
Corrector de textos.
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No tengo palabras suficientes para agradecer tu publicación, simplemente ¡Gracias!
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