Por Manuel Pérez Lourido
Llegué
a Nigrán solo y fané. Descangallado ya ando siempre. Quería
asistir a la segunda jornada del Port America 2013 porque tengo una
rodilla operada y un corazón para el rock and roll. Aparqué,
gratis, en un Generador Mundial de Tierra y Polvo que me llenó el
coche de idem y cambié mi entrada por una mierda de pulsera azul.
Dentro, un par de euros por “amaros”, la moneda oficial para
comprar bebida allí adentro. Doy detalles para que se vea que ni
miento ni me arrepiento (de dar detalles). Por allí no había casi
nadie, salvo grupos de gente trabajando en esto y lo otro, de modo
que me dediqué a merodear, que se me da muy bien. Y merodeando,
recorrí entero el recinto, algo que tenía ocho horas por delante
para volver a hacer. Habrá que escribir otro día sobre los motivos
que puede tener un ser humano para pasar ocho horas a solas en medio
de una multitud solo para oir música en directo. Aquí es cuando les
saco lo de la rodilla operada, quiero decir, lo del corazón para el
rock and roll.
Primero
salieron Niño y pistola. Eran solo las siete y llegué a temer que
tocaran solo para mi. Estaba dispuesto a decirles que no se
molestasen, pero fue apareciendo gente aquí y allá y al final
parecíamos público y todo. Diezmado por el tifus o así, pero
público. Luego salieron Souljackets que tienen un vocalista que
parece Joe Cocker de joven, pero sobrio. Y hasta canta parecido. Se
empeñaba en llamarnos brothers a todos y luego hermanos y hermanas y
hacia el final empezó a llamar a la revolución. Yo no sabía donde
meterme, no fuesen a pasar lista.
Luego
salieron Facto Delafé y las flores azules. Yo lo siento, no quiero
faltar a nadie, pero sobre todo no quiero faltar a la verdad: adónde
van con ese nombre? Así sólo pueden hacer pop bobo con rapeados
pueriles y coreografías más pueriles todavía. Pues se metieron a
la gente en el bolsillo. Luego dicen que la gente no es tonta. La
policía no es tonta: a la gente se la engaña como a chinos (como a
chinos tontos). Me aparté para ver el espectáculo desde lejos (y
evitar que me hiciesen una foto metido en aquel chou). Una marea
humana coreaba aquellas pavadas y agitaba los brazos al unísono.
Enrique y Ana con más años comandaban el aquelarre, o sea Facto y
Delafé, o Delafé y las flores azules. No sé, me puse a buscarlo en
internet que para eso pago el móvil pero ni me acuerdo de como iban
los motes o lo que fuesen. Odié formar parte de la raza humana. No
quiero faltar, pero la verdad por delante: aquello era el culto a la
bobada más grande que había visto (yo veo poca tele, qué quieren).
Después
salieron Standstill y aquello fue otra cosa. Viraje de 180 grados.
Tipos barbudos y serios, paneles ojivales en los que fueron
proyectadas pinturas antiguas, pop de cámara (de los horrores) (es
que la sinceridad me pierde) y así. A cada canción se me iba
despejando más el camino por delante (oí pedir silencio a una chica
“que estamos en misa”). Pensé que iba a terminar subido al
escenario, haciendo coros, tras deserción de los de seguridad.
Bueno, supongo que en una sala la cosa hubiese ido más en contexto.
Por lo menos estos creían tener algo más que decir. Terminaron
agradeciendo unos tímidos aplausos, conscientes del mérito que
teníamos los que aún quedábamos para aplaudir.
Llegaba
el turno de los argentinos El mató a un policía motorizado, a
quienes conocía de internet hace un año y por los que llevaba horas
haciendo el mongol allí adentro. Cuatro chavalillos o al menos eso
parecían y un cantante gordo y melenudo, estilo el Hurley de
Perdidos. Y sin embargo hicieron que todos los anteriores pareciesen
niños. Serios, muy a lo suyo, empezaron a descargar electricidad
mientras Santiago, el gordecho, desgranaba sus lacónicas pero
evocadoras letras. Tal vez influido por el nombre del grupo pensé
por tres veces en convertirme en asesino. Concretamente, de ytres
niñatas que se me pusieron al lado y no dejaban de parlotear. Pensé:
la culpa es del de las flores azules, fijo. Oí que alguien decía
que la argentina era la mejor banda de la actualidad en castellano
para J, el de Los Planetas. El J siempre tan comedido. El mejor grupo
de la historia en castellano, y de la prehistoria también. Dejaron
para el final la que me sabía, la del tipo que estaba encima de la
casa con un rifle y fui feliz como una mona.
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