Pegada de carteles

Telmo Martín llevaba una chaqueta verde. Verde césped. Verde césped sintético. Una chaqueta así sólo la viste un daltónico a quien nadie se atreve a decirle la verdad. Él creía que los que iban de verde eran los otros, de ahí su sonrisa. Me fijé. Todos lo saludaban y hablaban con él como si no llevara una chaqueta absurda. No es que yo sea precisamente un experto en eso de la etiqueta y de combinar colores, pero en verdad os digo que esa chaqueta no se la pone uno para pedir votos, ni nada. Yo al principio pensé que esa chaqueta cobraría sentido: que Telmo sacaría de los bolsillos media docena de naranjas y comenzaría a hacer juegos malabares, pero no.

A su lado estaba Lores. Dicen que Lores es el alcalde más simpático que ha pasado por Pontevedra. Eso es lo que dicen los de la prensa: que es una máquina contando chistes. Pero cuando suelta un discurso grita, que lo he sufrido. Da igual que sea en un homenaje al pobre Alexandre Bóveda, en una manifestación o en una pegada de carteles. Él grita. Y no grita a los rivales. Siempre grita a sus seguidores, que no sé por qué le siguen tanto."Non se pode escapar un voto!", gritaba con cara de mala hostia. Un día se va a levantar uno de sus electores: "Como me volvas a berrar o primeiro voto que se vai escapar será o meu, que xa está ben, home, xa está ben".

A Louro ni me acerqué, porque llevaba un rayo láser. A mí esas cosas me dan miedo. Ese tío no puede estar bien de la cabeza. Presentarse a una pegada de carteles con un rayo láser no está bien. Uno empieza así y acaba clausurando la campaña con una bomba de racimo. ¿Quién coño va por la vida con un rayo láser? Para mí que es un genocida: igual si no gana saca su rayo láser y destruye la ciudad. Eso es apelar al voto del miedo, sobre todo entre la gente mayor, que nos criamos en plena Guerra Fría y nos enseñaban a temer al rayo láser, a los anarquistas y a la aviación rusa.