lunes, 29 de julio de 2013

Estar o no estar




Hace más de cien años que se marcó la distinción entre la prensa normal y la prensa amarilla. Desde entonces los lectores, principalmente los del mercado anglosajón, deciden libremente si quieren comer gato o quieren comer liebre. Y allí el amarillismo no tiene nada de malo. Sus consumidores siguen orgullosamente a los medios amarillos, entre otras cosas porque unos y otros son legión. 

Lamentablemente, en España nunca se ha establecido esa diferencia. Los medios se definen aquí como prensa de la seria y el amarillismo se lo lanzan unos a otros a la cara como un insulto. Pero al mismo tiempo, de vez en cuando, aunque sea sólo durante un día, deciden cruzar la línea alegremente pegando un salto al amarillismo. El periódico que pone en su portada la fotografía en primer plano de personas muertas o agonizando, por ejemplo. O el que haciendo una interpretación libre de una nota de agencia se refiere al suceso como un “atentado”. Y las cadenas de televisión que convierten a sus tertulianos habituales en expertos en asuntos ferroviarios que dan lecciones magistrales sobre trenes, vías, trazados, velocidades óptimas y sistemas de seguridad mientras consultan desde el móvil a sus fuentes más fidedignas, que suelen ser tuiteros furiosos. Una tragedia como la que se está viviendo merece un tratamiento informativo mínimamente respetuoso. Lo merecen las víctimas y sus familiares y lo merece el público. (...) Texto completo en Diario de Pontevedra. Estar o no estar.



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