sábado, 24 de julio de 2010

La extraña sensación de Julio Iglesias.


Julio Iglesias despertó aquel día con una extraña sensación. Algo en su interior pugnaba por salir.

- ¿Qué me pasa? -se preguntó en voz alta-, siento algo dentro de mí. ¿Acaso algo que compartir con la humanidad?

Con esa idea en la cabeza acudió a desayunar, pletórico.

- Buenos días, Jarripóter -saludó a su cocinero-. ¿Sabes? Creo que todavía no he dado todo lo que llevo dentro. Mi música ha acompañado a millones de personas en todo el mundo a lo largo de varias generaciones, pero tengo la sensación de que todavía guardo en mí lo más importante, ¿no crees?
- No zé, zeñó -contestó Jarripóter, dubitativo, con su típico acento eslavo-, acazo podría grabar uzté un dizco de reguetón.
- ¿Estás tonto, Jarripóter? -preguntó Julio mirándolo con extrañeza- . ¿Qué disco de reguetón ni que disco de reguetón?
- A mí ez que me guzta el reguetón.
- No es eso, no es eso. Es otra cosa. No sé cómo explicarlo. Es algo que llevo dentro.
- No zé, zeñó.

Aquella extraña sensación se fue acrecentando mientras se comía el copioso desayuno.

Durante las dos horas siguientes llamó a sus hijos, con los que llevaba tiempo sin hablar, a sus mujeres y ex-mujeres, a su representante. Quería compartir con todos su estado de ánimo.

De pronto cayó en la cuenta.

- ¡Ah, carajo! -se dijo, momento que recoge la fotografía superior- ya sé lo que me pasa. ¡Estoy lleno de caca! Y fue a cagar y se le pasó.

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