viernes, 7 de agosto de 2009

El primer zombi de Pontevedra. Que sepamos.

En la anterior entrada hablábamos de ciertos pontevedreses que, durante la epidemia de cólera de 1854, se dice, fueron enterrados en vida. Decía yo, con cierta temeridad, que entonces los vecinos de nuestra ciudad empezaron a creer en los zombis. Pues no, no fue entonces. Encontramos, al menos, un precedente muy anterior.

En 1759, un fraile llamado Jerónimo Feijóo y Montenegro, amigo del Padre Sarmiento, del que ya hemos hablado algo, escribió una obra titulada "Cartas Eruditas y Curiosas". La Carta Octava, se titula: "Sobre los que son enterrados vivos", y comienza así:

"Con ocasión de haber enterrado, por error, à un hombre vivo en la Villa de Pontevedra, Reino de Galicia, se dan algunas luces importantes para evitar en adelante tan funestos errores."

Luego, el Padre Feijóo entra en detalles: el tío, un escribano cuyo nombre no nos menciona, sufrió un lamentable accidente cuyos pormenores tampoco son descritos. Simplemente, el escribano "dió consigo en tierra, privado de sentido, y movimiento". El médico que lo atendió certificó su muerte y apenas pasadas catorce horas desde el fatal suceso, enterraron al pobre escribano. Al día siguiente, alguien se dio cuenta de que "la lápida que le cubría estaba levantada tres, ò cuatro dedos sobre el nivel del pavimento".

Abierto el sepulcro para ver qué había sucedido, encontraron al pobre escribano en una posición diferente a aquella en la que lo habían dejado, con un hombro "puesto en amago de forcexar", lo que evidenciaba que el pobre hombre había despertado y había intentado salir de su inopinado encierro, seguramente con idea de pedir amablemente explicaciones al médico que lo había dado por muerto, así como a la madre del médico.

Hasta ahí llega la historia que nos cuenta el Padre Feijóo. Luego pasa a aleccionar a los médicos incompetentes, a quienes llama brutos e insensatos. Los médicos, según Feijóo, se daban prisa en enterrar a los difuntos por miedo a la putrefacción de la carne, y tanta premura ocasionalmente podía dar lugar a errores como el cometido con nuestro escribano. Y se pregunta el fraile, con lógica aplastante:

"¿No estamos oliendo, y aun comiendo diariamente carnes, y pescados, tres, ò quatro dias despues de muertos, quando ya se percibe su olor à quatro, ò seis pasos de distancia, sin que esto nos ofenda?"

Cierto que técnicamente nuestro escribano no es un zombi, pues un zombi es un muerto viviente. Pero he comprobado que la palabra "zombi" dispara las entradas en los blogs.

En homenaje a nuestro escribano pontevedrés enterrado en vida, un fotograma de "La noche de los muertos vivientes", excelente película de George A. Romero. Estuve dudando entre ilustrar la entrada con el zombi o con un retrato del Padre Feijóo. Lógicamente, dejamos al padre Feijóo para mejor ocasión.


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