jueves, 17 de septiembre de 2009

Dos pontevedreses en los orígenes de la anestesia.


En los anales de la medicina figura el Dr. Enrique Marescot Iglesias (1880-1962) como uno de los grandes pioneros en la utilización de la anestesia. Por ello no nos detendremos demasiado en él, pues sus méritos están ya sobradamente reconocidos. Digamos simplemente que el pontevedrés Marescot, una eminencia, fue quien introdujo en España el aparato de anestesia Ombrédanne, en 1925, siendo el primero en utilizar tan innovadora técnica. Y añadamos que fue de los primeros también que elaboró una extensa estadística, también en 1925, sobre mil casos operados con raquianestesia lumbar, sea eso lo que sea. Todo lo anterior yo no lo sabía hasta hace apenas unos minutos. Lo extraigo de "Historia de la anestesia en España", obra de un señor que se llama Joaquín Cortés, quien supongo yo, no es la misma persona que el artista del baile flamenco de igual nombre, aunque tampoco lo podemos asegurar.

Pero mucho tiempo antes, exactamente en 1846, otra persona de Pontevedra desempeñó un papel importantísimo en los primeros experimentos con anestesia realizados en España. Con qué facilidad olvidamos en ocasiones a quienes tanto debemos. Nos referimos a la paciente Rosa Rodríguez, soltera, de 30 años, natural de Pontevedra, quien "tenía un escirro enquistado de la piel, del tamaño de un guisante". Parece poco mérito, pero no lo es. Fue una de las seis primeras personas operadas en España con anestesia. Por aquella época se experimentaba con éter, y el pionero en la técnica era el Dr. Olivares, quien difícilmente hubiera podido extirpar el guisante a Rosa de no haberlo tenido ella. Conocemos los detalles de la operación gracias al "Boletín de medicina, cirugía y farmacia", publicado por la Sociedad Médica Oficial de Socorros Mutuos, que incluye un informe del propio Olivares:

"El mas ligero contacto le causaba dolores vivisimos. Se la sometio á la inhalacion de los vapores del éter, dejandola completamente insensible á los cuatro minutos, siendo tan marcado este estado que los mas rudos manoseos, las mas fuertes presiones sobre el tumorcito no producen sensación á la enferma. Se le extirpó el tumor. (...) Hablaba en medio de todo como si soñase; pero sus palabras eran inconexas, sin relacion con lo que la pasaba."

La cosa no quedó ahí, pues al parecer Olivares se aficionó a su conejilla y once días después vuelve a operarla, ésta vez en un ojo. Ya no fue tan bien como la vez anterior:

"A los once dias la hice la tenotomía ocular, obligándola á que inspirase el eter como la otra vez. Cedio con la mayor repugnancia, y recordaba lo que sufriera. (...) Desde el momento que pellizqué la conjuntiva empezó á quejarse y continuó todo el tiempo de la operación. Atontada y muy incomodada estubo todo el tiempo, quejándose de dolores en el ojo. Aunque tardó bastante tiempo, la curacion fue completa en ambas operaciones"

Rosa Rodríguez, la sufrida paciente que tanto ha dado al avance de la anestesia. Pontevedresa a quien no debemos olvidar.

Ilustramos con una fotogafía del Iztaccíhuatl, volcán mexicano conocido como "La Mujer Dormida". Valga como doble homenaje a nuestra pionera Rosa Rodríguez y a nuestros lectores mexicanos, que ya son unos cuantos.


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