martes, 22 de marzo de 2011

Manuel Quiroga y el puñetero loro


Pontevedra convivió con dos Manuel Quiroga, bien distintos uno del otro: uno fue un niño que en 1904, con 12 años, abandonaba la ciudad para continuar en Madrid sus estudios de violín; el segundo fue un hombre lisiado, derrotado y enfermo que regresaba definitivamente para morir entre los suyos.

El primero de ellos, el niño, salía de Pontevedra para conocer el mundo y en pocos años, conscientemente, se había merendado al mundo. Fue, sin lugar a dudas, el más universal de cuantos pontevedreses ha dado la Historia. Un joven adorado por doquier, un gentleman, un playboy, un virtuoso al que se disputaban reyes, príncipes y presidentes. Todos querían conocer a Quiroga, que también quería conocerlos a ellos, y su nombre cruzó todas las fronteras hasta convertirse en uno de los hombres más famosos de su tiempo.

Tras cinco años en Madrid, continuó sus estudios en París, donde al poco de su llegada los tuvo que abandonar porque ya no había nada que un profesor pudiera enseñarle. Comenzaron a llegarle los contratos millonarios, las giras mundiales, y su renombre crecía a tempo di allegro sostenuto.

Durante esos años de gloria tuvo ocasión de regresar a Pontevedra unas pocas veces. La ciudad, orgullosa de su violinista, lo recibía con los brazos abiertos: cerraban los comercios, se alfombraban las calles y era paseado a hombros. Manolito Quiroga estaba de visita y eso se celebraba a lo grande. La ciudad estaba en franca decadencia, no levantaba cabeza y había perdido toda esperanza de volver a ser aquella Pontevedra que algunos siglos atrás deslumbraba a Europa por su riqueza y su industriosa pujanza; pero Quiroga, el gran Quiroga, la visitaba, y eso a nuestros abuelos les quitaba hasta el hambre.

La prensa de todo el mundo hablaba sin descanso de Manuel Quiroga; los teatros se quedaban siempre pequeños y los carteles de no hay billetes tenían que colgarse a las pocas horas de ser anunciados sus conciertos. Amasó una merecidísima fortuna e hizo ricos a empresarios, representantes y compañías discográficas. El mundo entero se rendía ante el encanto y el virtuosismo del mejor violinista.

Y mientras tanto, no había día que olvidara a aquella Pontevedra que poco podía conocer. Casi a diario, desde cualquier rincón del planeta, escribía cartas contando sus aventuras y pidiendo insistentemente noticias de su ciudad. Ni en los momentos de mayor gloria, esos en los que cualquiera se olvida hasta de su madre, Quiroga dejaba de escribir su correo: unas cartas deliciosas, cargadas de estilo, de humor y de amor a los suyos.

Tras su maldito accidente en Nueva York, nace el otro Quiroga. El hombre impedido para tocar el violín, el que gasta hasta su última moneda en recuperar ese brazo que no quiere obedecer, el que se desespera cada minuto por no poder ofrecer su arte al mundo entero. Un violinista que se niega a ser ex-violinista, que reclama a los mejores especialistas del mundo para que le ofrezcan una solución, que quiere recuperar el poder sobre su estúpido brazo inútil.

Ese fue el Manolo Quiroga que regresaba a Pontevedra convertido en un anciano prematuro. A su tremenda desgracia se había unido una enfermedad degenerativa que lo consumía por momentos, que, perdida ya la gloria, le arrebataba también la existencia. Venía aquí a eso: a perder la vida, a morir de pena, en el olvido, recordando mientras pudiese quién había sido y quién había dejado de ser.

Dicen que los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla. Ojalá. De ser así, en este medio siglo en el que Pontevedra ha perdido la memoria de Manuel Quiroga, nos hubiera salido otro personaje como él, cosa que no ha sucedido ni sucederá, me temo.

Hemos olvidado a Quiroga en un excelente ejercicio de indignidad inmerecida por él. Ya he escrito alguna vez que formamos parte de la ciudad que sabe quién fue el loro de Don Perfecto pero no tenemos un recuerdo para Manuel Quiroga, el mejor de entre los nuestros. Podríamos ir más allá y añadir que todo lo que sabemos sobre el propio Don Perfecto es que tenía un loro. En eso nos hemos convertido. Acabamos de celebrar, como todos los años, la muerte del puñetero loro, cuya única habilidad era la de imitar sonidos, como todos los loros. Mientras tanto, año tras año despreciamos a ese pontevedrés que extraía de su violín sonidos imposibles y que paseaba con orgullo por el mundo entero su condición de hijo de Pontevedra. Esperemos que en este 50 aniversario del fallecimiento de Quiroga sepamos estar a la altura o definitivamente no tendremos perdón. Y ahora que lo pienso, bien triste resulta que algunos estemos reclamando para Manuel Quiroga el mismo trato que le damos al puñetero loro.

Que nosotros rindamos homenaje a Quiroga no va a engrandecer su figura. No depende de ello. Él será siempre igual de grande aunque no se lo reconozcamos. Pero sí puede ayudarnos a dignificar a nuestra ciudad. Ya no es que se lo debamos a él, sino a nosotros mismos. Hagámonos el favor.

24 comentarios:

  1. Precioso post. Y cargado de razón.

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  2. Me enamore de Quiroga cuando tenia ocho años, fué una profesora de francés y música que nos llevó al museo.

    Tuvironme que arrancarme de la sala, dónde el retrato con su mirada hipnótica me llamaba al estudio del violín. Y así fué.

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  3. No sabía que ibas a publicar aquí tu artículo, así que con tu permiso, vuelvo a colgar l comentario que te dejé ayer:

    Rodrigo, una maravlla el artículo de ayel en el Diario de Pontevedra sobre Quiroga. Me emocionó.
    Conocí a ese último Quiroga siendo yo una niña y me alegra que haya gente como tú reivindicando a nuestro mejor artista. Tu texto es una auténtica preciosidad de principio a fin. Es un privilegio para los pontevedreses contar con gente como tú, que sabe transmitir como nadie y hacer revivir emociones tan intensas.
    A ver si todos tomamos buena nota de todo lo que has escrito en tu artículo. No puedo dejar de leerlo una y otra vez.
    Creo que no me conoces personalmente pero conocí mucho a tu madre que era una bellísima persona y sé que estaria muy orgullosa de poder leer lo que has escrito sobre Quiroga. Ella también fue una gran pontevedresa como lo eres tú y lo has demostrado este domingo.
    Te felicito y te doy las gracias de todo corazón.

    Marisa.

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  4. Agradezco enormemente lo que el anónimo anterior dice sobre nuestra madre. Es un placer ver como caló entre la gente. Bueno, y por mi hermano también.

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  5. Recomiendo la lectura del artículo de Glub tal como salió en el Diario, con el reportaje de Manuel Jabois.

    http://www.manueljabois.com/2011/03/violin-fama-y-olvido.html

    Mis felicitaciones a estos dos grandes escritores y al peiódico por el acierto de haberlos juntado, han hecho un gran trabajo los dos tal como merece el personaje. Un 10 al Diario de Pontevedra

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  6. eso, ya era hora de que os juntaran para algo mas que vuestras famosas borracheras con manel Loureiro jajajajja
    ;-)

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  7. Rodrigo, una vez más, felicito tu entrada, extraordinaria.

    Marisa, agradezco de corazón tu comentario y el cariño hacia nuestra madre que compartes con nosotros.
    Un beso a ambos.

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  8. Me encantó el post. Coincido con Arturo en que se deben leer los dos artículos. Geniales.

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  9. Marisa, dile a mis hermanos que hablan más contigo que conmigo. Acabarás reuniendo a mi familia.

    Si ayer te debía una caña, ahora te debo dos.

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  10. Coincido con todos os comentarios anteriores, gran traballo de Diario de Pontevedra. Como xa me coñecedes non fai falta que diga que mellor sería en galego pero por unha vez non imos a poñer pegas. Penso que o Diario tras unha etapa complicada volveu a recuperar o pulso, con moi bos xornalistas, excelentes colaboracións e unha información equilibrada.
    Como Aruro e Denosiña, penso que mellor é ler xuntos os textos de Jabois e Cota.

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  11. No tenia ni idea de Manuel Quiroga nadie me habia hablado de el. por lo que decis era importante es cierto que el articulo es muy bueno, me da rabia no saber de personas como el de nuestra ciudad

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  12. 2011 es también el 150 aniversario del nacimiento de otro músico pontevedrés internacional, Carlos Sobrino Rivas (1861-1927), perteneciente a una familia pontevedresa pródiga en personajes y tío del pintor Carlos Sobrino. Aunque unos cuantos pasos detrás de Manuel Quiroga en fama, desarrolló una brillante carrera en los Estados Unidos y en el Reino Unido. Bien merece también un recuerdo de los pontevedreses. Se pude encontrar alguna información en:
    http://www.galegos.info/carlos-sobrino-rivas

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  13. Noraboa, rapás. Escrebes coma os anxos, suponhendo que poidan colher un lapis e logho toparan papel no seo.

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  14. Mis padres me hablaban de Quiroga pero no tenía ni idea de la verdadera dimensión que tuvo. He seguido el consejo de algunos y he leído los dos textos directamente en el suplemento cultural de Diario, magníficos trabajos, me apunto a las felicitaciones a vosotros y a Diario de Pontevedra

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  15. GLUB, No ceses en tu cruzada por Quiroga ni en la de Madruga=Colón, independientemente de que llegarán los frutos, a los pontevedreses nos emocionan las noticias sobre ambos personajes.

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  16. Vamos a tratar de poner las cosas en su sitio. Se agradecen los elogios desmedidos, pero el Diario de Pontevedra no me necesita a mí para hacer un suplemento cultural cojonudo como hacen cada domingo. Entre sus profesionales se encuentran algunos de los mejores que tenemos en Galicia hoy por hoy, y lo demuestran día a día. Yo he colaborado en esta ocasión encantado de la vida, como he hecho otras veces.

    Me encanta cómo vienen trabajando, me encantan las columnas de los trabajadores del Diario y las de los colaboradores externos con sección fija.

    Por cierto, celebro la gloriosa venida de Seve Penelas, que escribe y piensa muy bien. Publica en páginas de opinión precisamente los domingos. Antiguo compañero de correrías, además. Lo recomiendo.

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  17. venga glub, te encantan los elogios desmedidos ;-)

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  18. Creo que no hace falta que diga que te has salido con esta entrada
    Una ferviente admiradora

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  19. Eso también es verdad.

    Gracias PHRYNE. Sabes que cuando pasa una semana sin recibir tu visita, aquí nos ponemos todos muy nerviosos.

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  20. Sin quitar mérito a los periodistas y columnistas del Diario de Pontevedra, tu aportación es fabulosa y una pluma como la tuya, digna del mejor medio.
    Modestias aparte, lo sabemos todos, tú incluido.

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  21. Sigo tus publicaciones con regularidad, me parece de lo mejorcito que has escrito, reflejas una realidad palpable de nuestra sociedad, tiene mas atractivo el brillo del oropel, que el valor intrínseco de las personas. Lo importante no merece atención, lo mundano si. Es la realidad.

    Un saludo y enhorabuena.

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  22. Quizás debí añadir que lo que refleja el articulo es que tiene mucho de evocación y sentimiento. Evocacion en recuerdo de alguien grande en el arte de la música, y sentimiento de que ese arte, da la sensación de que se pierde, que el paso del tiempo sirve de alejamiento, del artista y su arte, para quienes debieran recordarle con venerable respeto y reconocimiento.
    También me ha gustado mucho el articulo de Javois, no puedo opinar en profundidad por que no le estoy siguiendo como lo hago en tu glub.
    Un saludo.

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  23. Hola, Francisco. Gracias. Yo también sigo la pista de tu blog, en el que vas dando en el clavo con cada nueva publicación. Un abrazo y a ver cuándo te vemos por Pontevedra de nuevo.

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