lunes, 19 de octubre de 2015

Cuando Nolo asesinó a Rosa




El sábado 4 de diciembre de 1982, Manuel Crespo, Nolo, se derrumbó ante la policía y confesó el asesinato de su novia, Rosa María Juncal, vecina de Bueu, desaparecida el 29 de agosto. Acompañado de varios agentes y del enterrador, el asesino se dirigió a la finca de su familia en Santo Tomé de Piñeiro, en Marín y señaló el lugar en el que había enterrado el cuerpo. Había plantado un manzano sobre él. Nolo Crespo tenía entonces 17 años y Rosa María 18. Ambos estudiaban en el politécnico de Marín.

El asesino declaró que días antes de la desaparición de su novia, ella le había dicho que podría estar embarazada. Manuel Crespo reconoció que temía quedar en ridículo ante sus amigos cuando el asunto se hiciera público y temía también la reacción de su madre, que no soportaba a la chica. Había planificado el asesinato con precisión. El 29 de agosto los novios quedaron en Seixo para ir a la playa, pero Manuel Crespo propuso un cambio de planes y se dirigieron al río Loira. Una vez allí, en la finca, mientras Rosa se inclinaba para buscar una trucha inexistente por indicación de su novio, éste le asestó varias cuchilladas por la espalda y la remató a pedradas en la cabeza. Había cavado la fosa ese mismo día por la mañana. Tras ocultar el cuerpo, tiró en un basurero algunas prendas de ropa de la víctima y se fue a jugar un partido de fútbol. Posteriormente la autopsia revelaría que Rosa María Juncal no estaba embarazada.

Desde el principio las sospechas de la investigación recayeron sobre Nolo. No así las de sus amigos, que lo consideraban inocente “por tratarse de un muchacho normal, de probada inteligencia y considerado un buen estudiante”, según publicaba El País. Pocas semanas después de la desaparición de Rosa, Nolo ya había sido detenido y puesto a disposición judicial. El juez lo dejó en libertad con cargos. No fue hasta la segunda detención cuando la policía consiguió la confesión. El domingo 5 de diciembre se celebró el entierro, que fue multitudinario. Tras él, los vecinos se dirigieron a la casa de Carmen Fernández, la madre del asesino. No estaban de acuerdo con la versión policial, que consideraba al detenido único responsable. Creían que tanto su madre como el párroco de Santo Tomé de Piñeiro eran copartícipes o encubridores de los hechos, algo que nunca pudo demostrarse. 

La tensión se fue acumulando. El miércoles 8 los vecinos, a través de una emisora de radio, fueron convocados a una nueva manifestación. Otra vez se dirigieron a la casa de Carmen Fernández. Algunos arrojaron piedras a las ventanas y consiguieron forzar la puerta de entrada. Se propuso un linchamiento. Una vez dentro no encontraron a nadie, pero destrozaron la casa. La policía dispersó a los manifestantes lanzando disparos al aire. Las sospechas sobre la madre se soportaban en dos hechos: primero, la manifiesta animadversión que sentía hacia la víctima y su oposición al noviazgo entre los jóvenes; en segundo lugar, cuando el padre de Rosa María acudió a ver a Carmen al día siguiente de la desaparición para preguntar por su hija, ésta lo recibió “hecha una fiera”. Era conocida la perniciosa influencia que Carmen Fernández ejercía sobre su hijo Nolo.

No es fácil el seguimiento posterior de los acontecimientos. El 5 de octubre de 1983 Manuel Crespo, Nolo, fue condenado por la Audiencia provincial a 20 años de reclusión. La noticia aparecía al día siguiente en la prensa. El diario El Burgalés la recogía junto a otros dos breves escalofriantes: una joven de 21 años, natural de Velada (Toledo), era condenada a un mes y un día de arresto por provocarse a sí misma un aborto; otra joven denunciaba que había sido expulsada del concurso de “Maja de Gran Canaria” por ser madre soltera.

El atroz asesinato de Rosa María volvió fugazmente a los medios tras la desaparición de Sonia Iglesias en Pontevedra. Ambas habían desaparecido tras ser vistas por última vez con sus parejas y tenían otro elemento en común. Uno de los investigadores que se encargaban de la desaparición de Sonia era Evaristo Pérez, el mismo que había resuelto el caso de Marín, lo que generaba ciertas esperanzas de una solución que no ha llegado hasta la fecha.

En 1983, el grupo Siniestro Total versionó una canción de Dead Kennedys. Para adaptar la letra se inspiraron el en asesinato de Rosa María que había conmocionado a Marín.

No los has visto caer,
no los has visto crecer,
no lo podrías creer.

Nolo Crespo despertó
y se sintió mucho mejor,
escucha ahora su voz.

La luna brillará sobre la Escuela Naval.







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