jueves, 27 de enero de 2011

Dos años de Glub.

El pasado mes de enero cumplió Glub dos años. Celebramos el aniversario reproduciendo de una vez los textos publicados en enero y febrero de 2009, aquel lejano año en que yo era un muchacho joven y forzudo. Y lo hago porque por aquellas fechas no me leía ni Dios. Ahí van:

24 de enero de 2009:

¿Podemos predecir el futuro basándonos en la observación del pasado?


Hay ciertos tipos de predicciones que, a priori, ofrecen algún grado de fiabilidad si las realizamos en base a la experiencia.

Si plantamos una huerta de pimientos, por ejemplo, tendremos ciertas probabilidades de comer pimientos en un futuro cercano. Éstas probabilidades aumentarán si aplicamos conocimientos previos, como la utilización de invernaderos o fertilizantes. Podremos entonces predecir que tendremos pimientos, pues eso nos dicen la experiencia y la práctica, es decir, el estudio del pasado.

Hasta que un tornado arrasa nuestra huerta. No valoramos la opción de que esto último suceda porque nunca antes un tornado ha arrasado nuestra huerta, por lo que excluimos esa posibilidad, por desconocimiento, en el momento de realizar nuestra predicción. Entramos en el terreno de los sucesos no predecibles.

El siguiente año (o la siguiente temporada del pimiento, si es que los pimientos se plantan por temporadas, circunstancia que ignoro) contemplaremos como remota la posibilidad de que un nuevo tornado pueda arrasar otra vez nuestra huerta, y rebajaremos levemente nuestra posibilidad de comer pimientos. Ya estamos considerado un tornado, porque el estudio del pasado nos indica que tal catástrofe puede suceder.

Pero asignaremos una probabilidad despreciable, pues sabemos que los tornados no suelen destrozar nuestra plantación. Sólo ha sucedido una vez en, pongamos, treinta años. Lo que ahora sabemos es que, cada cierto tiempo, quizás treinta años o quizás cada dos mil, un tornado nos joderá los pimientos.

Incluso puede que, si somos muy precavidos, tomemos medidas para luchar contra esa eventualidad, como construir un invernadero a prueba de tornados (ignoro también si tal edificación existe, pero podríamos inventarla). De esa manera nuestras probabilidades aumentan nuevamente.

Ya tenemos nuestra plantación en un invernadero a prueba de tornados, hemos sembrado nuestra simiente, contamos con los mejores fertilizantes y hemos leído la web de los granjeros que nos indica cómo debemos realizar todo el proceso para que, cuando llegue el tiempo de la cosecha, nuestros pimientos luzcan hermosos. Hemos utilizado todo el conocimiento pasado para obtener el máximo rendimiento a nuestro proyecto. Triunfaremos.

Pero nunca antes habíamos muerto de un infarto. La experiencia nos dice que nunca morimos de un infarto. Hasta el momento de expirar, cuando nos damos cuenta de que las probabilidades de morir de un infarto son realmente de un 100%. En ese momento, nuestra huerta es el menor de nuestros problemas.

No comeremos pimientos. Las probabilidades se rebajan hasta un ínfimo 0%.

¿Queremos los correctores de sabor decir con esto que no vale la pena intentarlo? No lo sabemos.

Lo que sí sabemos es que debemos tener muy en cuenta que los sucesos impredecibles también existen. Que no debemos basar nuestras predicciones en la observación del pasado. Que el pasado no sirve para hablar del futuro.

28 de enero de 2009:

Analistas y videntes.


Volviendo a las predicciones sobre sucesos nunca dados.

La actual crisis económica y financiera no fue prevista por nadie. Los políticos, los asesores, los analistas y los propios banqueros utilizan éste hecho como una excusa: "nadie pudo predecirlo". Luego cometen el error de buscar precedentes a esta crisis y nos remiten al Crack del 29, pero acto seguido añaden: "aunque esta vez es diferente". Lo cierto es que no saben lo que está pasando, y mucho menos lo que sucederá en un futuro más o menos próximo.
¿En qué se diferencia entonces un analista de un vidente? Veámoslo.

1- El analista asesora a gobiernos y a banqueros, que toman decisiones que afectan a todo el mundo.

El vidente te echa las cartas o te lee las líneas de la mano a ti, por lo que sus predicciones no afectan más que a sus clientes.

2- El analista aconseja sobre asuntos macroeconómicos.

El vidente te hace creer que recuperarás el amor de tu vida. (El amor de tu vida suele estar entretanto en Punta Cana con su nueva pareja)

3- El analista viste traje y corbata. Incluso chaleco.

El vidente tiene la decencia de ponerse una túnica y un turbante, de tal manera que tú sepas de antemano a qué te enfrentas.

4- El analista escribe libros y artículos, da conferencias.

El vidente, para completar sus ingresos, procura venderte unas hierbas, generalmente inocuas o que provocan un efecto diferente al deseado.

5- El analista cree que sabe lo que dice.

El vidente sabe que no cree lo que dice.

6- El analista sigue sus propios consejos.

El vidente jamás lo hace.

En cuanto a la fiabilidad de sus predicciones ni uno ni otro tienen un margen de acierto mayor que tú o yo.

30 de enero de 2009:

Sobre los errores en la interpretación del pasado.


Los análisis a posteriori son también una de las mayores causas de error en la previsión del futuro. Dicen algunos historiadores que Hitler fracasó por no haber aprendido de los errores de Napoleón, principalmente en el intento de invadir Rusia. Lo cierto es que fueron situaciones no extrapolables. Distintas épocas, distintas circunstancias, diferentes errores, al menos en parte. En realidad, Rusia "se puede invadir", tal como han demostrado los propios rusos en varias ocasiones.


Pero la de reproducir los errores de Napoleón no es la única razón expuesta. Los historiadores no se ponen de acuerdo en los motivos reales de las causas de la derrota de Hitler. Veamos algunas de las interpretaciones en su forma más simplificada. El lector puede sumarlas, restarlas, proponer una concatenación de todas ellas, arbitraria o concienzuda y añadir aquellas que se le ocurran. Tanto da. Veamos algunas de las más reproducidas:

La apertura de varios frentes al mismo tiempo, y la dificultad de mantenerlos abiertos de manera simultánea.
La entrada en guerra de los EEUU.
El empecinamiento del propio Hitler en la Batalla de Stalingrado.
La imposibilidad de controlar un territorio demasiado grande para el número de tropas disponibles.
La incompetencia de muchos generales nazis, acostumbrados a paseos militares por Europa, incompetencia que se hizo notoria en el momento en que tuvieron enfrentarse a una guerra de verdad, con batallas de verdad y con enemigos igualmente verdaderos.
El hecho de contar con Mussolini como único aliado europeo.

Podríamos seguir, pero también podemos dejarlo así, pues consideramos los correctores que estos ejemplos bastan a nuestro propósito.

¿Cómo podemos entonces predecir el futuro (y no hablamos ahora únicamente de sucesos no predecibles) si no somos capaces de explicar el pasado?; ¿tiene alguna utilidad, aparte de la cultural (más bien lúdica) el análisis de lo acontecido?

Por cierto. Los correctores creemos que tenemos la verdadera explicación del fracaso de Hitler, que pasamos a exponer:

Es conocido el aprecio por la estética en la Alemania nazi. Los nazis siempre iban muy arreglados, repeinados, planchados y recién duchados. Y fue un error estético el que los perdió.
Su fracaso no se debió tanto a la victoria del "General Invierno", como al hecho de que se presentaron a la invasión de Rusia deficientemente equipados para afrontar el invierno. Por una vez, no supieron vestirse para la ocasión. Por eso perdieron la guerra. Su sentido de la estética, uno de los grandes pilares en que sustentaban su éxito, los llevó a la derrota.

Eso creemos los correctores de sabor de Glub. Pero no utilizaremos nuestra interpretación para proponer predicciones sobre lo que nos deparará la suerte el día que alguien decida nuevamente conquistar Europa.

31 de enero de 2009:

Sucesos impredecibles y sucesos no predecibles.


De alguna manera debemos hacer una distinción entre lo impredecible y lo no predecible. Aunque, por definición, ambos conceptos puedan parecer el mismo, son bien distintos. Pero marcaremos antes la distancias entre probabilidad y predicibilidad, términos que, instintivamente, nos llevan al error en la predicción de los sucesos venideros.

Decimos instintivamente por que es un fallo innato el de creer que lo probable es lo predecible. Aunque es habitual que esta progresión lógica se cumpla, la excepción suele tener consecuencias fatales para el pronosticador, sobre todo si ha apostado por ello.
Lo más probable es que Goliat venza a David. Goliat es un gigante en la flor de la vida que mide, pongamos, cuatro metros. Un tipo musculado que se mantiene en forma. Un hombretón que jamás ha sido derrotado. La probabilidad de su victoria sobre el esmirriado David es tan alta que apenas si adjudicamos a las opciones de David una confianza despreciable. David es un chavalín que apenas sobrepasa el metro y medio, pesa 50 kilos y además sabemos que odia la violencia y lo hemos visto bebiendo tequila hasta las seis de la madrugada. Son las diez de la mañana, hora fijada para el combate.

El hecho de creer en las posibilidades de Goliat (probabilidad) no tiene para nosotros mayores consecuencias. Pero, adelantándonos al suceso probable, hemos dicho a nuestra familia que David está acabado, que será derrotado por Goliat (predecibilidad), y que, por ello, hemos decidido que lo mejor será comernos a la cabra, nuestra única posesión, y dejarlo todo para unirnos a las huestes de Goliat. Hemos confundido lo probable con lo predecible.

Impredecible es el suceso (más o menos probable, da lo mismo) cuyo fin es incierto. Por ejemplo, eran impredecibles los resultados de los combates Ali-Frazier. Por eso eran tan buenos.

No predecible es el suceso desconocido pero posible. No predecible es que, en un combate Ali-Frazier, el árbitro suba al ring vestido al modo de un carnaval veneciano, saque una catana y decapite a ambos contendientes. Nunca tal cosa sucedió, desde luego, pero podía haber sucedido, o podría suceder aún. Como vemos en la imagen, los combates Ali-Frazier aún no han terminado, algo que nos parecía no predecible hasta hace poco tiempo.


2 de febreo de 2009:

Probabilidad e improbabilidad.


Cualquier suceso probable es intrínsecamente improbable. La probabilidad conlleva inevitablemente cierto grado (mayor o menor) de improbabilidad.

Por ello, hacer predicciones sobre sucesos probables es un ejercicio sencillamente inutil. Se llama apuesta, y normalmente, con ella solamente gana el propietario de la empresa de máquinas recreativas o del casino. En este contexto, el de las apuestas, tiene cierto sentido creer en las probabilidades. Quien apuesta sabe de antemano que puede perder. Por otra parte, las probabilidades se dan siguiendo una fórmula matemática sencilla, porque se conocen también todos y cada uno de los factores que intervienen en la jugada. En un dado tenemos una posibilidad entre seis de sacar el número deseado. Las reglas del juego están prefijadas y son iguales para todos los jugadores. Vamos allí precisamente a arriesgar nuestro dinero.

Pero utilizar la ley de probabilidades para hacer un análisis del que extraeremos conclusiones a partir de las cuales se tomarán decisiones es aún más arriesgado que jugar a los dados. No conocemos todos los factores que intervienen en la jugada, tenemos información incompleta y/o sesgada, desconocemos si las oportunidades son iguales para todos. No conoceremos de antemano cuáles son realmente nuestras probabilidades y jugaremos con un alto grado de incertidumbre.

Ello nos convertiría en un analista o un vidente, de los que ya hemos hablado. Por culpa de ellos, quizás, estamos como estamos.

8 de febrero de 2009:
 
Sobre la fiabilidad de hechos conocidos.




La interpretación de los datos conocidos y su fiabilidad.

Éste es uno de los principales problemas a los que nos enfrentamos a la hora de hacer predicciones, sean sobre sucesos predecibles, impredecibles o no predecibles.

He oido referir, por una cuestión de cercanía, el caso de una persona cuyo nombre desconozco, un hombre de una aldea gallega cuya esposa se llamaba Aurora.

Éste tío se pasaba la vida haciendo planes para su vejez, que imaginaba placentera. Daba por hecho además que enviudaría en plena madurez, lo que le daría una solitaria ancianidad en la que ya no tendría que ocuparse más que de sí mismo y de su placidez. Así, pasaba por el pueblo, se acercaba a la taberna, y contaba sus planes a quien le interesaran:

- Cuando muera Aurora, venderé las vacas.
- Cuando muera Aurora, reformaré la casa.
- Cuando muera Aurora, viajaré a Madrid.

Suponemos que el hombre tendría motivos para pensar que así serían las cosas. Quizás Aurora era varios años mayor que él, o mostraba cierta fragilidad física. Quizás habría sufrido ya alguna enfermedad, o acaso ella misma había compartido con su marido su temor a una muerte próxima. Quizás algún médico les había pronosticado que Aurora no viviría muchos años. El análisis de los datos llevaban al buen hombre a una predicción infalible, e inteligentemente se adelantaba al hecho proyectando todo aquello que haría tras el fatal desenlace.

Pocos años después, aún joven, el hombre murió.

Su viuda, Aurora, sin embargo, vivió durante décadas, siendo ella quien disfrutó aquella plácida vejez planeada para el difunto.

Este caso refuerza nuestra tesis de que el conocimiento no es útil para la predicción. Como vemos, tal vez si el hombre ignorara los datos conocidos, como la diferencia de edad, la fragilidad de Aurora y otros, hubiera viajado a Madrid antes de morir.

9 de febrero de 2009:

Sobre la fiabilidad de las fuentes.


Toda decisión es una decisión de futuro, y por tanto un deseo, una apuesta y, de alguna manera, una predicción.


Un motivo más que nos impide predecir es la falta de fiabilidad, ya no sólo de los datos disponibles, sino de las fuentes que nos los proporcionan. 

Una fuente fiable para el renacentista del XVI es Leonardo da Vinci. Pongamos que somos uno de ellos (un renacentista del XVI). Sabemos que el maestro Leonardo es un hombre multidisciplinado, gran observador, inventor, divulgador, artista.

Los que vivimos junto a él lo vemos marchar con su cuaderno de notas hacia el campo para dibujar el movimiento del ala de un pájaro. Sabemos que en su taller ha diseñado todo tipo de aparatos de diversa utilidad. Hemos admirado la precisión de sus esculturas.

Sabemos que es un hombre sabio, acaso el más sabio de cuantos han pasado por nuestro barrio.
Un día, nuestro vecino da Vinci se toma una caña con nosotros. Nos lee un pasaje de su "Cuaderno de Notas", que dice así:

"La Paz.
"Se cuenta del castor que cuando es perseguido, conociendo que le persiguen a causa del valor de sus testículos para usos medicinales y no pudiendo escapar, se para. Y para estar en paz con los que le persiguen, corta los testículos con sus afilados dientes y se los deja a sus enemigos"

Nuestro vecino Leonardo tiene la precaución de comenzar diciendo que "se cuenta". Pero sabemos que él no tiene dudas de que los castores realmente se comportan de la manera descrita. No nos paramos a pensar en cómo sabe el castor que es perseguido por sus testículos y no por su piel. Tampoco preguntamos a nuestro interlocutor quién le ha contado semejante tontería. Sabemos que es cierto, ¿por qué? Porque lo dice da Vinci, el tío más sabio de la historia del barrio. Lo ha escrito en su cuaderno de notas, en el mismo en que dibuja el movimiento de las alas de los pájaros, los esquemas de sus artilugios y los bocetos de sus magníficas pinturas. 

De vuelta a casa, con dos copas de más, en la penumbra observamos una sombra que nos sigue. Apuramos el paso y la sombra hace otro tanto. Vivimos tiempos violentos, tememos por nuestra seguridad, ¿acaso nuestro perseguidor pretende hacerse con nuestros preciados testículos?
Optamos por seguir el consejo de Leonardo. La paz. Con nuestros afilados dientes, cortamos nuestros testículos y los ofrecemos a nuestro perseguidor.

Que resulta ser perseguidora. Nuestra suegra, que nos busca para cenar y rechaza aterrada la magnífica ofrenda.

Nunca hemos de cortar nuestros testículos con nuestros afilados dientes para conseguir la paz. Aunque lo diga Leonardo, el vecino más sabio de la historia de nuestro barrio.

13 de febrero de 2009:

El Cisne Negro.


Teníamos que llegar al Cisne Negro. Según Nassim Nicholas Thaleb un Cisne Negro es un suceso altamente improbable, altamente impredecible y que provoca consecuencias extraordinarias (para bien o para mal). Por ejemplo, el éxito de ventas de los libros de Harry Potter o los atentados del 11-S son Cisnes Negros.


No vamos a ser los correctores de sabor quienes llevemos la contraria a don Nassim, pero sí hemos de dar nuestra opinión. Mantenemos, ya lo hemos dicho, que lo improbable y lo impredecible son cosas bien diferentes.

La probabilidad es una entelequia teórica, aunque a veces se aproxime a la realidad, o incluso coincida con ella. Sabemos que antes de lanzar un dado 6.000 veces la probabilidad es de que salga 1.000 veces cada una de sus caras. La probabilidad es la ciencia que estudia aquello que puede que pase o puede que no.

Pero por mucho que repitamos la operación de lanzar el dado 6.000 veces, el resultado nunca será el que nos marcaba la probabilidad. Tristemente, entonces, la probabilidad es altamente improbable. Un Cisne Negro, por tanto, no es un suceso altamente improbable. Es un suceso altamente impredecible algunas veces y un suceso no predecible (también conocemos esta diferencia) la mayoría de las veces.

El propio nombre asignado al suceso es impropio. 

Anteriormente se desconocía la existencia de los cisnes negros (ahora hablamos de pájaros). Todos los cisnes conocidos eran blancos. Nadie contemplaba la posibilidad de que existiesen cisnes de otro color. La gente hacía frases tontas del tipo: "Todo lo que no es blanco no puede ser un cisne". Eso era así desde el principio de los tiempos.

Un buen día, unos ingleses llegados a Australia, descubrieron con sorpresa que allí existía una variedad de cisne de color negro. No vemos motivo para tanta sorpresa en una tierra donde también había canguros, koalas y ornitorrincos, pero en fin. Alguien tomó la existencia de los cisnes negros como un suceso inaudito, y quizás lo era. 

Pero resulta que el Cisne Negro (ahora hablamos de don Nassim) requiere, como hemos dicho, provocar consecuencias extraordinarias, y el hallazgo de cisnes negros (pájaros) en Australia no reunía esa condición, la principal del Cisne Negro (don Nassim). Que sepamos el descubrimiento del cisne negro (pájaro), no provocó más consecuencias que los quebraderos de cabeza propios de un ornitólogo cada vez que tiene que clasificar una nueva especie, trabajo que, suponemos, los ornitólogos hacen con gran placer.

Pero salvemos esa distancia y admitamos que la probabilidad asignada a la existencia del cisne negro (pájaro) no pasó del 0% al 100% en un instante. Siempre era de un 100%. Otra cosa es que nadie lo supiera, salvo los maoríes. No era por tanto un suceso altamente improbable. Era un suceso altamente impredecible.

Y creo que con esto terminamos con lo probable, lo predecible y el análisis del incierto futuro.



Ponemos música de Marvel, sin duda el mejor pop que se ha hecho y se hace en Pontevedra.

11 comentarios:

  1. Moi ben, home. Ti sighe así, ponhendo entradas novas a un día da minha. Logho non me lee ninghén...

    A verdade é que están moi ben. Por serto, eu xa che seghía fai dous anos. Felisidades!

    Apertas.

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  2. Perdoa, Femia. Como non recibín nada teu esta semana pensei que estabas de vacacións. Sabes que a ti te len mais que a mín, ou sexa que garda o coitelo.

    Un bico.

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  3. Dous anos aprendendo e disfrutando ...Felicidades

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  4. Glub felicidades polo teu Japi Verdi, todos cantaremos, con segundas e terceiras voces como os nenos cantores de Viena aquelo de: Feliz feliz no teu día......Cumpleanos feliz, cumpleanos feliz te desexan teus amigos de Parchis.....Estas son as mañanciñas que cantaba o Rei David.... e tantos outros temas similares/parecidos.
    Femia eu tamén leía a Glub daquela, somos dos incondicionáis, soio que agora, contigo escribindo, teño aínda masi ilusión.

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  5. "El analista cree que sabe lo que dice.

    El vidente sabe que no cree lo que dice."

    Grande, Rodrigo.

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  6. que profundo eras cuando empezabas, la verdad te prefiero ahora. Y una cosita, Glub a Femia no me l toques que si no te capa ella te capo yo ;-)

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  7. Alegría del Hogar27 de enero de 2011, 20:02

    Felicidades Glub!!! Ya empezaste arrasando hace 2 años. Un abrazo

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  8. Fue un gran comienzo, nunca lo había leído, enhorabuena por ese segundo aniversario. Sigue así, que vas muy bien. Un saludo

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  9. Glub me gustan, no los había visto antes, o llegue tarde a casa como hoy, los leí y ni me enteré.
    Muy buenos.
    Felicidades.

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  10. La verdad es que ya los había leído hace unos meses, y se nota el cambio de temas, aunque sigues escribiendo con el mismo estilo e igual de bien.

    Felicidades y que sigas así otros dos años más por lo menos.

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  11. Bueno, yo empecé un año antes, pero tu produccion es mas prolífica y mas creativa. Es la diferencia entre el profesional (tu) y el aficionado (yo).
    Que sigas con este arte literario.
    Un saludo
    Paco

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