lunes, 11 de enero de 2010

Manuel Quiroga Losada.








No creo que haya habido jamás un pontevedrés con la proyección internacional que alcanzó Manuel Quiroga. Quizás se le acercó La Bella Otero, aunque sus virtudes y talentos eran tan diferentes que hasta aquí llegan las comparaciones.

Quiroga fue el mejor violinista de su tiempo, y hasta hoy es considerado uno de los más grandes de todos los tiempos. Fue también un gran pintor y caricaturista, pero para mí, reunía otra serie de condiciones de las que nadie habla. Creo que fue uno de los primeros artistas conscientes del poder de la imagen. Ésta que vemos arriba, tomada en los años 20, es una muestra de ello. Si te molestas en ver fotografías de aquella época, observarás que casi sin excepción los fotografiados miran a la cámara con un gesto que va del temor a la desconfianza. A Quiroga le encantaba que le hicieran fotos, y no encontrarás una en la que no salga bien. Fue un ídolo de masas, uno de los primeros también. Hubo conciertos en los que las chicas subían histéricas al escenario para dejarlo literalmente en cueros. Cuando llegó a Nueva York a ofrecer su primer concierto, la expectación que se había creado era tan grande que tuvieron que habilitar el hipódromo. No había otro local en toda la ciudad donde cupiera todo el público que quería ver y escuchar a Quiroga.

Su figura está también en los orígenes del merchandising. Servilletas o corbatas, entre otros productos, llevaban la imagen o el nombre de Quiroga en tiempos en los que la palabra merchandising ni siquiera existía. También fue uno de los primeros artistas que buscó la familiaridad con su público. A pesar de que en todos los carteles se le anunciaba como Manuel Quiroga, la prensa solía llamarle Manolo, algo que sólo podría hacerse a petición del propio Quiroga. Fue, por tanto, uno de los primeros artistas que se despojó de su etiqueta de divo inalcanzable para ofrecer una imagen próxima y familiar. Por eso le adoraban como nunca habían adorado a nadie. Probablemente un caso comparable de fervor popular fue el que años después le llegó a Carlos Gardel.

Recientemente, Milagros Bará ha iniciado una impagable labor de investigación y divulgación de la figura del gran Manuel Quiroga. Parte del material recopilado puedes verlo aquí.

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