jueves, 31 de diciembre de 2009
31 de diciembre.
Antiguamente, el 31 de diciembre no era fecha de celebración. Si bien significaba un cierre de año y el comienzo de uno nuevo, no veían nuestros antepasados motivo alguno para reunir a la familia para que todos vieran cómo un cuñado o un sobrino se abría la cabeza al bajar las escaleras, borracho perdido y luego reía como un bobo con la cara ensangrentada camino del hospital más cercano.
El 31 de diciembre de 1228, por ejemplo, se dice que Jaime I de Aragón conquistó Mallorca, tomando de las barbas al moro que la tenía. Hoy, nuestros reyes también toman Mallorca todos los años, pero lo hacen en verano para navegar. El Rey y el Príncipe de Asturias navegan y sus consortes los ven desde un yate. No tenemos noticias de que tomen de las barbas al presidente de la Comunidad Balear para arrebatarle la isla, aunque podrían hacerlo, al menos de manera simbólica.
También servía el 31 de diciembre como referencias estadística. Por ejemplo, sabemos, por un libro titulado "La provincia de Gerona: datos estadísticos", de un tal Pedro Martínez Quintanilla que tal día como hoy, en 1860, en Girona se contabilizaban 39.469 niños abandonados y el índice de mortandad entre ese grupo había sido del 21.04%. La provincia que presentaba un menor número de abandono era la de Pontevedra.
En la obra "España Sagrada" solamente se menciona la fecha de hoy para tratar de dilucidar si era el día adecuado para celebrar la invocación de Santa Columba. El caso es que había otra santa en Francia que se llamaba igual y se celebraba el mismo día, que ya es casualidad.
En 1610 el duque de Ureña escribe al rey diciéndole que ya está en Nápoles y espera buen tiempo para viajar a Palermo. Nada de Feliz Año, ni cosas; en 1879, Thomas Edison probó su bombilla tal día como hoy, mismo en el que el emperador Hiro-Hito anunció a los japoneses y al mundo que su origen no tenía procedencia divina, algo que los japoneses y el resto del mundo sabían de sobra y no se molestaron en discutir.
Hoy, sin embargo, se celebra el fin de año como una fecha especial. Hay dos excepciones, que son, a saber, los corredores de maratón y los saltadores de esquí. Ellos, en el fondo, odian a sus suegros, pero necesitan una excusa de verdad para no cenar con ellos.
Feliz año. Y vete a la Misa del Gallo y de ahí de vuelta a casa, que es lo que tienes que hacer, o mañana pedirás entre vómitos un remedio para la resaca, que no es la mejor manera de empezar una nueva vida, o eso creo.
Me advierten varios lectores (gracias a todos, aunque con uno hubiese bastado). La Misa del Gallo, dicen, no se celebra en fin de año, sino en Navidad. Tienen razón, yo no entiendo de esas cosas. En todo caso, a misa y a casa.
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