miércoles, 10 de junio de 2009

Woody Allen. El perfecto relato humorístico.


Debemos aclarar, ante todo y para quien no lo sepa, que Woody Allen, antes que actor y director, es escritor. Sospecho que, en realidad, dirige películas como una excusa para poder escribirlas. Por ello he elegido un brevísimo relato de Woody Allen para ejemplificar el perfecto relato humorístico. Nos llevará apenas unos segundos leerlo:

"Una música insufriblemente exquisita suena al levantarse el telón, y vemos los bosques en un atardecer de verano. Un cervatillo entra danzando y mordisquea lentamente unas hojas. Va con indolencia a la ventura por el suave follaje. Pronto rompe a toser y cae muerto."

Si analizamos a vuela pluma el relato, comprenderemos que tiene todos los elementos necesarios para contar una historia, a pesar de la brevedad: Principio, nudo y desenlace.

Incluso el autor se permite el lujo de dedicar casi la mitad de su relato a ambientar la escena. Hasta nos indica qué banda sonora debemos imaginar: "Una música insufriblemente exquisita", invitando así al lector a involucrarse en el texto, primera condición indispensable para una buena relación autor-lector. No nos queda más remedio que situarnos en una escena tipo Disney, que, a modo de introducción, nos conduce directamente al principio del relato en sí. Ya tenemos la música, y unos bosques en un atardecer de verano, con lo que además estamos ante una situación temporal. Sabemos ya dónde y cuándo se desarrolla la escena bucólica. Bien. El cervatillo aparece en escena (telón alzado), danzando (al son de la música insufriblemente exquisita) y comienza a mordisquear lentamente unas hojas (principio). Con ello pasamos a la acción que hace las veces de desarrollo o nudo de la trama. El cervatillo va con indolencia a la ventura por el suave follaje. Ya nos conduce a un final incierto y absolutamente inesperado, con lo que ha conseguido, de momento, todos los objetivos esquemáticos tradicionales que debe cumplir cualquier narración. Ahora es el momento de proporcionar un desenlace hilarante. De todos cuantos finales podamos imaginar para el relato, sólo un genio del humor puede encontrar el más efectivo. El cervatillo, de pronto, rompe a toser y cae muerto.

Nunca hemos visto a un cervatillo sufriendo un golpe de tos. Por ello la escena tiene esa eficacia demoledora e insuperable. Y el cervatillo muere.

No podemos saber si Woody Allen lo escribió de una manera planificada, buscando el relato humorístico perfecto, y reuniendo todos los elementos imprescindibles o si lo hizo tras experimentar un instante de inspiración. Sea cual sea la respuesta, consiguió el resultado deseado.

Incluso los numerosos detractores de Woody Allen sabrán reconocerlo.

El texto está extraído de su muy recomendable obra "Sin plumas".

rocogo2005@hotmail.com
rocogo2005@gmail.com

http://cristobal-colon.com
http://colon-gallego.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario