En el centro de la imagen, una chica lee un comunicado en el que asegura que ETA va a perdonar unas vidas. A su derecha, mietras tanto, su compañero piensa:
- A mí lo que de verdad me gusta son los postres Dhul. Mucho más que los Danone, dónde va a parar, e incluso más que los productos Nestlé. Dhul tiene algo, un no sé qué que qué sé yo. Las cosas son como son, y punto. Yo lo que quiero es que la lucha armada se acabe para poder manifestar con libertad y a voz en grito que la familia Ruiz Mateos tiene un don especial para los postres. Algo hemos avanzado desde aquellos pasamontañas negros y mal cortados. Picaban. Míranos ahora, con estas formidables capuchas de raso, o de terciopelo, no sé qué material será, pero ¡son tan suavitas, Dios, qué tacto! Y de una prestancia que ya quisieran los del IRA en sus buenos tiempos. Eso es distinción, elegancia. Y el color, ¿qué decir del color? Capuchas doradas, a juego con el mantel. Me encantan estas capuchas divinas, divinas de verdad. Se le quitan a uno las ganas de pelear. ¿Serán vascas?; ¿quién las fabrica? Tengo que preguntarlo, porque de algún lado saldrán, digo yo, no creo que las haga el aparato militar. Seguro que tenemos nuestro propio taller de confección clandestino, con todo y diseñador gay. Los colores brillantes llaman más la atención que los opacos, ¿por qué será? Ni idea. Es como los postres Dhul, seré curioso, ¿de dónde sacan esas texturas? se deshacen en la boca, en una increíble sucesión de sensaciones sin fin. Y no vaya usted a creer que solamente hacen los flanes de toda la vida, no. La gama de sabores satisface al paladar más exigente, lo juro. Si es que las cosas son como son, qué le vamos a hacer. ¡Si a veces hasta traen premio en la tapa, caramba! El otro día abro un postre, saco la tapa y viene un código. Entro en la web y voy y tecleo el código, y va y me toca una sudadera, y voy y meto mi nombre y mi dirección y viene la policía y detiene a todo el comando, menos a mí, que había salido a por fruta. La fruta es rica. Los postres Dhul a veces son de fruta, aunque también hay de galleta, de turrón, de vainilla, de queso, de chocolate, lo que no hay es de perro, ni de cordero. El cordero es el marido de la oveja. Bien, el caso es que vuelvo de la compra con la fruta y voy y veo cómo se llevan a mis compañeros y me quedo sin sudadera. Mierda, tenía ilusión, pensé, y me comí la fruta. Dije, ¡qué harían los Ruiz Mateos si pillan esta papaya! Pues algún postre de papaya, seguro. Yo de pequeño creía que la papaya era un animal, como un loro, y un día voy y se lo pregunto a mi madre y va ella y se ríe. Y luego va y se lo cuenta a mis amigas y van ellas y se ríen. Y así. Los sabores, no todos son ricos. El pelo no sabe a nada. Y la pintura sabe fatal. En fin, ya he pensado bastante. Ahora voy a tararear mentalmente mi canción preferida. Sopa de Amor, de Antonio y Carmen:
Glub, te luciste, como siempre.
ResponderEliminarCuando consigues que sonriamos o riamos con un tema humorístico nacido, como en este caso, de algo que no tiene ninguna gracia...Genial.
Probablemente algo así le pase a cada uno de los valientes gudaris de mierda que se escuchan a sí mismo ya sin saber de donde vienen ni a donde van.
ETA é un lastre para as lexítimas aspiracións independentistas de Euskal Herria. Ten que deixar as armas xa e deixar que os cidadáns decidan o seu futuro democráticamente.
ResponderEliminarEstiven mirando en Infojobs e non hai ningunha oferta de deseñador de kaputxas, pero se te enteras de algo, avísame.
ResponderEliminarGenial, como siempre.
ResponderEliminarSugiero que los conflictos se resuelvan comiendo el flan de la Paz.
ResponderEliminarJaaaaaaaaaaa. Bueno, bueno, nunca había imaginado así a un etarra.
ResponderEliminar¿alguien se acuerda de Jon Idígoras cantando una Nana en Vasco en el programa del Loco de la Colina?
ResponderEliminarAnacrónico, como este aviso de que nos perdonan la vida. Gracias Payasos.
Gracias Glub por hacernos ver lo que hay dentro del cerebro de un gudari.
Pensamientos demasiado profundos, impropios de un asesino vocacional, ávido de sangre. Ellos no piensan en postres, no les da el coco para todo eso. Para entrar en el cerebro de un etarra hay que ser, bien un etarra, bien un idiota. Por suerte tú no eres ninguna de las dos cosas, Glub, por lo que a duras penas consigues una aproxiación meritoria. En todo caso, es lo más cerca que ha llegado nadie. Quizás con excepción de Jabois, que los describió hace poco como siples payasos.
ResponderEliminarhttp://www.manueljabois.com/2010/09/la-santa-compana-dice-que-lo-deja-otra-vez.html
A esa xente habería que colgala das ourellas.
ResponderEliminarEu vivín noPaís Vasco e aprendín un pouco das súas tradicións. Agora sei cal é o truco para levantar as pedras mais grandes (cheguei a levantar unha de 140 quilos). Iso non lle ghustaba ó meu mozo Patxi, dicía que era pouco fiminina. Eu díxenlle: Pois tamén sei cortar troncos, o que pasea é que non che ghusta que eu levante mais peso ca tí. Despois diso, leveino de troula a beber pacharán ata que non puido mais e deixeino tirado na taberna e eu fun cunha xente a seghir de txiquitas, que vai moi ben despois do pacharán. Non o volvín a ver. (Ó meu mozo, non ó pacharán)