martes, 23 de julio de 2013

EL PRECIO DE LA IMAGEN Y SU ESCASO VALOR






Por Manuel Pérez Lourido

Un día de estos le voy a dar un beso lésbico a mi mujer, ya me las arreglaré como pueda, para colgarlo en facebook como bar refaeli y así copar las redes sociales con mis morros morriñentos (llenos de saudade, quiero decir). Como ya es la cuarta o quinta vez que leo algo sobre esta modelo con nombre de vulgar establecimiento hostelero, y siempre son estupideces que se monta para salir en los medios, me he indignado estilo 11M. Es que yo soy muy de bares y no soporto que se ensucie su buen nombre. Antes la chica había colgado en twitter una foto en un WC en la que simulaba orinar como un hombre (supuestamente para apoyar a gays y lesbianas) y para apoyar a los “nerds” se dio un pico con un actor gordo y con gafas para un anuncio de la superbowl. También anduvo meredeando por can Barca y fueron muy comentadas una foto con Xavi Hernández y un supuesto affair con Gerard Piqué. Siempre colgada del candelabro, vaya.
Todo esto suele pasar cuando tus ansias de notoriedad no están en consonancia con tus destrezas artísticas, pues aparte de su envidiable físico no se le conocen a la modelo israelí otras virtudes. Como vivimos en la época que vivimos, nos tiramos a los enunciados tautológicos (la pela es la pela), aunque voy a evitar el verbo tirar en su versión reflexiva (tirarse) tratándose de bar rafaeli. Quería decir que la peña pierde el oremus por salir en los medios y se tiran (dale) a los reality shows como locos. No les importa morirse de hambre en una isla supuestamente desierta, poñerse trajes de baño ridículos para tirarse (otra) de una piscina con poco salero o ponerse a vivir en una tienda de campaña en la sierra en plena canícula. Lo importante es la pasta y salir en la foto. Aquí pasa lo contrario de lo que advertía Alfonso Guerra: el que no se mueve no sale en las fotos. Si vives de una imagen, en lugar de un oficio o de lo que sea que sepas hacer, tienes que procurar que esta esté siempre en todas partes pues cobras de eso: de que se te vea. No importa cuánto ridículo tengas que soportar: tu forma de ganarte la vida es ridícula en si misma y sin embargo puedes llegar a ganártela muy bien. Hay gente popular que gana un pastón sólo por comparecer en fiestas. Recordemos aquel Jaime de Mora y Aragón, con su calcetín en el bolsillo de la blazer en lugar de pañuelo. París Hilton, que está en esto por puro vicio, ya me dirán, llegó a cobrar medio millón de dólares por ir al LAX club de Las Vegas.
En España pagan bastante menos, pero seguimos sufriendo la presencia televisiva de seres que adornan con su imagen las tertulias y las estropean con sus rebuznos. Perdón, pido perdón a todos los propietarios de burros y a los amantes de los équidos en general.
Lo lamentable de todo esto, lo verdaderamente triste, es que somos cooperadores necesarios en todo este ámbito de negocio. Si no les prestásemos atención, todas estas personas tendrían que empezar a ganarse la vida de otra manera más productiva para la comunidad y dejarían de hacerse muchas tonterías. Y ahora es cuanto todos decimos que no, que nosotros vemos La2.



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