viernes, 29 de abril de 2011

Mi cuero cabelludo


Salí aquel sábado de casa a las diez de la mañana.

Yo tenía una idea cojonuda: tomar un café en la cafetería que se encuentra en la esquina de Eduardo Pondal y Uxío Novoneyra. Pero al llegar allí encontré la persiana de la cafetería a medio abrir, o medio cerrar. Mar, la candidata, que salía de casa a la misma hora que yo para irse a trabajar, me advirtió de que el local estaba cerrado. También me lo advertían la lógica y la experiencia. Pero yo, incrédulo, no hice caso. Algo en mi interior me decía que a pesar de las evidencias la cafetería quizás estaba abierta.

Me agaché y entré. Las luces en penumbra y una señora que acaso vislumbré al fondo, limpiando el local, fueron pruebas suficientes: en efecto, el local estaba cerrado. Así que salí. El golpe de mi cabeza contra la persiana fue terrible, y la ciudad adormilada despejóse con el estruendo. En la persiana semicerrada quedaron pegados varios centímetros cuadrados de piel y carne, que yo cogí y tiré al suelo, entregándolos a la tierra, a un barrendero o a una gaviota hambrienta, quién sabe. Tras haber perdido el cabello en mi juventud, perdía así mi cuero cabelludo en una maniobra que admiraría todo el pueblo sioux.

Casi no sangré. Recordé entonces a mi suegro, que de vez en cuando me miraba de arriba a abajo y me decía: "tú no tienes sangre". Un señor muy amable se acercó para comentar el suceso: "la próxima vez agáchese más".

Me comporté como debe comportarse un hombre en esas circunstancias: fingiendo que no había ocurrido nada, a pesar de la gravedad de mi accidente, mortal en potencia.

Pasé los siguientes días enseñando la herida a todo el mundo, para dar asco, con gran éxito.

8 comentarios:

  1. jajajaajaja muy bueno Glub, por cierto ya no estás en campaña? XDD

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  2. el título de la entrada debería ser mi cuero cabezudo porque cabelludo hace mucho tiempo que dejó de serlo. Te dan collejas hasta las persianas.

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  3. Esto se nos va llenando de bobos.

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  4. Quizás así consigas remover las neuronas y que empiecen a comunicarse entre ellas.
    Pobre persiana.

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  5. Te comprendo Glub, siempre tuve mas pelo que tú y en uno de mis lamentables accidentes automovilísticos estrellé mi frente contra el parabrisas.
    Además del dolor por el golpe, ví que los 4 o 5 pelos que tenía de tupé se quedaban pegados a un trocito de piel con sangre en el parabrisas.
    Jamás vilví a ser un rockabillie como ántes.

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  6. Supongo que a estas horas ya debe de haber cicatrizado, yo que lo vi a los pocos minutos de suceder me puso la piel de gallina, hicimos la debida recomendación sanitaria, y el consejo personal de un amiguete. Estas cosas solo les pasa a los calvos despistados, a mi me sucede a menudo con la campana extractora de la cocina, aunque la magnitud de la perdida cutánea suele ser menor, y con la consiguiente reprimenda de la almiranta, es que no miras, que voy hacer contigo, siempre estas igual, etc, etc, etc. "VITA EST"

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