jueves, 31 de marzo de 2011

Cruceiros policromados



Estamos acostumbrados a ver la Historia tal como se nos presenta. No hablo sólo del manido discurso de que un hecho debe analizarse en su contexto histórico, que también.

Hablo de piedras, por ejemplo. Creemos que todo fue tal como lo vemos. Ante la fachada de una catedral no nos imaginamos que hace unos siglos esa plaza desde la que admiramos el monumento estaba llena de mierda que dejaban los caballos de los nobles que iban a misa. A los nobles les daba lo mismo llenar la plaza de mierda de caballo porque ellos no la pisaban. Iban a caballo.

Tampoco nos podemos imaginar que esa catedral tenía la fachada pintada con vivos colores. Pero en muchos casos era así. No nos lo imaginamos por la sencilla razón de que como hoy ya no está pintada creemos que así ha estado siempre. Con la piedra a la vista.

En Galicia tenemos el ejemplo de los cruceiros. Hubo un tiempo en que los cruceiros estaban policromados. Cuando alguien pasaba frente a un cruceiro sin pintar pensaba: "vaya mierda de cruceiro. A ver si viene un pintor y lo arregla". Con el paso de los años, la moda pasó. Los cruceiros perdieron su color. Dejaron de restaurarse las pinturas, y las inclemencias del tiempo y la lluvia gallega hicieron el resto. Muchos, unos centenares, todavía presentan restos de policromía y algunos cruceiros que coservaban su color fueron "limpiados" hasta no dejar ni rastro. Y hoy nos parecería un crimen recuperar esas policromías.

Una alternativa es la recreación virtual, que permite a un bajo coste y sin intervenir en la obra enseñarnos cómo sería su aspecto original. De todas formas, por mí, los pintaba todos. Quiero decir que los pintaba yo, personalmente, a mi gusto.

Quedan en Galicia unos pocos, poquísimos, cruceiros policromados. Es una pena, pero es así. Decía Castelao, que algo sabía de cruceiros: "Un cruceiro feito por un canteiro e logo pintado por un pintor de portas ten máis persoalidade que calquera obra dos meirandes escultores. Compre ser primarios ou primitivos na nova Arte, que debe nascer da Gracia e non da Beleza." Para los lectores extranjeros que no entienden el gallego, traduzco: "Mola más cualquier cruceiro que el David de Miguel Ángel. Es más hermosa una mala expresión de un sentimiento que un bello reflejo de la nada. Y el que no esté de acuerdo es gilipollas". La traducción es libre. Y estoy de acuerdo con Castelao. También es verdad que yo, de arte, ni puta idea. Esos temas me los lleva un abogado.

Para quien tenga dudas sobre la veracidad de la costumbre de policromar los cruceiros, dejo alguna bibliografía. Es que yo iba a hacer un artículo muy cuidado y muy serio sobre el asunto pero ya no tengo ganas. Me lo paso mejor escribiendo estupideces. Ahí queda:

- Instituto Padre Sarmiento de Estudios Gallegos. Cuadernos de Estudios Gallegos, volumen 45. (1998)
- Mariño Ferro, Xosé Ramón. Cultura Popular. Museo do Pobo Galego. (1985)
- Museo Arqueolóxico e Histórico. A Coruña. Brigantium. (2003)
- Museo de Pontevedra. El Museo de Pontevedra. Número 44. (1990)
- Sociedade Martins Sarmento. Revista de Guimarães. Volumen 38. (1928)
- Y Castelao, claro.

martes, 29 de marzo de 2011

Nuestro hombre en Libia



Mustafá Mohamed Abdel Jalil, que es el señor de la foto, es nuestro hombre en Libia. Es el líder de los rebeldes y es quien traerá la libertad al pueblo amigo. Hasta hace dos meses era el ministro de justicia de Gadafi. Como sabemos en Occidente, durante su etapa como ministro, la justicia en Libia mejoró notablemente, hasta convertirse en la envidia de cualquier país democrático. En Libia la justicia funcionaba muy bien gracias a Mustafá.

Cuando alguien era sospechoso de algún delito, el fiscal, el defensor, el juez, las víctimas, y el propio acusado, cogidos de la mano, entonaban hermosos cánticos polifónicos y sólo cuando el reo  era declarado culpable tras un juicio con todas las garantías procesales que uno pueda imaginar, le metían en una prisión muy chula, con celda individual, sala privada de cine y jacuzzi. Los jueces eran independientes y en Libia no había ningún preso político, porque oponerse a Gadafi no sólo no era delito, sino que, más aún, era un acto merecedor de grandes honores y el disidente recibía una gran condecoración de oro y brillantes y un abrazo de Mustafá y del propio Gadafi, y todos cantaban cogidos de la mano.

Hasta que un día Gadafi se volvió malo, hace dos meses de eso. Antes Gadafi era bueno, por eso Mustafá era su ministro de justicia, pero el día que Gadafi pasó de ser "el líder libio" a ser "el dictador libio", ese día Mustafá dimitió y se cambió al bando de los rebeldes. Ahora Mustafá dice que tiene pruebas del atentado de Lockerbie en el que murió mucha gente asesinada por Gadafi. Mustafá no sabía nada de ese atentado hasta hace unas semanas, pues de haberlo sabido jamás hubiese sido ministro de Gadafi. Mustafá es bueno y sólo quiere que todas las libias y todos los libios canten cogidos de la mano y bailen y sean felices.

Ahora, para conquistar una ciudad, Mustafá y sus rebeldes en lugar de balas utilizan flores perfumadas y poemas, así no mueren civiles. Mustafá quiere a la humanidad y por eso hace dos meses dimitió como ministro de Gadafi y se hizo demócrata de toda la vida. Y nosotros queremos a Mustafá porque es muy bueno. Por eso le ayudamos.

Podemos ver en exclusiva ofrecida por Glub el nuevo himno de la Libia libre, interpretado por Mustafá en compañía de los miembros de su futuro gobierno democrático en el que, como apreciaremos, están representados miembros de todas las tribus y minorías libias, como tiene que ser.

sábado, 26 de marzo de 2011

ESPALHÁNDONOS



Por Femia Castradora

Cada ves que o penso, sempre chegho á mesma conclusión: os galegos somos os ghuardiáns  da vida na terra. Dende sempre, non pensedes que é cousa de aghora soamente.

Mirade, estou tan seghura que dende aquí vou proponher faser as investighasións que faghan falta para que colhan os ósos eses que apareseron en Africa da primeira mulher homínida e averighuen se era ghalegha. Poden faser o mesmo cun home, Ötsi creo que se chama,  que atoparon conxelado, ese vai ser mais fásil, porque o tipo levaba un saquinho e alí poden ver quen é.

É que a nós nos ghusta ampliar horisontes, ver cousas novas, sivilisasións, non sei, todo iso. Somos así e é que somos curiosos por naturalesa. Quen o iba a desir, tan apeghados á nosa terra e e tan botados para adiante á hora de buscar novos aires. Xa non vos digho nada se é por nesesidade, ahí si que botamos fora o noso orghulho castrexo.

Xa cando nos conhesían coma os kallaikoi soubemos loitar contra os romanos. Ata os últimos folghos utilisamos para botar das nosas terras  a esa xente. Logho pasou o que pasou, que os que vinhan de fora tinhan mais armas, xente e ó final conquistáronnos. Eso si, non perdemos o noso orghulho.

Aghora estamos espalhados por todo o planeta e penso que non imos parar de ir polo mundo adiante.

Sen ir mais alá, na minha familia, foi determinante a emighrasión sobre todo para as mulheres. A minha bisavoa Anghustias tinha un marido que un día lhe dixo que iba ir para Cuba para ver que se podía faser en aquel lughar. Anghustias quixo ir co seu marido  e seus filhos para estableserse alí con él. Pero non, dixo que melhor iba el de avansadilha e se lhe ghustaba o que veía alí, chamábaos para ir vivir todos xuntos, e se non lhe ghustaba, voltaba e xa está.

Debeulhe ghustar moito, porque non voltou nin volveu a dar sinais de vida. Á bisavoa  entroulhe un rencor no corpo que xurou que si voltaba alghuna ves, capábao sen mais. Adicou a súa vida a investighar métodos para levar a cabo a súa vinghansa e preocupouse de que a nova tradisión familiar fora de proveito para as xerasións posteriores. Ata que a minha tía Finoca, á que lhe ghustan os porcos, esa que xa vos falei dela alghuna ves, desidíuse a ponher en prática as ensinansas da bisavoa Anghustias, á que todas as femias da familia a temos coma unha deusa e con rasón.

Tamén tiven un tio que foi a Canarias e vinha todos os verans á aldea. Tamén foi un precursor, na súa parsela, que esensialmente foi ghastronómica, fusionando que se dí aghora. Tínhanos a todos os rapases cun medo moi ghrande a que cheghara o bó tempo e ter que sufrir as súas merendas, que consistían básicamente en pan de molhete con plátano. Bocadilho tropical, sen por sen potasio, chamábao. O peor de todo era que se ponhía a mirar para nos,  coma comíamos a súa invensión e non había escapatoria. Sua influensia foi tan ghrande no pobo que a día de hoxe na tenda non venden plátanos, porque non hai ninghén que os queira.

Apertas

jueves, 24 de marzo de 2011

La junta de la culata


Hace dos semanas se jodió mi coche. Empezó a soltar humo, una gran fumata blanca, en plan "habemus avería" y lo llevé a taller de un amigo. Mi amigo, cuando hablamos de otras cosas es un tío muy simpático y ocurrente, pero cuando hablamos del coche se pone solemne, como un médico cuando te diagnostica un cáncer. "La junta de la culata", me dijo. Yo siempre pensé que un coche decente no debería tener culata. Y si tiene culata, ésta no debería tener junta. Debe ser algo así como los calzoncillos del coche. Estuve a punto de decirle que pasaba de la culata, que se la quitara y punto, pero no lo hice porque cuando le digo esas cosas me mira raro.


Hay dos cosas, al parecer, que son muy peligrosas cuando se estropean: la junta de la culata y la correa de distribución. Hubiera preferido que se escarallase la correa de distribución, que suena más serio. Yo creo, lo digo por su propio nombre, que es una correa que distribuye los elementos que hacen funcionar al vehículo: el gasoil por aquí, el aceite por allá. Algo así como si fuera una correa que organiza el motor y está siempre pendiente de que todo vaya por su sitio. Y eso es importante, no una mierda de una culata.


Todo fue por ir a Ikea a comprar unas estanterías LERBERG. El plan era comprar esas estanterías que valen cada una 16,50. "Si en lugar de comprar dos estanterías normales que cuestan al menos 30 euros nos vamos a Ikea a por las LERBERG, ahorraremos un pastón".  Descontando el gasoil y los peajes, al menos sobraban dos euros. Pero, y ahí estaba la parte maquiavélica del proyecto, en Ikea tienen un restaurante donde por un euro te dan de comer albóndigas. Era un plan perfecto, sin fisuras. Hasta lo de la culata.


Así que finalmente cada estantería nos vino costando lo mismo que una estantería Luis XIV de caoba y marfil. Cuando fui a recoger el coche, supe que en el taller lo conocen como "el de nunca mais", por ser el único coche del mundo que todavía lleva la pegatina de cuando lo del Prestige. Mi amigo llamó al jefe de los mecánicos y le preguntó si ya estaba listo "el de nunca mais". Y estaba allí, el cabrón, reluciente por dentro y por fuera, mirándome lascivamente con su culata arreglada.


martes, 22 de marzo de 2011

Manuel Quiroga y el puñetero loro


Pontevedra convivió con dos Manuel Quiroga, bien distintos uno del otro: uno fue un niño que en 1904, con 12 años, abandonaba la ciudad para continuar en Madrid sus estudios de violín; el segundo fue un hombre lisiado, derrotado y enfermo que regresaba definitivamente para morir entre los suyos.

El primero de ellos, el niño, salía de Pontevedra para conocer el mundo y en pocos años, conscientemente, se había merendado al mundo. Fue, sin lugar a dudas, el más universal de cuantos pontevedreses ha dado la Historia. Un joven adorado por doquier, un gentleman, un playboy, un virtuoso al que se disputaban reyes, príncipes y presidentes. Todos querían conocer a Quiroga, que también quería conocerlos a ellos, y su nombre cruzó todas las fronteras hasta convertirse en uno de los hombres más famosos de su tiempo.

Tras cinco años en Madrid, continuó sus estudios en París, donde al poco de su llegada los tuvo que abandonar porque ya no había nada que un profesor pudiera enseñarle. Comenzaron a llegarle los contratos millonarios, las giras mundiales, y su renombre crecía a tempo di allegro sostenuto.

Durante esos años de gloria tuvo ocasión de regresar a Pontevedra unas pocas veces. La ciudad, orgullosa de su violinista, lo recibía con los brazos abiertos: cerraban los comercios, se alfombraban las calles y era paseado a hombros. Manolito Quiroga estaba de visita y eso se celebraba a lo grande. La ciudad estaba en franca decadencia, no levantaba cabeza y había perdido toda esperanza de volver a ser aquella Pontevedra que algunos siglos atrás deslumbraba a Europa por su riqueza y su industriosa pujanza; pero Quiroga, el gran Quiroga, la visitaba, y eso a nuestros abuelos les quitaba hasta el hambre.

La prensa de todo el mundo hablaba sin descanso de Manuel Quiroga; los teatros se quedaban siempre pequeños y los carteles de no hay billetes tenían que colgarse a las pocas horas de ser anunciados sus conciertos. Amasó una merecidísima fortuna e hizo ricos a empresarios, representantes y compañías discográficas. El mundo entero se rendía ante el encanto y el virtuosismo del mejor violinista.

Y mientras tanto, no había día que olvidara a aquella Pontevedra que poco podía conocer. Casi a diario, desde cualquier rincón del planeta, escribía cartas contando sus aventuras y pidiendo insistentemente noticias de su ciudad. Ni en los momentos de mayor gloria, esos en los que cualquiera se olvida hasta de su madre, Quiroga dejaba de escribir su correo: unas cartas deliciosas, cargadas de estilo, de humor y de amor a los suyos.

Tras su maldito accidente en Nueva York, nace el otro Quiroga. El hombre impedido para tocar el violín, el que gasta hasta su última moneda en recuperar ese brazo que no quiere obedecer, el que se desespera cada minuto por no poder ofrecer su arte al mundo entero. Un violinista que se niega a ser ex-violinista, que reclama a los mejores especialistas del mundo para que le ofrezcan una solución, que quiere recuperar el poder sobre su estúpido brazo inútil.

Ese fue el Manolo Quiroga que regresaba a Pontevedra convertido en un anciano prematuro. A su tremenda desgracia se había unido una enfermedad degenerativa que lo consumía por momentos, que, perdida ya la gloria, le arrebataba también la existencia. Venía aquí a eso: a perder la vida, a morir de pena, en el olvido, recordando mientras pudiese quién había sido y quién había dejado de ser.

Dicen que los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla. Ojalá. De ser así, en este medio siglo en el que Pontevedra ha perdido la memoria de Manuel Quiroga, nos hubiera salido otro personaje como él, cosa que no ha sucedido ni sucederá, me temo.

Hemos olvidado a Quiroga en un excelente ejercicio de indignidad inmerecida por él. Ya he escrito alguna vez que formamos parte de la ciudad que sabe quién fue el loro de Don Perfecto pero no tenemos un recuerdo para Manuel Quiroga, el mejor de entre los nuestros. Podríamos ir más allá y añadir que todo lo que sabemos sobre el propio Don Perfecto es que tenía un loro. En eso nos hemos convertido. Acabamos de celebrar, como todos los años, la muerte del puñetero loro, cuya única habilidad era la de imitar sonidos, como todos los loros. Mientras tanto, año tras año despreciamos a ese pontevedrés que extraía de su violín sonidos imposibles y que paseaba con orgullo por el mundo entero su condición de hijo de Pontevedra. Esperemos que en este 50 aniversario del fallecimiento de Quiroga sepamos estar a la altura o definitivamente no tendremos perdón. Y ahora que lo pienso, bien triste resulta que algunos estemos reclamando para Manuel Quiroga el mismo trato que le damos al puñetero loro.

Que nosotros rindamos homenaje a Quiroga no va a engrandecer su figura. No depende de ello. Él será siempre igual de grande aunque no se lo reconozcamos. Pero sí puede ayudarnos a dignificar a nuestra ciudad. Ya no es que se lo debamos a él, sino a nosotros mismos. Hagámonos el favor.

sábado, 19 de marzo de 2011

MOUCHOS, CORUXAS, SAPOS E BRUXAS.

Por Femia Castradora

Onte fun a unha sea protaghonisada por todos os da minha aldea. Faise para limar asperesas entre vesinhos que tenhen alghunha liorta, case sempre debida a que un can matou unha ghalinha, que a servidumbre de paso de alghunha leira non se respeta, ou que o avó de alghún deles fai sesenta anos quitoulhe a noiva a outro avó de outro e deixóuno na miseria esistensial, sendo esto a culpa de tódolos males da familia ata os nosos días.

O orghanisador ten boa fe fasendo este encontro cada ano, pero non se da de conta que estas xornadas de esaltasión da amisade poden resultar ben uns cantos anos seghidos, pero chegha un día que pode estoupar e acabar coma o rosario da aurora. Coma este ano hai elesións munisipais e Manolo (o liante da sea) preséntase a alcalde, púxo toda a carne no asador.

Ou na pota, xa que enchéunos o bandulho a todos con carne ó caldeiro, chourisos e churrasco ata fartar. E de sobremesa a súa mulher fixo uns brasos de xitano que papamos todos, pero que ó día seghinte comentouse na aldea que eran desmeresedores da xuntansa. Eu penso que a pobre Carmela fixo o que puido e ela non é responsable da salmonela dos ovos cos que fixo a crema. A intoxicasión foi democráticamente aleatoria. Non toda a crema estaba mala, foi a sortes.

Despois, déuselhe por faser unha queimada. Eu son mais de licor café, écheme mais dixestivo e reconfórtame, espiritualmente falando. Eu coa queimada quédome en suspensión, coma hibernando. Estou pero non estou. E no seghundo conxuro eu xa estaba a velas vir. Soio recordo o de mouchos, coruxas, sapos e bruxas... e eu vindo todo coma se fora unha película en tresdé.

Recordo que pensaba nas bruxas. Estiven polo menos dúas horas recapasitando sobre elas e bebendo queimada ós pouquinhos para manter a minha capasidade de reflesión, á que son tan pouco dada.

Ai, as bruxas!, canto lhes debemos e non non damos de conta. Comensando pola nosa senha de identidade inxustamente espalhada polo mundo adiante (habelas hailas). Nos non somos así. Hai xente que cree nas bruxas e o di sen mais. Eu, sen ir mais lexos, vou a unha bruxa cando torso un pé e é o milhor que hai. Tamén serven para enderesar estómaghos e alghunhas sacan o mal de olho.

As nosas non son bruxas que van en vasoira percorrendo o seo nas noites de lúa chea, nen cosinhan rapasinhos tenros para faser alghún malefisio. Eso é unha parvada. As nosas son mulheres que tenhen a súa familia e as súas leiras, as hai con vacas e tamén hainas repartidoras de correos. De todo hai. Pero o que despois fan é unha axuda á comunidade, porque non ponhen presio ó seu don. Tí vas alí a componher un braso e logho de sair arreghlada se queres daslhe algho de dinheiro, ou uns ovos da casa, ou nada, coma ti queiras.

Son resetoras da cultura popular e normalmente saes da súa casa cheirando a canha, que é o que  utilisan para os seus apanhos case sempre. Hai que desir para informasión de aqueles que nunca foron a unha bruxa, que  o aughardente úsase para frotar, non para bebelo. Nos últimos anos non tiven que ir a ninguna, pero fontes dignas de toda confiansa dixéronme que xa hai alghunas que xa usan o réfles para a sanasión.  A mín eso non me ghusta, prefiro sair cheirando a noite de esmorga antes de cheirar a motor escaralhado de carroseta.

Mentras eu divaghaba, vía pasar por diante de min cadeiras voando, garfos asasinos, e botelhas escachadas nas cabesas da concurrensia. Vamos, unha  liorta de coidado. Non sei aínda hoxe coma eu saín sen resibir, sana et salva coma na ghlosa medieval.

Apertas.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Otegi y el rey



España tiene que pagar a Arnaldo Otegi 23.000 euros. Los jueces de Estrasburgo consideran que se ha violado su derecho a la libertad de expresión.

Yo afirmo que todo ha sido fruto de un terrible malentendido. Otegi dijo que Juan Carlos I era "el responsable de los torturadores" y todos lo tomaron como un insulto. Nadie se dio cuenta de que eso, viniendo de Otegi es uno de los mayores elogios. Aclarémoslo: si tú eres Enrique Ponce y te llaman torero en una plaza, te están elogiando; pero si tú eres Enrique Ponce y te llama torero un activista de PETA, eso es un insulto.

Otegi cuando era joven participó al menos en un secuestro, y no parece que fuera un hombre que tuviese nada contra la tortura. Yo creo que la tortura a Otegi le parece muy bien, y que ahora que quiere tomar la senda de la democracia trató de empezar por congraciarse con el Rey, en plan: "¡Campeón, fiera, torturador!"

Pero lo que importa es el dinero, los 23.000 euros. Es una pasta. Con la que está cayendo, esto se va a llenar de gente que va a llamar al Rey "responsable de los torturadores". Te ponen una condena desproporcionada, un año de cárcel. Otegi lo tuvo que cumplir porque tenía antecedentes, pero la mayoría de la gente no. Así que te condenan, recurres, recurres, Estrasburgo te da la razón y España te paga la pasta. Al final, el Rey acabas siendo tú.

No sé si empezar yo. ¡Qué nervios! ¿Voy, no voy? Venga, va, con dos cojones:

El Rey es el responsable de los torturadores. Y el Papa mata monjas y come niños.

Ya está. Subidón.

sábado, 12 de marzo de 2011

RECORDOS

Por Femia Castradora



Hoxe xa remata o entroido e eu estou melancólica. Xa non hai mais días de troula ofisial, a partir de aghora, outra ves por libre. Non é que nesesite ter xente ó meu alrededor para pasalo ben, eu cunha botelha de licor café podo ser a mulhre mais felis da terra.

Hoxe chorarei polo Ravachol, polas sardinhas, ghalos e demais animais que enterran nestos días por toda Ghalisia. E digho eu: por qué tenhen que prantarlhe lume a un animal, aínda que sexa de mentira? Non se pode consentir. Cólheno, paséano polas rúas, e cando rematan as festas, coma non saben onde ponhelo van e o queiman. Somos desaghradesidos por naturesa.

Cando eu era mais xoven, na minha aldea non había sardinha, loro, ou crocodilo que representara o entroido, non nos fasía falta ninghunha. Aghora a xente vai de supermán, carapuchinhas, astronautas e unha morea de disfrases que non entendo. Eu sempre fun de choqueira, vai mais coa minha personalidade e ademais non me custa nada faselo, porque eu vou así sempre na minha casa. Aínda recordo un ano que eu estaba cun pantalón de pixama, unha camisa ghauaiana e cunhas pantunflas de cadros marróns e verdes. Coma esa noite ía ir á Sala de Festas, tinha postos os rulos para darlhe mais volume e movemento á minha melena, coma a loira dos Anxos de Charlie, que soio con mover a cabesa namoraba a unha dusia de homes ó seu arredor.

Isto ténhomo que ir ver. Sempre empeso algho, embarúlhome e acabo contando outra cousa. Pois ó que iba. Eu estaba na miha casa fasendo ourelhas e cando me dín conta non tinha anís do mono, que aínda que eu prefiro o licor café non lhe fagho ascos a outras cousas. Entón saín a mercar á taberna da Susa, que era o nosa tenda de confiansa na aldea. Soio sei que cando cheghei de mercar, aparte do anís levaba unha cacheira, unha dusia de chourisos e mais uns ghrelos que era o premio ó melhor disfrás da comarca.

De aquela, tinha un noivo brasileiro que disía que o melhor entroido era o que fasían na súa terra. Eu non o creo, ou polo menos penso que aquí eso non vai ser o que mais se leve. De feito, hai desfiles que nos que van xente disfrasada coma se foran escolas de samba. Non me convensen moito porque non é o mesmo a calor que vai en Brasil co frío que polo reghular fai aquí en febreiro ou marso. As camisetas quentinhas de cor carne e as medias desmeresen un pouco o tema. Home, non van ir pasando frío, pero non é o mesmo.

Cantos recordos venhenme á cabesa de aquel ano con António. Recordo que el quería faser unha xira para conheser outros lughares e que eu lhe acompanhase. Era un home convinsente e alá fun con él. O día antes da viaxe víu cunha sorpresa: mercara un panda para viaxar con él. O que mais nos ghustaba do coche é que na publisidade que fasían na televisón podías faser un montón de cousas con el, ir  á montanha, vadear un río con ghran profusión de augha botando polos lados ou mesmo ir polas dunas sen que o pandinha se resentira. Pero o melhor de todo era que se convertía en cama e eso convenseu a António para mercar o vehículo.

Despois de dous días durmindo no coche desertei porque quedaba moi bonito na publisidade, pero os ferros dos asientos non había quen os aghuantase e a palanca de cambios era un suplisio.

Apertas.

miércoles, 9 de marzo de 2011

El semáforo que quiere hablar con un noble



Hubo un tiempo en que las palabras se utilizaban bien. Un señor era un señor, dueño de sus tierras y sus vasallos, y no debía obediencia más que a su rey, siempre y cuando le apeteciese. Incluso el tratamiento de "don" era un título en sí mismo, reservado a los miembros de la nobleza; un caballero era un caballero, y nadie que no lo fuese podía poseer un caballo. No digo que eso fuera bueno, pero era así.

En Pontevedra vive un señor descendiente de los Churruchaos, antaño poderosa familia. Los Churruchaos ahora llevan el apellido Deza porque en el S. XIV un Churruchao asesinó a un arzobispo de Santiago que fue a morir frente al altar mayor de la catedral. Como castigo se les impuso la pérdida del apellido, por lo que todos los Churruchaos adoptaron el Deza de la comarca gallega de la que son originarios. Otro Churruchao era el ficticio Carlos Deza de Los Gozos y las Sombras, que se enfrentaba al señorito (no señor) Cayetano Salgado, un cacique, nuevo rico.

El Churruchao de Pontevedra, que no es un personaje de ficción, se encuentra todos los días cuando va hacia su casa o sale de ella con un semáforo parlante. El semáforo siempre se dirige a él: "rúa Uxío Novoneyra. Peón, pode pasar".

El Churruchao se indigna y se niega a seguir las instrucciones de nadie, y mucho menos si ese nadie es un puñetero semáforo. "Yo soy un Churruchao. Nadie me llama peón". El semáforo, que habla en gallego, no le llama "peón" sino "peatón", y él lo sabe, pero le da igual y busca otro lugar por el que cruzar. Si tiene que dar un rodeo lo da y si hace falta se arriesga a morir atropellado, pero él no habla con semáforos.

El semáforo no entiende nada y cada vez que ve al Churruchao, repite: "rúa Uxío Novoneyra. Peón, pode pasar". Nunca habrá entendimiento entre ellos y yo los comprendo a los dos. Él es un caballero de edad avanzada que no quiere someterse a los dictados de un artilugio que le habla de igual a igual. En otros tiempos que quizás el Churruchao recuerde, para dirigirse a sus abuelos había que pedir permiso y hacerlo con respeto.

El semáforo, por su parte, insiste. Yo creo que ese semáforo tiene sentimientos, como aquellos árboles de El Bosque Animado de Fernández Flórez. Pero hace todo lo que puede hacer: invitar una y otra vez al caballero a cruzar la calle de la única manera que sabe y con las únicas palabras que conoce. Y sufre la indiferencia desdeñosa del Churruchao, quien por su parte se resiste a despojarse de siete siglos de dignidad bien entendida.

Esa lucha sin fin que mantienen el Churruchao y el semáforo es como la que mantenían, en la obra de Torrente Ballester, Carlos Deza y Cayetano Salgado. No habrá nunca solución a la vista, ninguno de los dos cederá jamás porque ambos saben que tienen la razón. Y los dos se comportan como se tienen que comportar porque han sido diseñados para ello, por lo que ni uno ni el otro tienen la culpa del desencuentro. Una metáfora de la vida misma, porque todos somos un semáforo al que un Churruchao ignora, y a la vez somos un Churruchao al que un semáforo no es capaz de entender.

Hostias, qué bonito me ha quedado.



Nos vamos por hoy con una canción triste. Le Mans, se llamaba el grupo.

lunes, 7 de marzo de 2011

Mi disfraz de diputado



Salí el sábado disfrazado de diputado. No de un diputado en particular, sino de uno cualquiera. Tampoco de un partido en concreto. Si tú quieres disfrazarte de diputado así, en general, has de vestirte como un comunista cuando va de boda. Eso equivale a uno del Partido Popular cuando sale al campo, y así también visten los socialistas de diario.

Así que salí. Luego mis recuerdos se pierden en una nebulosa. Creo que mi disfraz debió tener éxito, porque al día siguiente al despertar encontré en el bolsillo de la chaqueta cinco sobres, cada uno con cien mil euros en metálico, así como la documentación de un Audi a mi nombre, y en el salón dos guardaespaldas y un chófer oficial.

Supongo que era el presidente de alguna Comisión, o de varias, porque también estaban allí, sobre mi mesilla, tres proyectos de ley que hablaban de impuestos (hay que subirlos) y de pensiones (hay que bajarlas).

Contraté cinco polígonos industriales, dos hospitales (uno junto al otro) y dos estaciones para el tren de alta velocidad, una de ellas, según el plano, frente a la Torre de Hércules, dos millas mar adentro. Y encargué al ejército israelí varias baterías de mililes y 2.549 tanques, tal como consta en el contrato firmado por mí y por el ministro de allá, que supongo yo que andaba de copas por mi zona y alguien nos presentó.

Reinstauré la pena de muerte, pero sólo para casos que afecten a ancianas desvalidas, que deben ser ajusticiadas siempre y cuando ellas sean las víctimas del delito, nunca en otro caso. Y dicté una orden, pendiente de la firma de Su Majestad, para que se exterminen a todos los canguros de los zoos de España. Una similar, referida a las crías de oso panda, debe ser ratificada en el Senado, no sé a cuento de qué.

Mañana, martes, el carnaval continúa. Voy a salir de Gadafi.

sábado, 5 de marzo de 2011

AS VIAXES DE FEMIA

Por Femia Castradora.


Eu de sempre fun unha mulher curiosa e con ghanas de ampliar o meus horisontes. Xa sabedes das minhas viaxes polo mundo, xa vos contei alghuna ves unhas cantas. Esas viaxes fixéronme medrar coma persoa e sempre lhe saquei un aproveitamento as novas costumes da xente que conhesín.

E sempre procurei deixar a minha peghada dun modo ou outro, eu tamén tenho esperiensias que quero compartir coa xente. Ghústame tamén sacalo coitelo á lus de cando en ves. Moitos homes de moitos paises e condisións probaron o aseiro de Vinghador. É coma deixar ghrabado na cortesa dunha árbore o teu nome. Alí ficará ata que alghén o bote abaixo. Nese sentido estou moi tranquila: hai moitos homes que non me van esqueser ata que morran, e eso ghusta, coma non!

Recordo con ghran aleghría unha ves que fun a México. Alí quería comprobar se os seus homes eran tan machos coma eles disían e se iso ibase tradusir nun maior esforso no meu trabalho. Era, coma din aghora, un ghándica.

Alá fun. Estiven na capital, pero non me ghustou moito, había moita xente por todos lados e tinha que colher coche para ir a todas partes, e a min que son de aldea eso non me convensía moito.

Entón preghuntei onde podería ir que non estivese tan contaminado e onde podería faser os meus paseos e conheser xente sen estrés. Aconselháronme varios lughares e ó final optei por achegharme á selva Lacandona, que me recomendaron espesialmente. Quería ver Bonampak, ía ser moi emosionante para unha mulher cunha sensibilidade espesial coma eu.

Alí descubrín que o coitelo era melhor ghardalo para cando fixera falta e melhor ir cun machete, polo que poida pasar e mesmo tamén para faserme caminho ó andar, coma disía  Machado e  coma nas películas de Tarsán, que  sempre ían por fora da senda a machetasos coa vexetasión e así cheghaban sempre tarde  para ponher as tendas do campamento
.
O chegar á selva, atopeime con Fransisco, un home que según me dixo vinhera a faser ghrandes cambios xunto con outra xente. Pronto colhemos confiansa e díxome que o chamara Pancho, que era coma o chamaban no seu pobo. O seu nome soábame a revolusionario e a home sen medo. Veríase, eu non fagho xuisios ata que non acaba o conto e sei quen é cada un.

Un día díxome que estaba cun ghrupo de xente que ía dar que falar. Eu pedín que mos presentara e coma víu que eu era de fiar, fomos cos seus amighos.  Estaban nunha aldeinha misturados con xentes de alí, desendentes dos maias, pobo gherreiro coma eu.

Presentoume ó xefe, que se chamaba Rafael, pero ghustábalhe que lhe chamaran Marcos. Tinhan todos a manía de que os chamaran de outra forma. Eu non, sempre fun Femia e non quero cambiar.

Falando con Marcos díxome que os seus pais eran de Samora e vinheron emighrados a México. Xa vedes, o mundo é un pano. E que él estivera un tempo en Barselona trabalhando no Corte Inghés. Cando volveu, a contaminasión da capital aghavou o asma que padesía e pensou que ía estar melhor na selva, cun ar limpo. Eu pensei que se o asma era pola contaminasón, alí estaba ben, pero se era produsida polo polen, non lhe ía quedar moito tempo de vida. Estábamos a finais de decembro e a naturesa non soe esperar para faser a explosión da primavera. E mais na selva.

Logho contoume que o primeiro de xaneiro quería faser unha revolusión para que houbera mais xustisia para a xente de alí. Tentei de convenselo para que fose melhor o dous ou o tres, que o Aninovo é un día moi comprometido con  tanta festa, mais ben coa resaca que sóese ter nese día. Marcos díxome que non, que quería que fose un ano novo e unha revolusión nova. Era un pouco cabesota. A metade dos seus homes estarían a durmir nese día de seghuro.

Preghunteilhe a Pancho se ía ir con Marcos a faser a revolusión e tranquilisoume cando me dixo que sí. Por fín un home coa coraxe que eu quería!

Na noite de fin de ano, íamos selebrar a revolusión e que xa eu me iba de volta á aldea. Para selebralo, fixen con tequila un susedáneo do licor café, que resultou ser unha bomba, pero ghustou moito a todos, espesialmente a Pancho, que non parou ata que acabou ata a última ghota e eso que fixera moito, para que lhes quedara e cada ves que o beberan se acordaran de min. Tamén lhe fixen un presente a Marcos. Tesinlhe con punto do dereito e oitos,  un pasamontanhas presioso para as noites, que refrescaba moito.

O día seguinte, cando me levantei, xa se foran todos menos Pancho, que tinha unha borracheira que non se tinha en pé. Aproveitei o seu estado de semiincosiensia para sacar a Vinghador e así faser un estudo de campo relasionado ca minha paixón castradora.

Apertas


miércoles, 2 de marzo de 2011

Galicia bilingüe, o no. Da igual.



Últimamente me da por meterme en asuntos que me importan un carallo, como el de los idiomas que se hablan  en Galicia. Cuando yo era niño vivía en México y en mi casa se hablaba en gallego. Luego me vine a vivir a Galicia y en Pontevedra todos sabían hablar gallego, pero en las escuelas enseñaban un gallego que no hablaba ni Dios, que tiene el don de expresarse en todos los idiomas.

Puede que por eso nunca haya conseguido entender esos problemas que cada poco se plantean con el rollo de la lengua. Cuando me hablan en gallego contesto en gallego, cuando castellano en castellano. Los guiones de cómic los hago en gallego. He publicado dos libros en castellano y estoy a punto de entregar otro en gallego.

En cuanto a este asunto, la Galicia institucional y académica se divide en dos: en una esquina (metafórica, no geográfica), quienes defienden que en Galicia se debe hablar gallego porque esa es nuestra lengua natural; en la otra, quienes dicen proponer una Galicia bilingüe pero que en verdad os digo que lo que quieren es que sólo se hable en castellano.

Pero luego está la gente, que habla lo que quiere, como ha sido siempre. Y a la que no le sirven de nada las políticas lingüísticas. Que en los colegios den veinte horas en gallego o en castellano, o seis horas o ninguna da igual, porque cuando salen a la calle hablan lo que les sale de los cojones. El Padre Sarmiento decía que a los niños gallegos había que enseñarles en gallego; Uxío Novoneyra, por su parte, pronosticaba que enseñar ese gallego normativo que se reinventa segundo a segundo a los alumnos que hablaban el gallego de su pueblo o de su aldea, sólo serviría para que suspendieran la asignatura. Yo, que para mi desgracia no soy ni Sarmiento ni Novoneyra, lo que pienso es que da lo mismo. Cinco siglos de políticas lingüísticas, con claro predominio de las que trataban de imponer el castellano, sólo han servido para que los funcionarios cobraran un sueldo dictando órdenes inútiles. Durante algunos de esos siglos no se publicaba nada en gallego para que nadie lo hablase, y la gente lo hablaba igual. Y cuando volvió a publicarse en gallego, pocos lo leían pero todos lo hablaban, como sigue sucediendo hoy.

Lo que está matando, no al gallego, sino a la cultura en gallego, no son las políticas lingüísticas. Es la bajísima calidad de su producción. Es el estar hecha, salvo contadísimas excepciones, por gente quejica que pretende vivir de subvenciones en lugar de hacer productos que interesen al público. La cultura no debe ser por norma subvencionada. Debe vivir de sus consumidores, y si no los tiene no es porque se haga en gallego, sino porque lo que se hace en gallego suele ser malo o muy malo. Mientras los autores en gallego se lo sigan montando de malditos excluidos por el rodillo imperialista no habrá cultura decente en gallego, o la cultura en gallego será por siempre casi lo único que hacemos bien, una figura de Sargadelos. Esa es la reflexión que toca hacer.

El consumidor es libre y, curiosamente, tiene criterio y sabe elegir. Si en un país como el nuestro, en el que todo el mundo sabe hablar gallego, no se consume cultura en gallego, lo que no debemos hacer es echarnos a llorar y reclamar otra subvención. Lo suyo sería preguntarnos qué es lo que el público quiere leer o escuchar o ver en un cine, porque el público es exigente y tiene muy claro lo que le gusta, sobre todo cuando le cuesta dinero.

Como para todo hay ejemplos, pongamos el de Retranca, una revista no subvencionada, publicada íntegramente en gallego desde sus comienzos hace tres años y que acaba de ser nominada en el Salón del Cómic de Barcelona como mejor revista editada en España. Calidad, caballeros, calidad. Y punto. Lo demás son gaitas. Gaitas gallegas. Así que a chorar a Cangas.




Y aunque no creo que Antón Reixa comparta mi discurso, otro ejemplo de buen producto cultural en Gallego. Os Resentidos, "Galicia Caníbal"