Los trajes de Camps

Tanta gente hablando de los trajes de Camps como si los trajes no tuvieran sentimientos, sin pensar en ellos, que son los únicos en esta historia que han sabido estar en su lugar y cumplir su cometido de manera responsable.

¿Qué será ahora de ellos? ¿Seguirá poniéndoselos Camps, los regalará, los tirará a la basura? Eso es lo verdaderamente importante.

No sería justo para los trajes terminar sus días vistiendo a un perroflauta o a un yonqui. Esos trajes hechos a medida para Camps con los mejores paños, con elegantes cortes, cosidos amorosamente por un paciente sastre que los hizo con el mayor de los esmeros porque eran para el presidente. Y el presidente se puso aquellos trajes y le sentaron tan bien que decidió seguir con ellos hasta el fin. Luchó por esos trajes perfectos hasta el último minuto, como un general que defiende el territorio hasta que ya no le queda un metro cuadrado por el que pelear, y que al fin entrega la plaza tras larguísimo asedio.

Seguramente hasta los bautizó: "Abrigoso", "Resistente", "Veraniego", porque lo que Camps  hizo por esos trajes muchos no lo harían ni por su madre. Se la jugó por ellos y con ellos, uniendo su destino a ese ejército de leales que han vestido a su líder sin hacer preguntas: "¿soy realmente tuyo, es cierto lo que dicen, amor?"

Nadie va a seguir el destino de los trajes, verdaderos protagonistas del esperpento, los únicos inocentes de toda esta historia, carne de cañón. Los insultos que han tenido que soportar esos trajes no se los merece ni una chaqueta de pana con coderas. Camps no es un caballero, lo son sus trajes.