martes, 22 de septiembre de 2009

Trahamunda, Star Trek y la Universidad de Innsbruck.


















El fenómeno del que hablaremos hoy es conocido como "teletransporte", aunque existen otras variantes, como teleportación o teletransportación. Elegiremos la primera de las opciones para referirnos al transporte instantáneo a largas distancias sin mediación de vehículo.

En ciencia-ficción, al parecer, es conocido desde los años treinta del pasado siglo, aunque se puso de moda gracias a la serie Star Trek.

Spock, medio humano y medio vulcano, y sus amigos, se teletransportaban de un lado a otro gracias a una ingenioso sistema futurista. Se situaban de pie dentro del aparato y su imagen se desvanecía para aparecer al momento en el lugar deseado. Pero eso, no nos engañemos, no sucedía en realidad. Era un truco, televisivo al principio y cinematográfico después.

Recientemente, un señor que se llama Anton Zellinger, de la Univesridad de Innsbruck, ha conseguido gracias a la física cuántica, teletransportar unos fotones. Vaya mierda. Para ello, suponemos, Zellinger cuenta con un presupuesto multimillonario y tiene a su disposición a los mejores cerebros del mundo, todos ellos dedicados durante años, acaso décadas, a la consecución de tan escueto resultado. Teletransportar fotones.

Santa Trahamunda, natural de Poio (Pontevedra), había llegado mucho más lejos que los tripulantes del Enterprise y la Universidad de Innsbruck juntos. Y lo hizo hace más de mil años, sin artificios ni máquinas ni conocimiento alguno de física, y sin invertir un céntimo.

Sucedió, según diversas fuentes, entre los siglos VII y X de nuestra era. Incursiones marítimas de vikingos y sarracenos asolaban nuestras costas a menudo. Llegaban, saqueban, incendiaban, asesinaban, secuestraban y se largaban con su botín, riéndose abiertamente de nuestros ancestros, que quedaban aquí apagando los incendios con sus lágrimas y clamando contra la injusticia. La cosa se arregló cuando el arzobispo Gelmírez montó una flota para repeler los ataques enemigos, pero esa es otra historia.

Varios autores cuentan el caso de Trahamunda. Unos de ellos, el padre José Francisco de Isla (que vivió en Pontevedra y de quien tendremos que hablar un día), en su traduccion de una obra de Juan Croisset, lo detalla así:

"En el tiempo que Córdoba estaba dominada de los moros, fue llevada cautiva á aquella ciudad una doncella de Galicia llamada Trahamunda, criada en las cercanías de Pontevedra, y á lo que se echa de ver, religiosa del Monasterio de San Martín, que estaba junto a esta villa"

Trahamunda, como es natural, no se encontraba a gusto secuestrada en Córdoba y viviendo como esclava entre paganos. Echaba de menos su tierra. En vísperas de la festividad de San Juan, que se celebraba y se celebra en Poio, según Ricardo Landeira, ("La saudade en el renacimiento de la literatura gallega"), Trahamunda quería estar presente en la fiesta:

"Y en sus súplicas pidió a Dios que hiciera un milagro para poder participar en ella. Accedió el Señor a los ruegos de la sierva y a la mañana siguiente amaneció la joven a las puertas del monasterio (...)"

Así, nuestra santa celebró con natural alegría el fenómeno uniéndose la fiesta, y todos los vecinos se asombraron ante milagro de tal magnitud y juntos bebían vino de la tierra y daban la bienvenida a Trahamunda sin parar de bailar al son de los instrumentos propios de aquella época.

Trahamunda, quien hoy es patrona de los que sienten morriña, traía consigo una palmera pequeña, que plantó cerca del monasterio y allí creció y permaneció hasta 1578.

Así, decimos a los guionistas de futuras entregas de Star Trek, y sobre todo a los geniecillos de la Universidad de Innsbruck que no pierdan el tiempo ni el dinero (sobre todo el dinero) en tonterías de teletransportar fotones. Si quieren teletransportar algo, incluso si quieren teletransportarse ustedes mismos, tomen buena nota y hagan como Trahamunda. Sólo tienen que desearlo con todas sus fuerzas. Es gratis. Menos aparatos y más fe.

Arriba, imágenes de Spock y del sepulcro de Trahamunda, que hoy se conserva en el Monasterio de Poio.

rocogo2005@hotmail.com
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