martes, 25 de junio de 2013

España vs Tahití




Por Manuel Pérez Lourido

Juega España contra Tahití. Este es un enunciado trampa: a fútbol, habría que decir que entrena España contra Tahití.
Nadie se explica como han encontrado en ese país a 11 seres humanos que sepan jugar al balompié. Bueno hay 2 hermanos y un primo, se ve que les habían mandado de fuera un balón por Reyes.
Suenan los himnos, el de España sin letra, como siempre, aunque los españoles mueven los labios como haciendo play-back, son instrucciones de Wert que se empeña en que quedemos como gilipollas en todos los frentes posibles. En Tahití, como no tienen himno, lo suplen tocando la canción del verano del último verano. Son majos como las pesetas. El público brasileño va con Tahití, cuyo mayor logro deportivo de todos los tiempos ha sido marcar un gol a un contrincante que le había hecho seis.
El primer gol lo consigue Torres, por un hueco que le deja el portero. Concretamente, media portería, obcecado en que nuestro delantero tiraría hacia el poste contrario. Sus compañeros lo espabilan a collejas.
Le pitan falta a Albiol por quitarle el balón a un delantero de Tahití. La típica falta por abusar. Silva marca el segundo entre abucheos y lo celebra cabizbajo. Plano de Casillas en el banquillo, maquinando una rajada sobre del Bosque en la intimidad. Torres regatea al portero un poco más allá del centro del campo y golpea el balón mansamente hacia la red. Media hora y tres cero. Calienta el utillero español pero Del Bosque lo sienta a empujones. Corner para Tahití, Ramos le explica a un contrario desde donde tiene que sacar. Asiente bajo los palos a un gesto del muchacho. Reina le cuenta chistes a todos los del área pequeña. El balón va a sus manos mientras repite el final de uno de los chistes entre carcajadas.
Un tahitiano reclama al árbitro manos de Monreal al sacar de banda. Se lo explica Silva, pero no le cogen el acento canario y sale al quite Torres, cuyas indicaciones convencen al tahitiano y lo libran de tarjeta "por vacilar". Llega un balón a Villa que mira desesperado a un lado y a otro y, viendo que no tiene un compañero a quien pasar, no tiene más remedio que marcar gol.
Reina pide una nintendo al banquillo, Javi Martínez unas botas de colorines, Cazorla una coca-cola... el árbitro le saca amarilla por tropezar con un contrario y lanzarlo al suelo abusando de su descomunal poderío físico. El entrenador de Tahití pide la hora en el minuto 40, a ver si cuela; Mata intenta una volea en el aire después de dar un salto para no enfriar. Fin de la primera parte. Del Bosque duda si mandarle a los suyos dar quince vueltas al campo. Se van todos a vestuarios.
Salta al campo un tahitiano clavadito al pintor Gauguin y de pronto uno repara en que hay cuatro como él, con su misma barba y bigote. La huella del francés en la población del país polinésico ha cristalizado en futbolistas con un arte inmenso. Pero será con los pinceles, porque no le dan a un baúl. Hay un Chong Hue que tiene a todos despistados y al que el árbitro pide a gritos el dni por sospechas de choteo. Sale el sevillano Navas cuyo primer centro nadie quiere rematar pero, en un contragolpe, el balón rebota en Villa que logra el quinto. Plano del banquillo y de las miradas asesinas de Casillas a su entrenador, que viene practicando hace meses.
Los de Tahití hacen el tercer cambio pero su equipo ni lo nota. Igual hubiera dado que jugasen con quince. De hecho el capitán pide al árbitro que le dejen jugar con quince y el árbitro contesta, no mesié. El entrenador tahitiano sale del banquillo, desencajado tras el quinto gol, y grita desaforadamente "vamos a remontar, vamos a remontar". El masajista le administra una inyección. Un tal Azpilicueta, español, le da una patada al balón. Juega de defensa lateral y es la primera vez que toca la pelota. Lo celebra con un salto de alegría. Torres da otro al lograr su tercer tanto y dice "la pelota pamí". Villa lo mira con odio. El entrenador de Tahití, semiatontado, ni se inmuta esta vez, su segundo silba la canción del verano, patrioticamente.
Un ayudante de del Bosque observa el juego con prismáticos: le han dicho que hay un contrario jugando con sandalias, pero sólo era un bulo.
España hace el octavo, aparentemente saltándose el séptimo que no sé quien lo ha marcado. Este tampoco, porque ya ni lo celebran. El operario del marcador está sudando porque no tiene dobles cifras en el software. Empieza a buscar un cartón gigante y rotuladores. Quedan aún 25 minutos y se masca una tragedia. Se va Juan Mata sudando lo suyo para aparentar cansancio y entra Cesc preparado para un hat-trick, la mirada torva. El público brasileño corea lemas políticos, renunciando al espectáculo que se ofrece en el terreno de juego. Un jugador de Tahití pierde los nervios y suplica a gritos que le dejen tocar un balón. Le lanzan uno desde el banquillo.Llora con la emoción.Los jugadores españoles presionan la salida del contrario, alguien desliza rumores de lecturas del marqués de Sade en la concentración. Parece confirmarlo la inmediata salida al campo de Iniesta por Cazorla. Tres tahitianos huyen despavoridos. Penalty por mano de un defensa tahitiano. Torres lanza al larguero y todo el campo ruge, el portero lo celebra como si el larguero lo hubiese colocado él. En la siguiente jugada el vengativo Torres marca el noveno gol español. El del marcador va por la quinta tila. Los tahitianos viven una pesadilla amateur contra la campeona del mundo, la mitad de ellos abordan a nuestros futbolistas a cada parón del partido para que les den la camiseta cuando termine aquello. Iniesta ya tiene tres prometidas. Azpilicueta toca por segunda vez la pelota y despierta bruscamente con el lance. Después declarará que estaba soñando de pie con una tarde en el sambódromo.
Un jugador de Tahití sufre un espasmo dentro del área española y sus compañeros, suplicantes, se dirigen al árbitro como perrillos hambrientos. El árbitro también ha leído a Sade y dice que nones.
Silva hace el décimo a dos minutos del final y sacan un enorme cartón blanco con el resultado. España está escrita con hache y Tahití sin ella, pero a nadie le importa. Azpilicueta toca su tercer balón y lo celebra con un mortal y abrazos a compañeros.
Se termina el aquelarre y los tahitianos se abalanzan sobre los nuestros para reclamar sus camisetas.



No hay comentarios:

Publicar un comentario