viernes, 10 de junio de 2011

De toros y crueldades


Tirar a una cabra de un campanario no supone un problema de orden moral para el campanario. Ni siquiera para la cabra. Me explico: mientras cae, el instinto de supervivencia advierte a la cabra de que algo no marcha bien. Y la cabra chilla aterrorizada ante una situación anómala y comprometida. Pero para ella no hay diferencia entre ser arrojada de un campanario por unos paletos o ser cazada por una pantera. Su vida vale lo mismo en cualquiera de las dos situaciones, de ahí que no sufra conflictos éticos, que es algo que las cabras desconocen. Las cabras sólo saben hacer cosas de cabras y entre ellas no se cuenta el razonar, y por tanto no mueren preguntándose el motivo, ni juzgando al responsable.

Cuando vemos a un toro morir en la plaza, lo que realmente nos planteamos, reconozcámoslo o no, no es si hacer sufrir a un toro es bueno o es malo. Matamos animales todos los días a centenares de millones y eso no supone un problema para la inmensa mayoría de la gente. El conflicto no es por el toro ni por la cabra: es por nosotros mismos y es entre nosotros. El toro es lo de menos. Quizás hace cuatro años nos hemos comido a una hija de seis meses de ese mismo toro, y hemos celebrado lo tierna y sabrosa que estaba su carne, y hemos felicitado a la abuela por la mano que tiene con el solomillo.

Tenemos la costumbre de marcarnos límites porque tenemos la capacidad de traspasarlos. Consideramos que unos no pueden hacer lo que no nos gusta a otros. Pero no todos ponemos la marca en el mismo sitio. Por ejemplo, yo, de prohibirlas, no prohibiría las corridas de toros por crueles, sino por ridículas: esos trajes de luces, esas monteras, esos paseíllos, esa liturgia, esos pasodobles, esa afectación entre afeminada y viril de los matadores, todo es tan hortera y trasnochado como una falda escocesa, y creo que eso sería razón de peso para ilegalizarlas, como debería ilegalizarse a King África, pero no trataré de imponer mi criterio. He ido a los toros unas diez veces en toda mi vida como mucho y no lo he pasado mal ni bien. Me han dejado sobre todo indiferente. Prefiero una película no demasiado buena a una corrida de toros.

Hacer de la muerte de una cabra o un toro un espectáculo tampoco es un problema. La muerte de un cordero lechal en un matadero supone un espectáculo igual de terrible o más, y el hecho de que no paguemos por verlo no significa que no sepamos que se produce. En realidad, pagamos para que el espectáculo de la muerte se produzca lejos de nuestra vista, para poder comer al corderito como si no tuviésemos nada que ver con su final atroz, lo que quizás sea peor. Y sostener lo contrario sería como aceptar que las corridas se celebrasen sin público, lo que no las haría más ni menos crueles, pero sí más llevaderas para nuestra conciencia.

No es tampoco la violencia lo que nos preocupa. Lo que nos preocupa es que la practique uno de los nuestros. Igual de violenta es la muerte de un conejo a cargo de un lince ibérico. Sin embargo, ese acto lo filmamos y lo vemos embelesados. Incluso le otorgamos un rango de belleza estética insuperable. Entendemos que está en la naturaleza del lince cazar conejos y nos parece precioso que lo haga. Sin embargo nos precería horroroso ver a José Tomás persiguiendo a un conejo por el campo y comiéndoselo crudo. Lo dicho, es un problema entre nosotros.

En cuanto a la tradición, no sé. Las tradiciones me parecen cada año más estúpidas. Hacer algo por el simple motivo de que se hace desde siempre (nada se hace desde siempre, salvo el respirar) es tan absurdo como inventar una tradición para que se cumpla en adelante. Las tradiciones nos gustan cuando son las nuestras, pero probemos a conocer una tradición ajena, un baile bávaro, por ejemplo, y nos parecerá algo esperpéntico. Es igual de ridícula una corrida de toros portuguesa que una española. La diferencia estriba en que el toro portugués no muere ante el público desde que reinventaron la tradición. Lo suyo sería llevar al público al matadero para rematar la faena y dar una oreja al matarife, que mata como matan los toreros: matando.

Escrito todo lo anterior, a mí me gusta la carne: cordero, cabrito, cochinillo, ternera y toro. Y preferiría que la muerte de esos animales no fuese cruel como en los mataderos o en las granjas, ni ridícula como en las plazas de toros, pero sobre todo, me preocupa que la salsa esté en su punto.

11 comentarios:

  1. No me gustan los toros. Nunca he ido a una corrida ni iré jamás. Es algo a lo que no le veo el sentido de espectáculo por ninguna parte (me pasa lo mismo con el boxeo). Tampoco estoy de acuerdo con la crueldad de los métodos de producción de alimentos animales, que pueden tener a una gallina toda su vida en una jaula en la que ni se puede mover, al igual que cerdos o vacas. Y si, tienes razón en que nos importa muy poco a la hora de comer un filete o unos huevos la vida que tuvieron esos animales. Si se piensa en eso, creo que los toros (menos por la muerte que tienen) son unos privilegiados.

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  2. Me gustan mucho los toros, mucho más que los toreros que últimamente dejan mucho que desear, es decir, soy taurina pero respeto a la gente que no le gusta. Lo que ocurre es que desde hace unos años tenemos la mala costumbre de que cuando no nos gusta algo lo terminamos prohibiendo, vease toros, fumar y casi casi tomarte una hamburguesa. Esa es la verdadera grandeza de la democracia que tenemos, lo que no gusta se prohibe. Resulta paradójico ver a los catalanes tener que ir al sur de Francia, y cada vez más, para ver una corrida, como antaño pero con otras cosas. Esperpéntico.
    Y Glub estoy de acuerdo totalmente contigo, el día que ilegalicen a King Africa pido la ilegalización de los toros.

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  3. Tienes razón en casi todo, Glub, pero con eso no dejas satisfechos ni a taurinos ni a antitaurinos, las corridas (de toros) me parecen ridículas y crueles, pero estoy con Phryne en un cosa, no deben prohbirse porque a algunos no nos gusten. Si me prohibieran todo lo que hago y no les gusta a otros, no saldría de mi casa.

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  4. bbbbbbooooooooooooommmmmbbbbbbaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!

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  5. "Lo suyo sería llevar al público al matadero para rematar la faena y dar una oreja al matarife, que mata como matan los toreros: matando."

    ¡OLÉ!

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  6. Estupendo post.A mi el único torero que me gusta es el Bombero Torero, que debe estar muy mayor ya. Rodrigo, te dejo la dirección de mi blog por si quieres echar un vistazo. Si te gusta y me linkas, genial.

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  7. A mí no me gustan las corridas de toros pero tampoco pertenezco al movimiento antitaurino. Solo espero que desaparezcan de una manera lógica, como lo hizo la guillotina.
    Lo de tirar la cabra por el campanario...Es que no puedo ni analizarlo; si me paro a pensar que esa gentuza pertenece a mi especie, entro en crisis y yo en crisis soy todavía más insoportable de lo habitual.
    En lo que difiero por completo contigo (con usted) Cota es en esto: "todo es tan hortera y trasnochado como una falda escocesa" ¡¡¡¡ el Kilt es precioso!!!. No tiene nada de hortera hombre, por favor. Este octubre pasado vi en un pub de Aberdeen a un chico vestido con eso y...Creo que será la visión que recordaré en mi último aliento de vida. Pasé varios días con fiebre rememorándolo y varios meses buscando ofertas de empleo en Escocia.
    Así es que, retire lo de que es hortera por favor.
    Sin embargo, no tendría inconveniente en una corrida en el que el toreado fuese King Africa, con banderillas y todo. Lo que hizo con nuestro "Paquito El Chocolatero" fue una blasfemia imperdonable.
    Saludos respetuosos.

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  8. Gata, si me trata usted de usted mi existencia carece de sentido. Acepto cambiar "falda escocesa" por "bombín boliviano".

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  9. TU molas mogollón, Glub.
    Gracias. PON "bombín boliviano" y que se jodan sus partidarios. Si alguno viene hasta este comentario y se indigna, le invito a una cerveza. Pero la batalla ya la tiene perdida.
    Venga ese indulto a la falda escocesa y el bombín boliviano:¡¡A LA HOGUERA HOMBRE, A LA HOGUERA!!
    (¡Barrabááás, queremos a Barrabááás!)

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  10. Pues estoy de acuerdo en lo de la "cortina de humo" de la ética superficial, pero creo que el problema no es que lo haga uno de nosotros. El problema es el regodeo. Se hace una fiesta a propósito del ensañamiento o del sufrimiento.
    Podría matarse, sin más, al toro, delante de mucha gente. Llega la gente, llena el ruedo, sale el torero, le descerraja un tiro y listos. ¿Por qué no es una fiesta? porque no tiene regodeo, no se hace una historia, una metáfora, un rollo universal de esos "el ser humano domina al mundo". No se ve dificultad, épica... Lo que cabrea (a mí, al menos) es que trinquemos al bicho en cuestión (zorro, león, elefante, toro, cabra) y lo convirtamos en el "sacrificio" que nos haga sentir épicos. Una etapa de la vuelta a España o al Tour no son interesantes si no vemos sufrir a los protagonistas. El sufrimiento nos da la medida de la épica. Hemos cambiado los esclavos y gladiadores por los toros. Y los toros por el balón de fútbol y por el rival de turno en cualquier deporte. No es aceptable demostrar lo poderosos que somos usando a uno de los nuestros si se trata de matarlo. Tiene que ser alguien débil que, de paso, asegure el triunfo, claro. Si siempre perdieran los toreros, estaríamos tan acojonados qeu hace mucho tiempo qeu se hubieran acabado los toros. Saldíamos a matar toros y a exterminarlos como hemos hecho con los demás animales peligrosos y competidores. Lo curioso es que nada de esto nos aleja, como piensan muchos, de la naturaleza. ES nuestra naturaleza. Y muchas otras especies hacen cosas parecidas a su manera. A la competencia hay que cargársela como sea. LEones contra hienas, osos contra glotones... en fin. ME joden las corridas porque sí creo que el dolor es una mierda, es mejor no tenerlo. No yo ni los toros ni las cabras. Ni el pánico es cojonudo. Cuando te caigas, Glub, de un campanario, no creo que te acuerdes de quién te tiró, ni esas cosas. Estarás acojonado por la hostia que te vas a meter, si es que tienes tiempo de darte cuenta de por qué te estás cagando en los pantalones. Lo más probable es que te pase como a la cabra. Si la caída es cortita, sólo te dará tiempo, probablemente a mirar al suelo y ver cómo se acerca y sólo tendras sesaciones, no pensamientos. Vaya, se me despertó la niña! ciao!

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