martes, 29 de septiembre de 2009

El gallego que logró la cuadratura del círculo.


La cuadratura del círculo es un viejo problema, ya planteado por los sabios griegos hace un montón de siglos. En teoría es de imposible resolución. Se trata de hallar el área de un cuadrado partiendo de un círculo dado. Como únicas herramientas, una regla sin numerar y un compás, que eran las que utilizaban los griegos para solucionar problemas geométricos. Miles de matemáticos lo han venido intentando a lo largo de la Historia y aún hay quien lo intenta. Algunos han conseguido aproximar el resultado, pero siempre con un margen de error inadmisible para una ciencia exacta como aquella de la que hablamos.

Sucede que un pontevedrés lo logró hace ya un montón de tiempo, a finales del XVIII.

Lo sabemos gracias a Jacinto Calero y Moreira, que publicó en 1790 su obra "Mercurio Peruano", en la que da cuenta de los avances técnicos y científicos que por aquella época se lograban en el Perú.

Nuestro personaje, llamado Diego López González de la Peña, natural de Pontevedra y residente en Lima, se enteró de que la Academia de las Ciencias de París ofrecía un sustancioso premio a quien consiguiese la cuadratura del círculo. González de la Peña se puso a ello y llegó a obsesionarse de tal manera que acabó por abandonar cualquier otra ocupación para entregarse en cuerpo y alma a resolver el problema. Llenaba páginas y más páginas con sus cálculos, construía modelos en madera y durante años, día y noche, se dedicaba al intento de cuadrar el círculo. Un buen día creyó haberlo conseguido, y tal vez lo consiguió, aunque nadie le hizo caso.

"Tanto se complació de su hallazgo, que a todo el mundo lo anunciaba. La incredulidad de muchos le obligó a consultar con todos los maestros de la ciudad, que a pesar de sus porfías, siempre dieron su trabajo por tan ímprobo como inútil."

Vista la indiferencia con que era recibido su descubrimiento, el hombre llegó a escribir un informe dirigido al Virrey del Perú, Francisco Gil y Lemos, en el que se autotilulaba "Alcides de la geografía y monstruo de las matemáticas". Solicitaba al Virrey que reclamara en su nombre el millonario premio a los académicos de París. El Virrey le hizo el mismo caso que todos los demás, o sea, ninguno.

Finalmente nuestro matemático Diego López González de la Peña murió, ya octogenario, sin conseguir que nadie revisara su descubrimiento, que se ha perdido para siempre. Dejó como toda herencia sus papeles, sus modelos en madera, sus reglas y sus compases.
Yo propongo que, a título póstumo, reconozcamos el hallazgo de nuestro convecino, Don Diego López González de la Peña, pontevedrés, descubridor de la cuadratura del círculo. Y si no, que nos demuestren lo contrario. Y, caso de que haya alguien que nos lo demuestre no le haremos ni caso. Problema resuelto.

Al Poeta Laxe, "Una décima de segundo". Nacha Pop en 1985. Grandísimo Antonio Vega:

domingo, 27 de septiembre de 2009

No rompas la cadena.

NO ROMPAS LA CADENA.

Envía el siguiente enlace a cinco amig@s:

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NO ROMPAS LA CADENA.

Ringo Valenzuela no hizo caso al mensaje y rompió la cadena. Un alud de tierra sepultó su chabola. Su suegra Gladys Jeny, su esposa Libertaz y seis de sus ocho hijos murieron en el acto. Los dos que quedaron vivos no sobrevivieron al accidente que sufrió la ambulancia que los trasladaba al hospital. Su cuñado René Maiquel Yacson no pudo superar el cáncer cerebral contra el que luchaba, y murió dos días después de que Ringo Valenzuela rompiera la cadena. Ringo fue captado por una secta satánica. Se deshicieron de él en cuanto la sierra mecánica del aserradero en el que trabajaba le arrancó un brazo. Los médicos no consiguieron reimplantárselo.

NO ROMPAS LA CADENA.

Sir Archibal Ambrudster, duque de Eastwoodland envió el mensaje a cinco amigos. Los mercenarios que había enviado a sus minas de diamantes centroafricanas consiguieron su objetivo de sofocar la huelga. Tras ver cómo pegaban un tiro en un testículo a uno de sus compañeros más díscolos, el resto de trabajadores volvieron con gran entusiasmo al trabajo, sin que hasta hoy haya vuelto a tener queja. Las agrestes tierras que Sir Archibald poseía en Escocia fueron recalificadas y hoy construye en ellas una inmensa urbanización. Su caballo Rapid Fly ganó la cuarta carrera en el hipódromo de su propiedad, sin que los veterinarios fueran capaces de detectar el dopaje al que habían sido sometidos el animal y su jinete.
La nieta de Sir Archibald, Linda, superó con éxito su catarrito, justo a tiempo para recibir, el mismo día de su séptimo cumpleaños, a su nuevo pony, Sweet Strawberry, de manos de Hannah Montana, quien aceptó cantar en la fiesta.

NO ROMPAS LA CADENA.


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jueves, 24 de septiembre de 2009

El Poeta Laxe, víctima de la Inquisición.


Durante el XVIII, llamado "el siglo de las luces", ciertas costumbres vigentes en Europa hasta entonces comenzaron a relajarse. A España y sus territorios de ultramar ese ramalazo liberal fue llegando con retraso y mengua, pero fue llegando. Y frente a la Ilustración, los poderes trataban de responder con más Inquisición. En ciertos territorios el celo de los inquisidores llegaba a extremos que sobrepasaban el límite de lo absurdo.

En México, por aquel entonces virreinato de la corona española, una de sus víctimas fue el llamado Poeta Laxe. A nadie le sonará el Poeta Laxe porque su obra ha permanecido inédita hasta hace apenas unos años, en que Georges Baudot y María Águeda Méndez rescataron los poemas de Laxe y los publicaron en su obra "Amores Prohibidos", una recopilación de textos censurados por la Inquisición. El caso de nuestro Poeta Laxe es especialmente sangrante, pues el pobre no había publicado una sola línea el día en que fue encarcelado.

El Poeta Laxe era de profesión peluquero. Los inquisidores, a saber cómo, se enteraron de que el pobre chaval, que aún no había cumplido los 28 años a la fecha de su detención, escribía versos en sus ratos libres. Al parecer, utilizaba sus poemas para intentar seducir a algunas mujeres. A eso la Inquisición le llamaba "proposiciones heréticas". Tras su detención registraron su casa y allí encontraron un cuaderno en el que Laxe escribía sus versos.

Su nombre real era Francisco Mendoza, según la acusación:

"natural de San Pedro de Bordoneo (sic, por Bordones o Bordóns), distante dos leguas de Pontevedra, en el Reino de Galicia, de edad de veintiocho años algo menos, de oficio peluquero, de estado soltero y que vino preso al Santo Oficio el día 19 de mayo."

El Poeta Laxe permanecía en las mazmorras de sus captores el 17 de junio de 1784, fecha en que se redacta la acusación. Hasta ahí llegan las noticias sobre nuestro desgaraciado poeta. Nada hay sobre la suerte que corrió ni sobre cómo terminó el asunto. Confiamos en que el bueno de Laxe haya salido bien del trance. Lo que sí nos queda son sus poemas. Reproducimos apenas los primeros versos de su cuaderno, recuperado de los archivos del Santo Oficio en México. Ante ustedes, señoras y señores, un fragmento del grave delito cometido por nuestro vecino el gran Laxe. Sirva como desagravio al peluquero poeta. El título, "Décimas a una esquiva dama para obligarla a querer y convencerla de errores." Comienza así:

"Si dudaras inclinarte
a quien como yo te adora,
en estos versos señora
verás como sé obligarte.
Y también he de probarte
con bastantes fundamentos,
en sólo tres argumentos,
que me debes estimar
pues así haces penar
afligido entre tormentos."

La imagen de arriba nos viene al pelo. Es la portada del disco "Perseguidores de herejes" del grupo mexicano "Santo Oficio". Y la música, lo mismo. Serrat canta a otro poeta perseguido, Machado.


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martes, 22 de septiembre de 2009

Trahamunda, Star Trek y la Universidad de Innsbruck.


















El fenómeno del que hablaremos hoy es conocido como "teletransporte", aunque existen otras variantes, como teleportación o teletransportación. Elegiremos la primera de las opciones para referirnos al transporte instantáneo a largas distancias sin mediación de vehículo.

En ciencia-ficción, al parecer, es conocido desde los años treinta del pasado siglo, aunque se puso de moda gracias a la serie Star Trek.

Spock, medio humano y medio vulcano, y sus amigos, se teletransportaban de un lado a otro gracias a una ingenioso sistema futurista. Se situaban de pie dentro del aparato y su imagen se desvanecía para aparecer al momento en el lugar deseado. Pero eso, no nos engañemos, no sucedía en realidad. Era un truco, televisivo al principio y cinematográfico después.

Recientemente, un señor que se llama Anton Zellinger, de la Univesridad de Innsbruck, ha conseguido gracias a la física cuántica, teletransportar unos fotones. Vaya mierda. Para ello, suponemos, Zellinger cuenta con un presupuesto multimillonario y tiene a su disposición a los mejores cerebros del mundo, todos ellos dedicados durante años, acaso décadas, a la consecución de tan escueto resultado. Teletransportar fotones.

Santa Trahamunda, natural de Poio (Pontevedra), había llegado mucho más lejos que los tripulantes del Enterprise y la Universidad de Innsbruck juntos. Y lo hizo hace más de mil años, sin artificios ni máquinas ni conocimiento alguno de física, y sin invertir un céntimo.

Sucedió, según diversas fuentes, entre los siglos VII y X de nuestra era. Incursiones marítimas de vikingos y sarracenos asolaban nuestras costas a menudo. Llegaban, saqueban, incendiaban, asesinaban, secuestraban y se largaban con su botín, riéndose abiertamente de nuestros ancestros, que quedaban aquí apagando los incendios con sus lágrimas y clamando contra la injusticia. La cosa se arregló cuando el arzobispo Gelmírez montó una flota para repeler los ataques enemigos, pero esa es otra historia.

Varios autores cuentan el caso de Trahamunda. Unos de ellos, el padre José Francisco de Isla (que vivió en Pontevedra y de quien tendremos que hablar un día), en su traduccion de una obra de Juan Croisset, lo detalla así:

"En el tiempo que Córdoba estaba dominada de los moros, fue llevada cautiva á aquella ciudad una doncella de Galicia llamada Trahamunda, criada en las cercanías de Pontevedra, y á lo que se echa de ver, religiosa del Monasterio de San Martín, que estaba junto a esta villa"

Trahamunda, como es natural, no se encontraba a gusto secuestrada en Córdoba y viviendo como esclava entre paganos. Echaba de menos su tierra. En vísperas de la festividad de San Juan, que se celebraba y se celebra en Poio, según Ricardo Landeira, ("La saudade en el renacimiento de la literatura gallega"), Trahamunda quería estar presente en la fiesta:

"Y en sus súplicas pidió a Dios que hiciera un milagro para poder participar en ella. Accedió el Señor a los ruegos de la sierva y a la mañana siguiente amaneció la joven a las puertas del monasterio (...)"

Así, nuestra santa celebró con natural alegría el fenómeno uniéndose la fiesta, y todos los vecinos se asombraron ante milagro de tal magnitud y juntos bebían vino de la tierra y daban la bienvenida a Trahamunda sin parar de bailar al son de los instrumentos propios de aquella época.

Trahamunda, quien hoy es patrona de los que sienten morriña, traía consigo una palmera pequeña, que plantó cerca del monasterio y allí creció y permaneció hasta 1578.

Así, decimos a los guionistas de futuras entregas de Star Trek, y sobre todo a los geniecillos de la Universidad de Innsbruck que no pierdan el tiempo ni el dinero (sobre todo el dinero) en tonterías de teletransportar fotones. Si quieren teletransportar algo, incluso si quieren teletransportarse ustedes mismos, tomen buena nota y hagan como Trahamunda. Sólo tienen que desearlo con todas sus fuerzas. Es gratis. Menos aparatos y más fe.

Arriba, imágenes de Spock y del sepulcro de Trahamunda, que hoy se conserva en el Monasterio de Poio.

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jueves, 17 de septiembre de 2009

Dos pontevedreses en los orígenes de la anestesia.


En los anales de la medicina figura el Dr. Enrique Marescot Iglesias (1880-1962) como uno de los grandes pioneros en la utilización de la anestesia. Por ello no nos detendremos demasiado en él, pues sus méritos están ya sobradamente reconocidos. Digamos simplemente que el pontevedrés Marescot, una eminencia, fue quien introdujo en España el aparato de anestesia Ombrédanne, en 1925, siendo el primero en utilizar tan innovadora técnica. Y añadamos que fue de los primeros también que elaboró una extensa estadística, también en 1925, sobre mil casos operados con raquianestesia lumbar, sea eso lo que sea. Todo lo anterior yo no lo sabía hasta hace apenas unos minutos. Lo extraigo de "Historia de la anestesia en España", obra de un señor que se llama Joaquín Cortés, quien supongo yo, no es la misma persona que el artista del baile flamenco de igual nombre, aunque tampoco lo podemos asegurar.

Pero mucho tiempo antes, exactamente en 1846, otra persona de Pontevedra desempeñó un papel importantísimo en los primeros experimentos con anestesia realizados en España. Con qué facilidad olvidamos en ocasiones a quienes tanto debemos. Nos referimos a la paciente Rosa Rodríguez, soltera, de 30 años, natural de Pontevedra, quien "tenía un escirro enquistado de la piel, del tamaño de un guisante". Parece poco mérito, pero no lo es. Fue una de las seis primeras personas operadas en España con anestesia. Por aquella época se experimentaba con éter, y el pionero en la técnica era el Dr. Olivares, quien difícilmente hubiera podido extirpar el guisante a Rosa de no haberlo tenido ella. Conocemos los detalles de la operación gracias al "Boletín de medicina, cirugía y farmacia", publicado por la Sociedad Médica Oficial de Socorros Mutuos, que incluye un informe del propio Olivares:

"El mas ligero contacto le causaba dolores vivisimos. Se la sometio á la inhalacion de los vapores del éter, dejandola completamente insensible á los cuatro minutos, siendo tan marcado este estado que los mas rudos manoseos, las mas fuertes presiones sobre el tumorcito no producen sensación á la enferma. Se le extirpó el tumor. (...) Hablaba en medio de todo como si soñase; pero sus palabras eran inconexas, sin relacion con lo que la pasaba."

La cosa no quedó ahí, pues al parecer Olivares se aficionó a su conejilla y once días después vuelve a operarla, ésta vez en un ojo. Ya no fue tan bien como la vez anterior:

"A los once dias la hice la tenotomía ocular, obligándola á que inspirase el eter como la otra vez. Cedio con la mayor repugnancia, y recordaba lo que sufriera. (...) Desde el momento que pellizqué la conjuntiva empezó á quejarse y continuó todo el tiempo de la operación. Atontada y muy incomodada estubo todo el tiempo, quejándose de dolores en el ojo. Aunque tardó bastante tiempo, la curacion fue completa en ambas operaciones"

Rosa Rodríguez, la sufrida paciente que tanto ha dado al avance de la anestesia. Pontevedresa a quien no debemos olvidar.

Ilustramos con una fotogafía del Iztaccíhuatl, volcán mexicano conocido como "La Mujer Dormida". Valga como doble homenaje a nuestra pionera Rosa Rodríguez y a nuestros lectores mexicanos, que ya son unos cuantos.


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lunes, 14 de septiembre de 2009

Milagro de Guadalupe en Pontevedra.


Nos lo cuenta un fraile, Diego de Montalvo, monje profeso y predicador. La obra se llama "Venida de la soberana Virgen de Guadalupe a España" y fue publicada en 1631, aunque los hechos se produjeron en 1561. Hace ya mucho tiempo de eso, y a ello se debe sin duda el que hoy nadie conozca el extraño caso que pasamos a referir.

Pero antes debemos reflexionar sobre una cuestión. Cuando estamos tomando un vino con un grupo de amigos, o compartiendo una cena de Navidad en familia y la conversación deriva, como es habitual, hacia el tema de los zapateros en el siglo XVI, se generan fuertes discusiones entre quienes defienden que eran los propios zapateros los que fabricaban las hormas y quienes sostienen que la construcción de hormas era un oficio íntimamente ligado al del zapatero, pero totalmente idependiente del mismo. En esas charlas que a veces, por el acaloramiento propio del exceso de alcohol, acaban a golpes, defendemos con vehemencia nuestra postura. El tema es polémico y suele tratarse con la pasión propia de quien, más que una idea, defiende un ideal. ¿Cuántas parejas, amistades y familias se rompen cada día por esta cuestión? Pues sepamos de una vez que tenemos razón los que sostenemos que el de las hormas era un oficio independiente, como demostraremos enseguida. Y hecha esta necesaria puntualización, pasemos a lo nuestro.

El protagonista es Hernando Alonso de Lima, portugués, vecino del arzobispado de Braga, quien "passò a Galicia ganando su vida con oficio de hazer hormas de çapatos". Una vez en Galicia fue convidado a una boda, que había de celebrarse en Pontevedra. Durante el festejo se generó una pendencia (seguramente ocasionada por una discusión sobre las consabidas hormas de zapatos, aunque eso no se concreta), que acabó con la muerte de uno de los convidados.

"Echó la justicia mano del buen Portugués y puso con buenas y fuertes prisiones en la carcel, donde negando el crimen, que le imputaban, fue condenado a tormentos, o trato de cuerda."

El "trato de cuerda" era un modo de tortura que se practicaba atando las manos por la espalda al condenado. Luego se le izaba a cierta altura y se le dejaba caer de golpe sin que llegara a tocar el suelo.

Acudieron a la celda del reo el alguacil y el escribano para notificarle la sentencia, pero el condenado Hernando Alonso de Lima:

"(...) como inocente y sin culpa respondio: mejor lo espero, yo en Dios, y en santa Maria de Guadalupe, como sabidores de la verdad, y que conocen mi inocencia en esta culpa. Saber, que ni temo vuestra vara, ni el trato de cuerda con que me amenaçays me turba, por que me encomiendo a la mi Señora de Guadalupe, y prometo de servirla en su santa casa un año, y tengo por cierto que me ha de socorrer, y librar de vuestras manos."

Dejaron solo al confiado Alonso y éste, antes de acostarse, se arrodilló y rezó a la Virgen de Guadalupe, ratificándose en la promesa hecha ante los administradores de la justicia. De paso, aseguró a la Virgen que confiaba en ella para ser librado del tormento, pues era "injusto atormentar a un Portugués libre de toda sospecha", con lo que de paso parece dar a entender que no sería igualmente injusto si el acusado fuera de otra nacionalidad distinta a la portuguesa.

El portugués se durmió y despertó a las pocas horas, liberado de los grilletes que le mantenían atado al acostarse, y sintiendo gran ligereza en el alma...

"(...) se puso en pie, y caminando a las puertas de la carcel las halló abiertas, y ni en ellas ni en las calles que passó, topò persona de quien se pudiera recelar."

Continuó el de las hormas su huida hasta llegar a Portugal, donde dio a la Virgen de Guadalupe las gracias "ternísimamanete, y a lo Portugues".

Y así fue como la Virgen de Guadalupe, a quien podemos ver y adorar en la imagen superior, obró un milagro en Pontevedra, librando de ataduras y abriendo las puertas de la cárcel al portugués Hernando Alonso de Lima. Durante unos meses nuestra ciudad sufrió gran carencia de hormas de zapatos.

La imagen procede de la obra citada, "Venida de la soberana Virgen de Guadalupe a España", de fray Diego de Montalvo.

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martes, 8 de septiembre de 2009

1397. Pero Niño y el sitio de Pontevedra.


Al poco de asumir el poder mi amigo Enrique III "El Doliente", nuestro vecino portugués Juan I "El de la Buena Memoria", espoleado por la aplastante victoria de las tropas lusas en la Batalla de Aljubarrota, se decidió a invadir Galicia con apoyo del arzobispo de Santiago, Juan García Manrique. Eran tiempos en que los reyes de Castilla y Portugal ambicionaban sin complejos la corona del otro. Entre otras plazas, como Tui o Padrón, las huestes portuguesas tomaron la Villa de Pontevedra, en la que el propio arzobispo se hizo fuerte. Parace ser que el arzobispo de Santiago se encontraba indispuesto con Enrique III por entender que éste dispensaba trato de favor al arzobispo de Toledo, y por eso se echó en brazos del de la buena memoria. El caso es que Pontevedra, en poder de García Manrique, se convierte en una ciudad rebelde, algo que no podía consentir el rey de Castilla.

Para resolver la situación, "El Doliente" envió a sus tropas para recuperar Pontevedra. Entre los caballeros que tenían esa misión se encontraba Pero Niño. Éste Niño era un importante militar y corsario que llevaba desde los catorce años librando destacadas batallas para su rey, del que había sido compañero de estudios. Cuando sucedieron estos hechos, Pero Niño ya tenía sus 18 ó 19 años, y ya contaba con la ayuda de su alférez, de su misma edad, Gutierre Díez, quien se encargaría de escribir la "Crónica de Pero Niño", de la que se dice es una de las mejores joyas de nuestra literatura medieval.

Los partidarios de Enrique, entonces, vienen a expulsar de Pontevedra a Juan García, entregado a su tocayo portugués de prodigiosa memoria. Ponen sitio a la ciudad, pero no consiguen amedrentar al arzobispo de Santiago, que saca a sus tropas de la villa amurallada para enfrentarse a campo abierto a Pero Niño y sus colegas.

Dice Gutierre Díez en su "Crónica de Pero Niño" que "Todas las Dueñas e Doncellas eran á mirar por el adarbe de la villa." En eso no han cambiado las mujeres de Pontevedra, quienes como las del resto de los lugares, gustan de asomarse a las ventanas o a los balcones a cotillear en cuanto dos hombres o más se enfrentan a golpes por el motivo que sea.

La batalla duró varias horas y el conde de Buelda, Pero Niño, perdió en ella a su caballo, viéndose obligado a pelear a pie, resultó herido en varios lugares de su cuerpo y acabó maltrecho tras permanecer durante todo el tiempo en primera línea matando enemigos. Entre otros, Pero Niño se cargó a un tío muy grande llamado Gómez Domao, de quien unos cronistas dicen que era "home muy recio" y otros "muy famoso peleador". La batalla terminó, con resultado inconcluso, cuando las fuerzas del arzobispo volvieron a encerrarse en la ciudad y los sitiadores se pusieron fuera del alcance de los ballesteros, ambos bandos rendidos tras varias horas de lucha.

La cosa acabó más o menos así, pues al poco "El Doliente" y "El de la buena Memoria" firmaron una tregua.

De la batalla referida, una de las más famosas que vivió Pontevedra, se ocupan muchos cronistas e historiadores. Pero yo tengo, de entre todos ellos a uno que es mi preferido, José Joaquín de Mora, quien mejor supo plasmar, en apenas unos versos de sus "Leyendas Españolas", el heroico comportamiento de Pero Niño en la batalla de Pontevedra y su particular duelo con Gómez Domao:


"Delante de Pontevedra,
A un jayan que alli vivía,
Fuerte y duro como piedra,
Temerario desafía.
Mas nada su pecho arredra;
Y aunque doncel todavía,
Con nunca vista fiereza
Le partió en dos la cabeza."


La imagen es de la Torre de Pero Niño, en Cantabria.


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miércoles, 2 de septiembre de 2009

1857. Se vende grasa humana en Pontevedra.


De cuantas historias vamos consiguiendo rescatar sobre Pontevedra, la que toca ahora es sin lugar a dudas la más extraña, la más absurda, abominable e increíble. Por eso me veo en la obligación de recordar al lector que ésta, como todas las demás referidas a nuestra ciudad, es absolutamente cierta. Todo sucedió tal como lo contamos.

El caso viene relatado en el "Boletín de Jurisprudencia y Administración", publicado en el mismo año de 1857. y antes de entrar en materia, los propios redactores advierten:

"A pesar de que nos hemos propuesto no dar cabida en las columnas del BOLETIN, á noticias referentes á pleitos ó causas pendientes, hemos faltado á nuestro propósito por lo horroroso é inaudito del crímen de que se dan pormenores en el siguiente estracto y en la censura final."

El día primero de marzo de 1857 se celebraba en Pontevedra la tradicional feria. A ella acudían gentes de toda la comarca para comprar y vender sus mercancías, curiosear, pasar el día y comer pulpo con cachelos y empanada de millo, regado todo ello con ribeiro. Luego, de postre, comían algún tipo de bizcocho con castañas como ingrediente principal y queso con membrillo. De fondo, sonaban gaitas y panderetas que ambientaban la escena, mientras los niños practicaban juegos populares y los abuelos arrojaban miguitas a las palomas (esto último no viene en el Boletín. Es de nuestra cosecha, como ya habrá imaginado el/la lector/a).

Entre toda esa gente se encontraban Dolores Reguera y Juan Vázquez, "vecinos de Santa María Adigna, distrito judicial de Cambados". Traían a José, hermano de Juan. Dolores y Juan, de quienes diremos ya que son los malos, recorrieron la feria:

"(...) rogando á varias personas le compraran á José Vázquez, jóven de 18 años y hermano del último, para matarlo y usar de su grasa en las boticas."

Algunas de esas personas a las que les llegó el macabro ofrecimiento, no interesadas en la grasa de José, acudieron a la Guardia Civil para denunciar el asunto, y aunque en principio "no creyó posible el suceso", se decidieron a investigarlo.

Así, agentes de paisano contactaron con los vendedores. Dolores era la que llevaba la voz cantante y tras una primera negociación, acordaron todos dirigirse a casa de un tal José Fernández de Arango para cerrar el trato. Juan, por su parte, se encargó de atraer a su hermano José, engatusándolo con aguardiente y caramelos y, conseguido, allá van todos a ultimar los términos de la venta.

Una vez en casa de Fernández de Arango:

"(...) se celebró el contrato de venta el primero de marzo, por los medios que para descubrirlo en toda su desnudez prepara la Guardia civil, realizándolo hasta por escrito y con todas las circunstancias repugnantes para cualquier persona á quien adorne el mas leve sentimiento de delicadeza y amor á sus semejantes."

En el contrato se especifica el precio, de 800 reales, y la mercancía, la grasa de José Vázquez, que había de ser extraída tras su asesinato. Una vez firmado el contrato, los beneméritos proceden a la detención de los vendedores, que son conducidos a los calabozos. Allí son interrogados. Como suele suceder, Dolores mantiene que Juan Vázquez es el inductor del crimen, mientras Juan, por su parte, afirma que "el discurso, la idea y proyecto" pertenecen a Dolores. Sin negar ni uno ni otra que han tratado de vender al desgraciado José, intentan desdecirse de lo firmado, asegurando que el objeto de la transacción no era la grasa del chaval, sino que "lo vendían para tambor de un regimiento del ejército". Pero todos los testigos afirman unánimemente que, tal y como figura en el contrato firmado por los acusados "lo hicieron para que lo matasen para una botica".

En su escrito, fechado en Pontevedra, a 28 de abril de 1857, el fiscal, un prestigioso señor que se llamaba Francisco Sancho Gutiérrez, solicita una pena de once años para Dolores Reguera y doce para Juan Vázquez, de quienes dice, son personas "más duras y empedernidas que las piedras"

Como suele también ocurrir, interrogados los vecinos de Juan Vázquez y Dolores Reguera, todos coinciden en señalar que ambos "son tenidos por personas bien avisadas y astutas".

Robamos nuevamente la imagen superior a:

http://beberparaolvidar.wordpress.com/

No encuentro ninguna canción que hable de venta de grasa humana, así que me quedo con "Yo vendo unos ojos negros", en versión rockera de un señor mayor.