viernes, 15 de octubre de 2010

Sanjurge clavado a su caballo.


Sucedió durante la expedición que, al mando de Hernando de Soto, se ocupó de explorar la Florida y muchos otros de los actuales territorios de los Estados Unidos. Quien se encargó de contarla fue Inca Garcilaso de la Vega, uno de tantos cronistas de Indias, mestizo hijo de padre extremeño y madre peruana, princesa para más datos.

Formaba parte de aquella expedición:
"(...) un soldado, natural de Galicia, llamado Sanjurge (...), y por haber sido hombre notable, será razón digamos algunas cosas suyas (...)"
Pero antes de proceder a contar la historia de Sanjurge, advierte el Inca Garcilaso que la somete a la consideración y corrección de la Santa Madre Iglesia, se declara catolicísimo  (que es mucho más que católico)  e indigno hijo de la misericordia de Dios, como tú, querido/a lector/a. Y ya curado en salud, comienza Garcilaso con el extraordinario relato:
"Yendo Sanjurge  por medio del arroyo, le tiró el indio de entre las matas un flechazo, tan recio, que le rompió unos calzones de malla, y le atravesó el muslo derecho, y pasando las tejuelas, y bastos de la silla, llegó a herir al caballo con dos dedos de flecha. El cual salió corriendo del arroyo a un llano, echando grandes coces, y corcobos, por despedir la flecha, y a su amo, si pudiera."
Así, Sanjurge quedó literalmente clavado a su caballo. Los compis de Sanjurge cogieron al animal (el caballo) y lo llevaron al cuartel, que estaba cerca, donde consiguieron levantar un poco el muslo del gallego y cortar la flecha. Una vez hecho eso, dejaron a Sanjurge allí tirado, en el llano "a beneficio de su habilidad". Ya dos veces anteriormente había sido herido, una en un pie, que tardó cuatro meses en curar y otra en una rodilla.

Cuando la herida de la rodilla, se le había quedado allí clavada la punta de una flecha. El cirujano que se la extrajo le causó tal dolor que Sanjurge prometió que se dejaría morir antes de que ese tío le intentara curar otra herida. Por su parte, el ofendido cirujano contestó que efectivamente, de darse el caso, dejaría morir al caballero gallego sin tratarlo.

El cirujano y Sanjurge tenían otro motivo de discordia, pues Sanjurge practicaba el intrusismo. Curaba heridas:
"(...) con aceite, lana sucia y palabras que llamaba de ensalmo, que en este descubrimiento había hecho muchas curas de grande admiración, que parecía tener particular Gracia de Dios para ellas (...)"
Resulta que durante una batalla anterior se habían quemado el aceite y la lana sucia, por lo que Sanjurge había tenido que interrumpir su actividad como curandero, que imaginamos no debía ser muy del agrado del cirujano.

Así, tenemos a Sanjurge abandonado a su suerte. Ni él quiso llamar al cirujano ni el cirujano acudir en auxilio del herido, lo que demuestra que ambos eran hombres de palabra. Sanjurge decidió curarse a sí mismo. Y sigue  el cronista:
"(...) y en lugar de aceite tomó unto de puerco, y en lugar de lana sucia las hilachas de una manta vieja de indios, que muchos días había que entre los castellanos no había camisa ni cosa de lienzo. Y fue de tanto provecho la cura que se hizo que (...) al quinto día, caminando los nuestros, Sanjurge subió en su caballo, y para que los españoles viesen que estaba sano, corrió por un lado y otro del ejército (...)"
No contento con eso, para asombro de todos sus compañeros y rabia del cirujano, Sanjurge se armó de chulería, y mientras cabalgaba ante ellos, gritaba:
"¡Dadme la muerte, cristianos, que os he sido traidor y mal compañero, que por no haber yo querido curar, entendiendo que la virtud de mis curas estaba en el aceite y la lana sucia, he dejado morir más de ciento y cincuenta de los vuestros!"
El eufórico Sanjurge debió convencerse, a juzgar por su razonamiento, de que su talento como curandero no dependía de la terapia, que tanto daba aceite que unto de puerco. Era un don divino, aderezado con aquellas "palabras que llamaba de ensalmo", y así lo debieron aceptar los demás, hasta hacer decir a Inca Garcilaso que "parecía tener la Gracia de Dios".

No existen más referencias a este caballero gallego, o si existen yo no las he encontrado. Pero quedémonos con Sanjurge, el hidalgo curandero que quedó clavado a su caballo, que por cierto también se curó en cinco días. La crónica de Inca Garcilaso de la Vega sobre la expedición de Hernando de Soto podemos leerla en magnífica edición de 1722.



Hernando de Soto es el gallardo señor cuya imagen preside este texto, que amenizamos con música del genial humorista y cantante mexicano Eulalio González "Piporro". La canción: "El Cascarazo" ¿por qué? No lo sé.

18 comentarios:

  1. Me gusta mas como lo cuentas tu, el libro de Garcilaso me parece infumable.Lo intentare otro dia. Gracias por el enlace.

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  2. Curioso relato. Non sei de onde sacas todas esas historias tolas, pero pagan a pena. Tampouco sei de onde sacaches ao Piporro ese. Penso que quedaría mellor o teu post con música galega, xa que falas dun galego, e deixaren a Piporro para mellor ocasión. Parabéns de novo.

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  3. Una gran historia y muy bien contada, te felicito por tu blog, que me parece de lo más entretenido que se puede encontrar y también por tu último libro, me lo han ragalado la semana pasada y es muy bueno, me gusta la facilidad y el tono divulgativo y ameno con el que tratas la historia y nos acercas a nuestro pasado

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  4. Seguro que algún filólogo nos podría aclarar sin sanjurge, es una deturpación, de sanjurjo o sanxurxo.

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  5. Muy buena historia, tampoco me veo yo leyendo el libro de Garcilaso pero me alegro de que nos lo cuentes tú que tiene más gracia.
    La canción del Piporro insuperable!!

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  6. Galizán, Ana M y Alegría del Hogar, gracias por vuestra visita y vuestros comentarios, que siempre son bienvenidos. A Ana M es la primera vez que la vemos por aquí, así que le damos una calurosa bienvenida. A Galizán y Alegría del Hogar les daremos un día el premio a la constancia.

    Don Filiberto, no he encontrado ninguna otra referencia a este Sanjurge, y lo lamento, pues parece un personaje peculiar. Puede que como el propio Hernando de Soto no haya sobrevivido a la expedición, pues encuentro varios documentos referidos a Relación de Servicios de otros miembros del "equipo", pero ninguna sobre el propio Sanjurge, ni Sanjurje, ni Sanxurxe ni nadie parecido. Podemos suponer que Inca Garcilaso, que no estuvo presente, escuchara o escribiera mal el nombre, aunque teniendo raíces gallegas, como la mayoría de los extremeños de su época, parece raro. En el escudo de este Garcilaso figuran las armas de Sotomayor, Ulloa, Figueroa y creo recordar que alguna otra familia gallega. Y muchos otros gallegos iban en esa expedición. Me inclino a pensar, sin más motivos que los expuestos, que el apellido está escrito correctamente. Puestos a divagar, está claro que Sanjurge era caballero (iba a caballo) y por tanto hidalgo como mínimo. Pero no existiendo en aquella época en Galicia el apellido Sanjurge, lo supongo descendiente de portugueses. En Portugal se encuentra una localidad llamada Sanjurge en la comarca de Chaves, muy ligada a Galicia. Con todo este rollo, como ya estás adivinando, pretendo explicarte que no tengo ni puñetera idea de quién carallo era Sanjurge. Tú sabrás disculpar mi ignorancia y la extensión de mi inútil respuesta. Un abrazo.

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  7. siempre me divierto con tus historias, que a la vez son divulgativas. Ahora ya sé lo que hacer si tengo una herida. El aceite lo tengo, pero tengo que buscar lana sucia.

    Lo del Piporro se avisa. No sé si algún día lo podré superar.

    Saludos y suerte en tu conferencia.

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  8. Glub, ghustaronme moito as últimas cousas que escribiches. Leínas aghora porque acabo de vir dunha viaxe cun noivo que botei na Luna.
    Todas moi boas.

    Fíxome moita ghrasia a cansión do bighotes ese que puxeches na foto. Nos anos 60 tiven uns amoríos cun mexicano con bighotes, que traballaba no sirco. Paseino moi ben porque fun de xira por Barselona e todo por ahí. Era o magho e mais era domador de tighres, pero penso que lle daban medo porque o que era arrimarse non se lles arrimaba moito. Os tighres non eran moi ghrandes, debían ser os mais debiles da camada. Un día un deles (soio tiña dous, era un sirco pobre) botoulle a sarpa e soio lle rompeu a casaca dourada de Anxélico, o meu noivo,e fíxolle sanghre. Non foi nada, dempois cureille eu con augha osixenada e case nen lle fixo burbullas. Pero Anxélico empezou a berrar coma un tolo e logho desmaiouse, penso que a media ducia de rapases que estaban vendo a funsión non o esquecerían na súa vida.
    Mentras el estaba a queixarse sen traballar, fun eu e collínlle o número dos tighres. Creo que o fixen ben, porque eu lles daba trosos de lacón e íbaos enganando. Cando pasaron dúas semanas, xa tiña os tighres encariñados conmigho.Claro está que Anxélico sentiuse ferido no seu egho machista e enseghida me dixo que el era o domador e eu que fora a limpar a caravana.
    Coma eu xa lle estaba poñendo os cornos co equilibrista, mandeino a rañala.
    Enrrolleime moito, pero coma non escribín estas semanas pasadas, pois compénsase. Ata outra.

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  9. Rodrigo Cota elige otro contador de visitas donde no haya que escoger un valor inicial.

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  10. Querido anónimo de las 20:21

    Lo cierto es que valoré esa posibilidad, aunque finalmente opté por buscar un contador en el que uno pueda poner el valor inicial. Eso me permitió reflejar una cifra desorbitada. Y eso que me corté, pues mi primera idea era escribir 714.417, pero me pareció exagerado, no sé por qué, quizás porque es capicúa. Pero igual un día me levanto y le añado unos centenares de miles. Me sigue pareciendo poco todo lo que esté por debajo de 500.000, que ya es una cifra respetable. Estos contadores son un invento magnífico.

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  11. Denosiña, El Piporro es uno de mis ídolos. Os advierto a todos que acabaréis adorándolo.

    Femia Castradora, encántanme as tuas vivencias exemplarizantes. Unha aperta ás dúas.

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  12. Magnífica entrada Glub, de las mejores que he leído y te diré que las leo todas, aunque muy rara vez hago comentarios en blogs. Eres de lo mejorcito que hay

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  13. Glub, excepcional entrada, menos mal que ya leíste tu ese libro del Inca Garcilaso y nos permites reposar confiando en tu análisi y resumen.
    El piporro, D.E.P., muy bueno, confío en que no sea la última vez, ni el último tema de él que nos presentas.
    Con lo del circo y el domador de Femia Castradora, (Que miedo, por cierto) y el tigre y todo eso, me hicew un lío.
    Alegría del hogar, que alegía, nos tenías abandonados.
    ¿Puede unser humano con una simple liga (goma p como las del pelo)dejar invidente a un fiero León?Valiente este Piporro.

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  14. Trovador eres un primor.

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  15. divertidísimo relato precursor de las hazañas de nuestros gallegos en la emigración:

    Arrojo, valor, sacrificio, chamanismo, bruxería, humor y simpatía a partes iguales.

    Tenía que ser gallego. Imposible que fuera otra cosa.

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  16. Santano, ¡viva el Piporro! Tú si que sabes.

    Trovador y Mejorcito, bienvenidos a Glub y gracias por vuestros comentarios. A ver si se repite.

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  17. Santano: Se non me entendes algho, pódocho explicar con moito ghusto.
    E que non che dé medo.

    Soio unha cousa: non sei si me liei ou non escribindo,pero tamén che digho que se entendes á primeira ó Piporro ese, o meu non é tan difisil de ler.

    Saúdos Glub, fáime moita ilusión que a ista altura da miña vida a alghén lle ghusten as miñas experiencias. Eres un caso.

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  18. Femia Dora Castro:
    O teu Nick é o que me da medo, creo que son disléxico e leín mal teu nome, agora, que xa o puxen ben quedome mais tranquilo.
    Cando teñas escoitado mais letras do Piporro, verás que e un xenio, muy por enriba de Raimón o que pinchóu (no senso musical) Jabois en Ribeira.
    Bicos e xa quedo mais tranquilo.

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