El 2 de junio de 1858, el médico José María Ponto fue requerido por el alcalde de Meira, parroquia del municipio de Moaña (Galicia) para firmar un certificado de defunción. La difunta era Dominga Santomé, casada con Francisco Villaverde. Dominga había fallecido durante un parto.
El Dr. Ponto "(...) se negaba á dar el correspondiente certificado de la defunción de Dominga Santomé, porque si bien esta había fallecido de resultas del parto, podria, sin embargo, haber influido en su muerte el mal régimen y malas operaciones del facultativo que la asistia (...) "
El alcalde, entonces, solicita al juzgado una autopsia, para la que reclama médicos, pues no había otro que el propio Dr. Ponto. Pero mientras estas diligencias seguían su curso, el ayudante de Marina de Cangas apareció por el lugar oponiéndose a que se practicase autopsia alguna y, por encima, obligó a los guardias que custodiaban el lugar a retirarse de allí prometiendo que de no hacerlo "las consecuencias serían funestas".
En realidad se trataba de un conflicto de competencias muy habitual en la época. La Marina tenía su propio juzgado y reclamaba su derecho a hacerse cargo del asunto. Por aquellos tiempos todos, alcaldes, gobernadores, jueces y casi cualquiera que pasara por el lugar de un suceso se sentía con autoridad para juzgar lo que fuera. Ello daba lugar a lentos y engorrosos procesos que acababan en una instancia superior, normalmente en el Tribunal Supremo, con sede en Madrid, quien debía dirimir cuál de los postulantes era el competente para hacerse cargo del caso. Aquí, en una esquina, el Juez de Marina de Cangas, y en la otra esquina el Juez de Primera Instancia de Pontevedra. En el caso que nos ocupa, el juez de Marina trataba de hacerse con el caso porque el marido de Dominga, Francisco Villaverde, era marino. La pelea por el cadáver duró largas semanas. Ya que se trataba de investigar si la pobre Dominga había muerto por culpa del médico que la tratara antes de su muerte y por tanto, si había o no causa criminal, la autopsia era obligada y urgente, pero el celo de los jueces impidió que llegara a realizarse.
El 5 de agosto, más de dos meses después de la muerte de Dominga, el Tribunal Supremo falla en favor del juez de Pontevedra, toda vez que ni la víctima ni ninguno de los médicos que la atendieran, posibles encausados, pertenecían a la Marina. Que el viudo de Dominga fuera marino no capacitaba al Juzgado de la Marina a intervenir. Estas sentencias siempre llegaban con gran retraso, cuando la autopsia era ya impracticable. Los cadáveres no podían conservarse durante meses en espera de una autopsia, ni el Supremo se encargaba de que, mientras se decidía sobre el caso, metieran el cuerpo en un tanque de formol o en una cámara, que no las había. Así, cuando el Tribunal Supremo tomaba una decisión lo normal es que el cadáver estuviera ya enterrado. Por encima, el fallo del Supremo no tenía efecto en el momento de ser dictada la resolución, sino que había que esperar todavía a que la sentencia fuera publicada en la "Gaceta" de la Corte, lo que llevaba unos días más.
En nuestro caso, como en tantos otros, una posible causa criminal quedaba reducida a lo que se llamaba "Contienda de Competencia". El Supremo sostiene que, en el caso de Dominga Santomé:
"Considerando que mientras este caso no llegase, y se limitasen, como se limitaban, las diligencias de los Jueces ordinarios, á poner en claro si existia ó no delito que perseguir y castigar, no debió la autoridad judicial de Marina interrumpirles en el ejercicio legal de sus funciones, con grave daño de la pronta administracion de justicia."
La sentencia, en "Jurisprudencia Civil (Segunda Época)", publicada por los directores de la "Revista General de Legislación y Jurisprudencia" en 1859.
Nos quedamos, como en muchos otros casos, sin saber lo más importante, que es si el bebé llegó a nacer y si Dominga Santomé murió a causa de los malos cuidados médicos.
Kiko Veneno nos canta "Memphis Blues Again". Oh, mama, esto puede ser el fin, esto puede ser el fin...
¿no tienes operativo lo de los seguidores del blog?
ResponderEliminarHola otra vez, Don Filiberto. Tengo que reorganizar algún día el blog. Ahora mismo está saturada toda la zona derecha de la pantalla, que suele ser más larga que las propias entradas. Tal como lo tengo, no sé dónde meter nada más.
ResponderEliminarOye Rodrigo, un acierto eso se musicalizar tus entradas, podías contratar al guía del museo y que cantara una de Bisbal.Me preguntan por tu nuevo libro cuenta, cuenta.
ResponderEliminarGracias, Ramón. El libro está casi listo. Yo calculo que en dos o tres meses debería salir, quizás cuatro. Reunire unas 40 historias curiosas que he ido rescatando sobre Pontevedra, muchas de las cuales he publicado en Glub.
ResponderEliminarYa veo que tu blog va tomando cuerpo. Suerte con tu nuevo proyecto.
http://alcaldepedras.blogspot.com